Los Biden, las tragedias y superaciones de la familia que llega a la Casa Blanca
WASHINGTON.- Han pasado casi 50 años —48 para ser exactos el pasado 18 de diciembre— desde la primera tragedia en la vida del presidente electo, Joe Biden. Aquel fatídico día, pocas semanas después de que Biden fuera elegido al Senado en 1972 con tan solo 29 años, su mujer, Neilia, y su hija de poco más de un año, Naomi, morían en un accidente de tráfico cuando iban a comprar un árbol de Navidad. Sobrevivieron al choque con el tractor los pequeños varones, Beau y Hunter. Bajo ese infortunio, Joe Biden juró su puesto al Senado en la habitación del hospital donde se recuperaban sus hijos.
Años después, Joe Biden, católico, confesaría que había llegado a entender por qué alguien querría suicidarse. "No había palabras, ni oraciones, ni sermones que me calmasen", escribe en sus memorias, Promises to Keep: On Life and Politics (Promesas que cumplir: de la vida y la política). "Sentí que Dios me había estafado, y yo estaba enfadado".
En 2008, en una entrevista con la revista Vogue, Jill Biden, segunda esposa de Biden, evocaba cómo entonces escuchó la tragedia a través de la radio. "Recuerdo apagar el motor del coche y quedarme sentada y rezar una oración", explicó. "Era demasiado terrible". La vida reuniría a Joe y Jill en 1975, a través de un hermano de Biden que hizo de casamentero. Funcionó. Aunque Jill, divorciada en 1974 tras casarse en 1970 con Bill Stevenson, un estudiante mayor que ella que conoció al acabar el instituto, tuvo sus dudas cuando Biden llamó a su puerta para la primera cita. "Estaba acostumbrada a salir con chicos en camiseta y vaqueros", ha contado la que pronto será primera dama en numerosas entrevistas. "Y de repente, abro la puerta y veo a un hombre con mocasines y una chaqueta". Asegura Jill Biden que pensó: "Ay, Dios, esto no va a funcionar nunca". Luego reconocería que confesó a su madre que había conocido, por fin, a "un caballero".
Por supuesto, funcionó. Aunque Joe Biden aludió en la Convención Demócrata de 2020 que le hicieron falta cinco proposiciones de matrimonio hasta que Jill aceptó. ¿Las reservas? Jill Biden asegura que se debían a los dos hijos pequeños del senador. Esos niños habían perdido a su madre, "no solo se trataba de mi corazón, de lo que yo sintiese, tenía que estar segura por el bienestar de los chicos". Joe y Jill Biden se casaban en 1977. "Jill nos devolvió el sentido de ser una familia", proclama siempre Joe Biden. De su unión nació Ashley, que hoy tiene 39 años.
La vida del próximo presidente de Estados Unidos se rige bajo una frase: "Tienes que tener un propósito". Algo que el demócrata ha llevado a todas y cada una de las campañas políticas que ha emprendido –y perdido muchas– en su vida. Ese espíritu es el que imprimió a la carrera electoral de 2020 que le ha dado la llave para la Casa Blanca. Son lecciones aprendidas durante una vida de dolorosas pérdidas. Porque la siguiente tragedia fue la que provocó que el político no apostara por pelear por el poder en 2016.
En mayo de 2015, Joseph Robinette Beau Biden III, el hijo mayor de Biden, moría por un tumor cerebral. Tenía 46 años. Beau Biden, veterano de Irak, fue fiscal general de Delaware desde 2007 hasta que dejó el cargo en 2015 para aspirar a la Casa del Gobernador de ese Estado del noreste de EE UU. Beau estaba llamado a seguir los pasos de su padre. Pero la muerte tenía otros planes.
La conocida como primera familia de Estados Unidos tomará posesión de la Casa Blanca este miércoles y será diferente a la anterior –la de Donald Trump–, a la anterior –la de Barack Obama–, a la anterior –la de George W. Bush– y a la anterior –la de Bill Clinton–. Con los Biden, Joe y Jill, vuelven, por ejemplo, los perros a la residencia oficial del presidente de la nación, algo que rompió Trump al no tener una mascota. Champ (2008) y Major (adoptado en un refugio en 2018) son dos pastores alemanes que incluso tienen cuenta en Twitter: Champ And Major Biden, @TheFirstDogs. Seguidores: más de 24.600.
A diferencia del período de Trump y Obama, no habrá niños ni adolescentes correteando por los pasillos del Ala Oeste o poniendo en apuros al servicio secreto con salidas nocturnas inapropiadas para el lugar que ocupan en los focos mediáticos. En la Casa Blanca vivirán Potus (President Of The United States) y Flotus (First Lady Of The United States), las siglas por las que se conoce al presidente y su mujer y algo que apasiona a los norteamericanos. También por primera vez, una primera dama saldrá cada día de la Casa Blanca para seguir ejerciendo su trabajo. La doctora Jill (título que le da su doctorado) nunca ha abandonado su cargo como profesora de universidad.
A los Biden les visitarán sus nietos, su hija Ashley, la mujer de Beau, Hallie, –curiosamente, a pesar de ser católicos, los hijos de los Biden se han casado con personas de religión judía, aunque ellos hayan permanecido en la fe católica– y Hunter Biden, cuya vida ha estado rodeada de polémica desde que fue apartado del Ejército por consumo de cocaína. Los negocios de Hunter Biden con Ucrania están en el inicio del que fue el primer impeachment del presidente Trump. El hijo varón menor de Biden sorprendió al comenzar una breve relación con la viuda de su difunto hermano, Hallie, a raíz de la muerte de Beau.
Hunter Biden ha vivido de escándalo en escándalo. Alcohólico y adicto a las drogas, Hunter se redimía y desnudaba su alma en una entrevista con The New Yorker cuando su padre iniciaba la campaña electoral, poniendo todas las cartas sobre la mesa. "Todo el mundo tiene traumas. En cada familia hay adicciones. Yo estaba perdido. Estaba en un túnel, un túnel sin final, del que nunca sales. Solo aprendes cómo lidiar con él". En el plano personal, Hunter es la mayor amenaza que pende sobre la cabeza de su padre. No es una familia que entre en la media estadística, no son los idílicos Obama, o los fríos Clinton, son los Biden, cargados de tragedia y también superación. Con ustedes, los Biden, la primera familia de Estados Unidos.
© El País, SL
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