Para muchos el municipio mexicano de Los Cabos era "la paz". Para otros, una ciudad que ofreció un sinfín de oportunidades laborales, sobre todo en la década del 90, cuando tuvo su primer boom turístico. Ubicado en el estado de Baja California Sur, entre el mar de Cortés y el océano Pacífico, este paraíso de playas y resorts de lujo captó la atención de las máximas celebridades de Hollywood . De John Wayne a Lady Gaga, muchos fueron los que eligieron el exclusivo destino para descansar. Su gran atractivo: la tranquilidad. Un lugar donde históricamente no pasaba nada.
Puede ser que la calma de la localidad balnearia y su baja densidad poblacional- alrededor de 300.000 habitantes- hayan influido en la elección de Los Cabos como sede de la Cumbre del G-20 en 2012. Si bien el turismo ya había posicionado mundialmente a este destino, la celebración del foro multilateral convirtió a México en el primer país de América Latina en reunir a los principales mandatarios del mundo. Un año después la foto empezaría a cambiar.
En una fiesta de bautismo, celebrada a orillas del mar, en un resort de Los Cabos, un sicario disfrazado de payaso mataría a los tiros al reconocido capo narco Francisco Rafael Arellano Félix, integrante del cartel de Tijuana que, además de funcionar como un clan familiar, supo ser una de las más grandes e importantes organizaciones de crimen organizado en México. Un anticipo de lo que vendría: narcomenudeo , extorsión, robos y homicidios. ¿Cuándo se perdió la paz?
Según una lista difundida por el Consejo Ciudadano para la Seguridad Pública y la Justicia Penal, Los Cabos encabezó en 2017 el ranking de las ciudades más violentas del mundo, con un promedio de 111,3 homicidios por cada 100 mil habitantes. Casi un asesinato por día. La ONG mexicana ubicó en segundo lugar a la capital venezolana de Caracas, y en tercera posición a la ciudad de Acapulco, que desde hace ya unos años lidera la lista nacional. La sorpresa fue Los Cabos.
El dato no es casual. El 2017 fue el año más violento para México en dos décadas, donde se registraron alrededor de 100.000 muertes y 30.000 desaparecidos. "Se ha permitido que la impunidad llegue a los peores niveles jamás registrados, no hay una acción para la erradicación sistemática de las milicias privadas de los grupos criminales", fue el diagnóstico que hizo la ONG sobre la situación del país. Los Cabos no fue la excepción.
Más allá de algunos reparos con el estudio y su metodología, como el no haber tenido en cuenta ciudades atravesadas por conflictos bélicos, especialistas consultados por LA NACION coincidieron en que el municipio, que una vez supo ser reconocido por su tranquilidad, la variedad de sus paisajes -que alternan lo desértico con zonas montañosas y playas paradisíacas- y su clima agradable (no presenta temperaturas extremas), sufrió entre 2016 y 2017 un brote de violencia repentino e inusitado, del que hoy se recupera con éxito, según fuentes de la ciudad.
El director de la junta de Turismo de Los Cabos, Rodrigo Esponda, destacó a LA NACIÓN que el pico de violencia fue un "llamado de atención" que llevó a la ciudad a poner en marcha un plan de 5 pasos, que combinó un conjunto de acciones de estrategia e inteligencia. Un modelo de participación público-privado que invirtió en el lugar 50 millones de dólares. "Esto dio resultados inmediatos y hoy es un ejemplo de seguridad para otros destinos de México. La tasa de cualquier incidencia criminal se redujo un 90% en 2018", afirmó Esponda.
El rápido accionar no fue una opción negociable para esta región que depende casi en su totalidad del turismo, y las cifras de 2017 encendieron todas las alarmas. De un año a otro se triplicaron los homicidios, así como también el narcomenudeo y la extorsión se volvieron parte del paisaje.
Violencia narco
"Este proceso de descomposición lleva más de 10 años", explicó el periodista de Televisa México Marco Antonio Coronel, en relación al origen de la violencia desatada en Los Cabos. Y se apoyó en tres aspectos: el aumento de la población, el consumo de drogas y la ruptura de los carteles en México.
Uno de los factores que influyó fue que en Baja California Sur los residentes se multiplicaron en un corto período de tiempo, sobre todo a partir de la oferta laboral que generó el boom turístico en la región. Sin embargo, la población creció más rápido que la infraestructura. Por ejemplo, el agua potable es un recurso que todavía se encuentra en disputa y es uno de los principales problemas que enfrentan los habitantes del lugar, quienes exigen una mayor distribución.
El presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, anunció que combatirá la desigualdad y que de este modo erradicará el problema de la inseguridad en México. Sin embargo Coronel aclaró: "Va más allá porque se trata de educación y de impunidad. No hay jueces que no se corrompan porque la Procuración de Justicia es una de las instituciones más debilitadas".
Por otro lado, después de la segunda captura del capo narco Joaquín "El Chapo" Guzmán en 2016 se dio un reacomodo dentro del cartel de Sinaloa, una lucha interna que se desató, en gran parte, por el debilitamiento que provocó su arresto.
Mientras tanto, otro cartel aumentó su poder: el de Jalisco Nueva Generación. "Descompuso todo el panorama de la seguridad. Fue más agresivo en un contexto donde los estados no estaban preparados", señaló Francisco Rivas, director del Observatorio Nacional Ciudadano (ONC), y puso como ejemplo el estado donde se encuentra Los Cabos.
El especialista definió a Baja California Sur como uno de los estados que el expresidente Enrique Peña Nieto pasó por alto, justamente, por su histórica tranquilidad. "No sintieron las urgencia de fortalecer las instituciones. No se gasta donde no se ve", criticó.
La falta de policías locales en la zona de Los Cabos fue uno de los "errores fundamentales" del exgobierno, sobre todo en un contexto de rearticulación constante de nuevos carteles, y en medio de la lucha contra el crimen organizado."Se estaban matando por 'la plaza' en Los Cabos", agregó Coronel sobre las bandas narcos.
Pero, ¿qué pasó con los grandes carteles que se fraccionaron? Según Coronel se fueron transformando en "células que no necesariamente dependían del narco", sino que también empezaron a incurrir en la extorsión, en el sicariato y el robo de transporte público. Eso sí, más violentas que los antiguos narcos. "Quedan células que no tienen la visión de los capos delictivos, solo les importa cobrar y como están armados le empiezan a pegar a la clase media".
Este último punto coincide con un mayor ingreso de armas de fuego al país. Con la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca se cambiaron los sistemas de control de prevención de la salida de armas de Estados Unidos a México. "Trump apagó esos arcos y desde entonces ingresaron más de 230 mil armas al país", señaló Rivas.
El impacto en el turismo
No obstante, a pesar del temor por parte del sector empresarial y hotelero, la exacerbación de la violencia en estos últimos años no incidió en el turismo. Más bien todo lo contrario. Cuando Los Cabos tuvo su mayor brote de homicidios en 2017, en paralelo registró un récord turístico: 3 millones de personas llegaron al parador de lujo en busca de un descanso y atraídos por sus campos de golf, la pesca deportiva, los resorts y spa de lujo y el avistaje de ballenas.
En 2018, la ciudad superó su propio récord con la llegada de casi 5 millones de turistas; un 80% de norteamericanos, un 10% de canadienses, y el resto de los visitantes son de nacionalidad australiana, europea y sudamericana.
Es que quienes padecieron la ola de asesinatos, la guerra narco, los robos, y la extorsión fueron, por un lado, los mismos integrantes de los grupos delictivos y, por el otro, sus familiares y amigos directos. Son los barrios más humildes donde mayor impacto tuvo la violencia, ya sea por las frecuentes balaceras o por el reclutamiento de los más jóvenes a bandas delictivas.
La foto de Los Cabos cambió. Para muchos el ranking del 2017 se trató de un pico de violencia aislado. Para otros, la realidad se aleja de la imagen que exhibe la actriz Gwyneth Paltrow en sus redes sociales. Mientras tanto, es probable que pasen algunos años para que vuelva a reinar la paz en Los Cabos o, por lo menos, para todos aquellos que no salen en las fotos.
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