Los argentinos en Taiwán, entre el “susto grande” por la potencia del sismo y la reacción en una isla “preparada”
Acostumbrados a los constantes sismos en el país asiático, relataron a LA NACION que el del miércoles fue el más fuerte que sintieron hasta ahora
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Cuando el reloj marcaba las 8 de la mañana del miércoles, Alejandro Tan despertó sobresaltado. Un “fuerte temblor”, el más potente que había experimentado hasta ahora, sacudía su departamento en un tercer piso de un edificio en Taipéi. El movimiento abrupto ya había desvelado minutos antes a sus dos hijos y a su esposa, que alarmados se preguntaban cómo accionar.
“Me desperté preocupado. No sabíamos qué hacer, si bajar al primer piso... Esperamos a que terminara el temblor, aunque muchos vecinos bajaron por precaución”, contó por mensaje de audio a LA NACION este argentino-taiwanés de 52 años. “Cuando hay temblores acá uno espera a que terminen rápido, pero esta vez fue bastante prolongado”, agregó.
La familia Tan fue testigo del terremoto más intenso de los últimos 25 años en la historia de la isla, con una magnitud que la agencia meteorológica taiwanesa estimó en 7,2° en la escala de Richter. El sismo, cuyo epicentro fue en el condado de Hualien, en el este, dejó por lo menos nueve muertos y más de 900 heridos, además de daños en edificios, calles y alertas de tsunami, que más tarde fueron descartadas.
Los servicios de bomberos del país continuaban durante la noche la búsqueda de más de 100 personas que quedaron atrapadas en túneles y entre los escombros de edificaciones colapsadas, mientras que todos los vecinos de Hualien que corrían peligro por sus viviendas dañadas fueron evacuados.
En Taipéi, el subte tuvo que cerrar momentáneamente por los temblores y los rescatistas salvaron a varios residentes que quedaron atrapados entre los escombros de un almacén. Alejandro Tan quiso “llegar a primera hora” a su restaurante argentino de la capital “para ver si había algún daño o botellas rotas”, pero afortunadamente no resultó afectado, según relató.
Del mismo modo que Tan amaneció Tomás Bianchi, argentino de 33 años que reside en la capital taiwanesa desde hace unos siete años. “Me agarró durmiendo. Fue un susto grande porque se movió mucho la verdad”, contó a LA NACION.
Este país insular está ubicado sobre el Cinturón o Anillo de Fuego del Pacífico, una cadena tectónica de 40.000 kilómetros en el Océano Pacífico que se caracteriza por ser el lecho del 90% de la actividad sísmica del planeta. Es por eso que sus residentes están “acostumbrados” a este tipo de sacudidas. No obstante, “este fue sin dudas el más fuerte” que se vivió hasta ahora, afirmó Bianchi.
También lo fue para el economista argentino Esteban Pérez Andrich, quien se encontraba desayunando en el subsuelo de su hotel en Taipéi cuando sintió un “temblor fuerte”.
“Sentí otros, porque es una zona sísmica, pero fue el más fuerte que sentí hasta ahora sin dudas”, señaló en conversación telefónica con LA NACION.
“Se empezaron a mover las lámparas y a escuchar ruidos de platos. La gente se asustó y muchos se paraban sin saber bien a dónde ir. En un primer momento también me quise parar, pero me empecé a marear, entonces me senté y me quedé desayunando porque la verdad no sabía muy bien qué hacer. Pero la gente del hotel estaba tranquila, seguía haciendo sus cosas, cocinando, entonces me quedé ahí”, detalló Pérez Andrich.
Si bien el epicentro del sismo no fue la capital del país, Pérez Andrich pudo notar varios daños, como “postes caídos, paredes rajadas, más que nada mampostería”. Lejos de actuar de forma improvisada, el empresario, que trabaja para una empresa japonesa, destacó la organización de los taiwaneses ante este desastre natural. “Es una zona que está preparada para esto. Apenas se sintió el primer temblor [hubo cinco réplicas], alguien de la empresa lo informó en un grupo. Quienes no respondían, se buscaba cómo contactarlos”, dijo.
“Trabajo en un proyecto eólico que tiene instalaciones en distintos puntos del país, incluso en puertos. Acá todas las turbinas eólicas cumplen con la certificación anti terremoto y no hubo grandes daños, es una ciudad que está muy preparada. Cuando llegué al trabajo había gente afuera, tranquila”, agregó.
Por su ubicación geográfica, Taiwán experimentó varios terremotos importantes a lo largo de los años. Uno de los más violentos ocurrió en 1999, un terremoto de magnitud 7,3° a ocho kilómetros de profundidad en el centro de la isla que dejó 2400 muertos.
“Debido a esta historia, el pueblo de Taiwán sabe que su país corre un grave riesgo de sufrir terremotos”, dijo a LA NACION Leo Bosner, especialista en gestión de emergencias e investigador del Instituto Global de Taiwán.
Desde el brutal terremoto de 1999, las autoridades taiwanesas aplicaron una serie de medidas para prepararse ante los desastres naturales, como sistemas de alerta temprana, construcciones de edificios preparadas para resistir temblores, o instructivos para la población civil. “En las escuelas desde chico enseñan cómo protegerse debajo de la mesa, abrir las puertas para tener una ruta de escape, o resguardarse al lado de algún mueble alto, bajar por escalera y nunca ascensor”, detalló Tan.
En su estudio “Preparación y respuesta a desastres de Taiwán: fortalezas, deficiencias y caminos hacia la mejora”, publicado en 2020, Bosner indicó que “dada la alta calidad de sus recursos materiales, como también de recursos humanos, Taiwán es capaz de tener una sistema de primera clase para manejar desastres a gran escala, potencialmente un modelo a emular por otras naciones”.
Sin embargo, el reporte advierte de varias deficiencias que deberían mejorarse para lograr un sistema innovador, tales como aplicar un sistema de respuesta con un enfoque de planificación a nivel nacional o extender las acciones para solucionar el desastre civil más allá del servicio de bomberos con acciones coordinadas entre distintas fuerzas. “Espero que las autoridades taiwanesas estudien los acontecimientos relacionados con este terremoto y la respuesta y utilicen esto como una forma de realizar las mejoras que puedan ser necesarias para su sistema”, apuntó Bosner.
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