Los anuncios y la agenda aún tienen en vilo a Colombia
Con el fin del gobierno de Iván Duque y el desembarco de Gustavo Petro al poder, a millones de colombianos les asaltan muchas dudas con respecto al rumbo que tomará el país
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BOGOTÁ.- Ayer terminó uno de los cuatrienios más complejos y desafiantes de nuestra historia. El presidente Iván Duque, hay que reconocerlo, no la tuvo fácil para ejecutar su plan de gobierno. La pandemia de Covid-19 puso a prueba la capacidad de nuestro país para mantenerse a flote.
Desde esta columna he criticado lo que he considerado inconveniente para el país y reclamado por el cúmulo de promesas que no se cumplieron. Lo he hecho con total independencia y sin haber jamás recibido reclamo del presidente. Sé que lo he mortificado en no pocas ocasiones, pero su actitud dice mucho de su personalidad como demócrata, de su espíritu pluralista y de su respeto a nuestra institucionalidad.
Navegar en las turbulentas aguas de la pandemia, agitadas por populismos de todos los pelambres, ha demandado un esfuerzo que el país no ha sabido reconocerle al presidente, pero lo hará en el futuro.
Termina su período un hombre preocupado por acertar y por cumplir, afable y conciliador, terco como la mayoría de los mandatarios, pero, ante todo, correcto y decente. No me cabe duda de que en poco tiempo vamos a añorar ese talante.
Y hoy empieza el gobierno de Petro. A millones de colombianos nos asaltan muchas dudas con respecto al rumbo que tomará el país. Los anuncios no arrojan sino incertidumbre y temores en muchos sectores, y aún sin conocer los textos de las reformas me adelanto a señalar que no suenan nada bien.
Impuestos
Comencemos por la tributaria. Me preocupa que con la introducción de los nuevos tributos y el incremento de algunas tasas sigamos profundizando nuestra pérdida de competitividad, continúe la salida de capitales y no se consiga atraer nuevas inversiones, ni locales ni foráneas. El jueves pasado tuve oportunidad de presentar al ministro de Hacienda designado mi preocupación por el regreso de impuestos antitécnicos, como el de patrimonio.
A ello se suma el incremento del gravamen a los dividendos y a las ganancias ocasionales en un 100 por ciento y el desmonte del descuento en el ICA y la creación de nuevos tributos, como el propuesto para el sector minero-energético, entre otros.
Me parece muy inconveniente que se puedan ideologizar el debate y el contenido de la reforma. Siento que en la reunión me escucharon con cordialidad, pero no me hago ilusiones de que se compartan nuestras propuestas para aumentar la recaudación sin afectar más al sector productivo.
En otros frentes, las preocupaciones también son válidas. Los anuncios en salud resultan alarmantes, al igual que los de la ministra López, quien no ha concretado cómo se ejecutarán sus propuestas para el sector agrícola y la reforma agraria.
No menores las del sector minero-energético. ¿Cómo vamos a garantizar nuestra seguridad energética? ¿Con qué se piensan reemplazar los descomunales ingresos que este primer semestre representaron 16.000 millones de dólares y son el 54 por ciento de todas nuestras exportaciones?
Y en el frente ambiental supongo que los promotores de las 8000 consultas previas, aprobado el Acuerdo de Escazú, no tendrán ahora camino distinto a desistir de estas.
Doctrina
Los que se relacionan con la fuerza pública, y en particular con la Policía Nacional, encabezan mi lista de preocupaciones. ¿Qué, en concreto, se pretende con sacarla del Ministerio de Defensa? ¿Cuál será la nueva doctrina para la institución?
Lo más preocupante es la aplanadora que se ha montado en el Congreso para “pupitrear” estas propuestas. Porque este gobierno lo que exige son compromisos incondicionales. Sorprende que los partidos Liberal, Conservador y de la U hayan aceptado declararse partidos de gobierno bajo estas condiciones.
Cambio Radical, por el contrario, no será parte del gobierno y no se compromete de antemano y a ciegas a votar estos proyectos. En general, compartimos las mismas preocupaciones que millones de colombianos y difícil será llegar a acuerdos con posiciones tan antagónicas.
Ya iremos viendo si se puede lograr algún consenso, pero tengo el pálpito de que aquí no habrá espacio a ninguna deliberación. Solo amigos incondicionales o contradictores, a quienes me temo tratarán como enemigos de la causa. Vaya acuerdo nacional.
El autor fue vicepresidente de colombia entre 2014 y 2017
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