Los argentinos en la plaza: pocos, pero fervorosos
La mayoría destacó la figura de Juan Pablo II y su ansiedad por ver al papa argentino
ROMA.- "Para uno que lo conoce al padre Jorge, es muy emocionante estar acá. Él es extraordinario." Dice esa frase y su voz se entrecorta por la emoción. Francisco Eusebio López es uno de los argentinos -no fueron muchos- que estuvieron presentes en la ceremonia en la que Franciscocanonizó a Juan XXIII y a Juan Pablo II . Es ministro de la Eucaristía en la catedral de Salta y vino a Roma junto a otros peregrinos de su ciudad. "Hoy [por ayer] se cumplen 27 años de la visita de Juan Pablo II a Salta", recuerda López, y cuenta que en la audiencia general de pasado mañana tratará de entregarle a Francisco los regalos que le trajo: una foto del papa ahora santo con un poncho salteño y un libro.
"No me podía perder esto; está acá el papa Francisco, que nos representa y que es el papa de los pobres", dice a su lado Cristina Ramírez de Rueda, que trabaja en un colegio religioso salteño.
Emocionada y junto sus hijos Luis y Teresita, María del Carmen Varela cuenta que hace décadas que se levanta a recibir por televisión las bendiciones cada vez que hay una ceremonia con un papa en el Vaticano. Estar ahora aquí, en ese lugar que tanto observó en la pantalla y nada menos que a punto de ver a un pontífice argentino es una vivencia que esta jujeña llevará en el alma. "Recordamos a Juan Pablo II como una persona que luchó por la paz y la integración en el mundo" , resume su hijo, Luis Grosenbacher.
Con la imagen de la Virgen de Luján en alto, las porteñas Gusi Castillo y su hija Constanza comentan que no dudaron un segundo en venir y que sacaron los pasajes en cuanto se supo la fecha de la canonización. "Para mí, Juan Pablo II es todo, todo?", dice la mujer, que está también expectante por ver en la audiencia de pasado mañana "al padre Jorge, que vale oro".
Con mate y termo en sus manos, el rosarino Nicolás Lázaro, que vive temporalmente en Roma, comenta que llegó a la plaza anteayer. "No podía no estar hoy acá; éste es un momento grandísimo para la historia del espíritu y de la Iglesia", declara.
El sábado, durante la jornada previa a la canonización, varios grupos colmaron la Plaza San Pedro y sembraron un clima de fiesta. Allí estaba la hermana Andrea García, platense de la comunidad Siervas del Plan de Dios, cantando junto a sus compañeras de varios países.
"Estamos felices de compartir este hecho histórico y esperamos aprender del ejemplo de los nuevos santos", afirma sonriente.
Fueron muchos los que el sábado por la noche estuvieron en las calles o plazas de Roma. La ciudad estuvo en estos días inundada de gente y fue difícil moverse y, para muchos, alojarse. Once templos del centro romano dejaron sus puertas abiertas toda la madrugada, con la invitación para los fieles a vivir la espera en un clima de oración. Pero no pocos aprovecharon para desplegar sus bolsas de dormir y descansar. Otros cantaron y bailaron en la plaza Navona, donde un grupo de jóvenes se ocupó de que nadie olvidara uno de los motivos de estar aquí: la Iglesia estuvo de fiesta.
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