Los aliados de Vladimir Putin que ayudan a mantener la economía rusa a flote a pesar de las sanciones
Los datos más recientes muestran un aumento exponencial de los intercambios comerciales de algunos de los vecinos y aliados de Rusia, como Turquía, China, Bielorrusia, Kazajistán, Armenia y Kirguistán
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WASHINGTON.- A mediados del año pasado, en Armenia pasó algo muy raro pasó con los teléfonos celulares. En los meses previos, el valor de las importaciones de celulares que llegaban de todo el mundo a esa pequeña exrepública soviética se multiplicó por más de diez. Al mismo tiempo, Armenia registró una explosión de sus exportaciones de celulares a un vecino y aliado en problemas: Rusia.
El fenómeno se repitió en algunos otros países de Asia con productos como lavarropas y microchips, y es la evidencia más acabada de que la economía de Rusia tiene nuevos salvavidas que la ayudan a mantenerse a flote. Los datos más recientes muestran un aumento exponencial de los intercambios comerciales de algunos de los vecinos y aliados de Rusia, y sugieren que países como Turquía, China, Bielorrusia, Kazajstán y Kirguistán han dado pasos para proveer a Rusia de muchos de los productos que Occidente intenta retacearle como castigo por la invasión a Ucrania.
Las sanciones de Occidente -que incluyen restricciones operativas para los principales bancos rusos y límites a la venta de tecnología que los militares puedan usar con fines bélicos- bloquean el acceso del Kremlin a una amplia variedad de productos.
Según Maria Snegovaya, investigadora de Rusia y Eurasia para el Centro de Estudios Estratégicos Internacionales, dice que los informes que se filtran desde Rusia dan cuenta de la frustración de los consumidores por los altos precios o la mala calidad de los productos, desde la leche y los electrodomésticos hasta el software y los remedios. Y, sin embargo, los intercambios comerciales de Rusia parecen haber rebotado desde el piso que tocaron antes de la invasión, en febrero pasado. Los analistas estiman que las importaciones de Rusia ya habrían recuperado los niveles de preguerra o están a punto de hacerlo, según el modelo de análisis que se utilice.
En parte puede deberse a que muchas naciones de pronto descubrieron que abandonar a Rusia no es nada fácil. Una reciente investigación muestra que menos del 9% de las empresas con sede en la Unión Europea (UE) y el G-7 se han desprendido de alguna de sus filiales en Rusia. Y las empresas de monitoreo del comercio marítimo confirman un aumento del tráfico de flotas mercantes que podrían estar ayudando a Rusia a exportar energía, esquivando las restricciones occidentales a la comercialización de gas y petróleo rusos.
Aunque los países de Occidente no han prohibido el envió a Rusia de productos de consumo, como celulares y lavarropas, se esperaba que las otras estrictas sanciones -como el precio máximo que Rusia puede cobrar por su petróleo o restringir su acceso a semiconductores y otras tecnologías críticas- asfixiaran la economía del país.
Tras la invasión, algunas empresas como H&M, IBM, Volkswagen y Maersk frenaron sus operaciones en Rusia alegando razones morales y logísticas. Pero la economía rusa ha demostrado una impresionante resiliencia, lo que suscita dudas sobre la real eficacia de las sanciones. A muchos países se les complica reducir su dependencia de la energía y otros productos rusos, y el Banco Central de Rusia ha logrado apuntalar el valor del rublo y mantener estables los mercados financieros.
En su informe de hoy, el FMI estimó que durante 2023 la economía rusa crecerá un 0,3%, una fuerte suba con respecto a su pronóstico anterior, que anticipaba una contracción del 2,3%.
El FMI también anticipó que el volumen de exportaciones de crudo ruso se mantendrá relativamente fuerte a pesar del actual límite de precio impuesto por Occidente, y que Rusia seguirá reorientando su comercio hacia países que no se plegaron a las sanciones.
La mayoría de los barcos portacontenedores que llegan al puerto de San Petersburgo ya no transportan productos como teléfonos, lavarropas y repuestos de automóviles. Ahora esos productos llegan en camiones o trenes desde Bielorrusia, China y Kazajstán. Fesco, el operador de transporte ruso, ha agregado nuevos barcos y nuevos puertos de escala a la ruta marítima que une Novorossiysk con Estambul, Turquía, por donde transitan bienes industriales rusos y electrodomésticos y productos electrónicos extranjeros.
Sergey Aleksashenko, exviceministro de finanzas de la Federación Rusa, dijo este mes que 2023 sería “un año difícil” para la economía rusa, pero agregó que “no será una catástrofe ni habrá ningún colapso”.
Algunas partes de la economía rusa tienen problemas, dijo Aleksashenko, y habló de las fábricas de automóviles que tuvieron que cerrar por falta de piezas de Alemania, Francia, Japón y Corea del Sur. Pero el gasto militar y el aumento del precio de la energía ayudaron a sostener la economía rusa durante todo el año pasado.
“No se puede decir que la economía rusa esté destruida ni que Putin carezca de fondos para continuar con su guerra”, dijo Aleksashenko. “No sería verdad”.
Desde la invasión, Rusia dejó de difundir datos de su comercio exterior, pero los analistas y economistas igual pueden sacar conclusiones sobre su patrón de intercambios comerciales si suman los datos y registros de los países que comercian con Rusia.
Matthew Klein, escritor de economía y coautor de Trade Wars Are Class Wars (“Las guerras comerciales son guerras de clases”), es una de los que saca conclusiones sobre ese agujero del tamaño de Rusia en los datos de la economía global. Según sus cálculos, el valor de las exportaciones del mundo hacia Rusia en noviembre de 2022 estuvo apenas un 15% por debajo del promedio mensual anterior a la invasión.
Klein agrega que en diciembre las exportaciones globales hacia Rusia probablemente ya recuperaron por completo, aunque muchos países aún no han publicado sus datos comerciales de ese mes.
“La mayor parte de esa recuperación es particularmente gracias a China y Turquía”, dice Klein.
No está claro cuánto de este comercio viola las sanciones impuestas por Estados Unidos y Europa, “pero es un patrón sospechoso, que perece indicar que hay formas de eludir algunas de las sanciones”, señala Klein.
Uno de los estudios de caso en ese informe fue el salto en las ventas de teléfonos inteligentes armenios. Andrew S. David, director de investigaciones y análisis de Silverado Policy Accelerator, una organización sin fines de lucro con sede en Washington, dice que la tendencia actual reflejaba cambios en las cadenas de suministro para seguir suministrando bienes a Rusia.
Samsung y Apple, antes importantes proveedores de teléfonos móviles para Rusia, se retiraron del mercado ruso tras la invasión. Inicialmente también cayeron las importaciones de marcas populares de teléfonos chinos, ya que las empresas tenían problemas para entender las nuevas restricciones al envío de tecnología o para tramitar pagos internacionales con Rusia.
Pero después de un “período de ajuste”, dice David, el envío de celulares chinos empezó a dispararse. En diciembre, la suma de las exportaciones chinas a Rusia alcanzó un récord, ayudando a compensar la fuerte caída del comercio con Europa. Y hasta los teléfonos Apple y Samsung parecen haber encontrado el camino de regreso a Rusia, tras hacer escala en los países vecinos amigos.
“Armenia ciertamente no es la única”, apunta David. “También están llegando muchas cosas desde el centro-oeste de Asia, Turquía y las exrepúblicas soviéticas”.
Ana Swanson
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