Los antojos de los chinos ricos: una montaña en casa y castillos de hadas
Más de un millón de chinos tiene una fortuna superior al millón de dólares y muchos la invierten en extravagancias; el 73% se considera más feliz que sus padres
Los millonarios chinos no sólo gastan sus fortunas en viajes exóticos y productos de lujo, algunos eligen emprender proyectos extravagantes con los que soñaron toda la vida.
Dicen que el dinero no compra la felicidad, pero los excéntricos millonarios chinos bien podrían refutar el refrán popular. Sus fortunas, sumadas a años de planificación, les permitieron cumplir sus sueños de toda la vida: desde construir palacios de cuentos de hada a escala real, hasta vivir en su propia montaña artificial. Con un poco de perseverancia (o simple locura, según cómo se vea) y muchos billetes, todo parece posible.
Más de un millón de chinos tienen una fortuna personal superior a un millón y medio de dólares, de acuerdo con el último informe de GroupM Knowledge y Hurun Wealth (un gigante de medios y marketing, y una editorial dedicada a publicaciones de lujo en Pekín). Y 64.500, los denominados "súper ricos", tienen más de 100 millones de dólares. Si bien la mayoría gasta sus fortunas en viajes y todo tipo de productos de lujo, algunos prefieren poner su dinero al servicio de insólitos objetivos de vida.
Tal es el caso de Liu Chonghua, de 59 años, quien decidió hacer realidad sus sueños de la infancia. Chonghua hizo su fortuna a partir de la fabricación de tortas y otros productos panificados, un lujo cada vez más demandado por la creciente clase media china; él, sin embargo, creció en medio de la pobreza y el hambre en la ciudad de Chongqing, en la China rural de los 60. Tuvo una vida dura hasta que a partir de las reformas de Deng Xiaoping pudo, con su trabajo, convertirse en "el rey de las tortas", y ahora gasta sus millones en cumplir con todo lo que anhelaba de chico.
El empresario lleva gastados millones de dólares en la construcción de seis castillos de estilo europeo (inspirados en libros de cuentos) en Chongqing, todos abiertos al público. "De chico oía historias de princesas y castillos. Quise convertir los castillos de mis sueños en algo real", relató a la agencia AFP.
Sus construcciones, que incluyen un palacio inspirado en la película Aladino de Disney, pero también en diseños de Gaudí y en la arquitectura de las residencias reales británicas, forman parte de un proyecto que recién comienza. Su objetivo es llegar a 100 castillos.
"Alcancé la mitad de mis sueños. Lo que sigue es construir más y más increíbles castillos, que asombren a la gente", aseguró, aunque las autoridades de Chongqing ya han expresado su oposición al proyecto.
Aunque de una fortuna más modesta, el empresario Zhang Biqing, propietario de una cadena de clínicas de acupuntura y ex miembro del gobierno municipal de Pekín, también usó su dinero (y sus contactos con las autoridades, según sospechan sus vecinos) para cumplir sus sueños sin importar lo que otros pensaran. Pero su idea era tan alocada que resultó peligrosa y, aunque logró cumplir con su objetivo, finalmente debió dar marcha atrás.
Según reportó The South China Morning Post, Biqing, propietario de un penthouse de dos pisos en el complejo residencial Park View, en Pekín, decidió hacer realidad su deseo de "alejarse de todo", pero sin moverse de la ciudad. Durante seis años, y a pesar de las numerosas quejas de sus vecinos, cansados de los daños estructurales en el edificio, trasladó tierra, rocas y árboles al piso 26 para construir su propia montaña artificial donde vivir.
La estructura, de 590 metros cuadrados cubiertos, incluía colinas, una pileta y vegetación. En noviembre pasado, después de que el caso tomó notoriedad, las autoridades le ordenaron a Biqing demoler la montaña, al conocerse por los medios que su propietario jamás había obtenido el permiso necesario para construir.
Pero los sueños no sólo se construyen con ladrillos y rocas. Chen Guangbiao, de 45 años, tiene una riqueza estimada que supera los 700 millones de dólares y es uno de los hombres más ricos del país. Sin embargo, se crió en la pobreza y a partir de la muerte de su hermano y su hermana, en su niñez, se decidió a cambiar su destino. Construyó una fortuna con una empresa de materiales reciclables y decidió perseguir su sueño: hacer del mundo un lugar mejor.
Guangbiao se convirtió en una figura polémica con una serie de acciones extravagantes, como viajar a Taiwan, devastado por un tsunami en 2011, y dar en mano fajos de billetes a los damnificados, o subirse a una excavadora y destruir su Mercedes-Benz S600 para conmemorar el "día sin automóviles". El mes pasado, en una dura crítica a los medios chinos, anunció su intento de comprar The New York Times, lo que fue rechazado por las autoridades del diario norteamericano.
Según el último informe de GroupM Knowledge y Hurun Wealth, un 73% de los millonarios chinos se considera más feliz que las generaciones anteriores. Quizás esto de perseguir los sueños, por más alocados que sean, tenga algo que ver.
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