Liz Truss renunció tras solo 44 días en el poder y se ahonda la crisis británica
Acorralada por una rebelión interna y el rechazo de los mercados a su plan fiscal, la premier puso fin a una turbulenta gestión, la más corta en la historia del país; se quedará en el cargo hasta que los conservadores definan su sucesión
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PARÍS.– Acorralada, la primera ministra británica, Liz Truss, renunció después de una traumática permanencia de 44 días en el poder, en los cuales sufrió una rebelión de su partido y la resistencia de la opinión pública, el Parlamento y los mercados financieros. Su fugaz gestión la convirtió en la premier más efímera en 300 años de historia. La dirigente conservadora superó el récord establecido por George Canning, que murió después de ocupar el puesto apenas cuatro meses, en 1827. El premier británico más breve de la era moderna fue Andrew Bonar Law que duró 209 días (entre 1922 y 1923).
En ese breve mandato, Truss tuvo el extraño privilegio de haber sido la última de los 15 jefes de gobierno que conoció la reina Isabel II durante sus 70 años como soberana y la primera del nuevo monarca británico Carlos III.
El estrepitoso derrumbe de Truss, de 47 años, que había sido elegida el 6 de septiembre para suceder a Boris Johnson, causó un sentimiento de alivio generalizado dentro del partido tory, en los medios políticos, en la City y en el mercado financiero, que había sancionado sus políticas financieras con una brutal caída de la libra.
Ella misma anunció su retiro del poder en un breve mensaje de apenas un minuto, en el cual informó que había entregado su dimisión al rey Carlos III. Sin haber expresado el menor remordimiento por el fracaso de sus medidas, la premier saliente justificó su decisión al argumentar que “no estaba en condiciones de cumplir el programa para el cual había sido elegida por el Partido Conservador”.
Finalmente se limitó a indicar que su sucesor será designado durante la próxima semana en una elección interna de los tories.
El laborista Keir Starmer, líder del principal partido de oposición, apeló por su parte a “convocar de inmediato” a elecciones generales sin esperar la conclusión de la actual legislatura, prevista para fines de 2024.
El acelerado proceso de deterioro político y económico que culminó con la caída de Truss comenzó el 23 de septiembre último, cuando el entonces flamante canciller del Tesoro (ministro de Finanzas), Kwasi Kwarteng, presentó un “mini-presupuesto” que preveía un drástico programa de reducciones impositivas –sin financiación prevista– y una serie de “regalos” fiscales a las grandes empresas y a los sectores más opulentos de la sociedad.
El temor generalizado de un derrape incontrolado del gasto público provocó el derrumbe de la libra esterlina a 1,035 dólares, cifra que pulverizó el dramático récord de 1985, cuando la divisa británica había llegado a 1,052. Al mismo tiempo se dispararon las tasas de interés a largo plazo.
El Banco de Inglaterra debió intervenir en forma urgente para impedir que la situación degenerara, mientras que el Fondo Monetario Internacional (FMI) intervino públicamente para advertir sobre el riesgo de una crisis financiera grave, capaz de crear una epidemia de contagios en los países más expuestos, como Estados Unidos y la Unión Europea (UE).
Como resultado de la ola de pánico registrada por la City y los mercados monetarios, Kwarteng tuvo que renunciar y fue reemplazado por Jeremy Hunt. El nuevo ministro de Finanzas, mucho más profesional, no solo logró restablecer un mínimo de confianza, sino que tomó virtualmente el control del gobierno y desplazar de la cabina de comando a Truss. Se convirtió –según la revista The Economist– en “el hombre más poderoso de Gran Bretaña”.
Ambicioso dirigente que había participado en las “eliminatorias” realizadas por los tories para reemplazar a Johnson, Hunt retiró las decisiones fiscales anunciadas días antes por la primera ministra, pero conservó las medidas de austeridad y prometió cortes suplementarios del gasto público para hacer frente a una inflación que había escalado a un ritmo anual mayor al 10%.
La suerte de la primera ministra quedó finalmente sellada anteayer en una caótica sesión del Parlamento, en la cual fue acusada –tanto por la oposición como por sus propios partidarios– de incompetente, improvisada, ambiciosa e inescrupulosa.
Esa misma noche los diputados más influyentes del Partido Conservador la forzaron a renunciar para poner término a una crisis que estaba colocando en peligro la estabilidad del país.
Un número creciente de parlamentarios conservadores había pedido su renuncia para poner fin al caos. “Es hora de que la primera ministra se vaya”, dijo la parlamentaria Miriam Cates. Otro, Steve Doublee, dijo que Truss “lamentablemente no está a la altura de la tarea’' de premier. Y la legisladora Ruth Edwards sostuvo que “no es responsable que el partido le permita continuar en el poder’'.
Ayer a primera hora, para acelerar su decisión y la presentación de la renuncia a Carlos III, el diputado Graham Brady le sometió el calendario de reemplazo adoptado por los “barones” tories.
Brady, que dirige el comité 1922 encargado del funcionamiento del Partido Conservador, anunció que el nuevo primer ministro será nombrado antes del 28 de octubre. Los candidatos deberán reunir por lo menos 100 firmas antes del lunes a las 14 horas y solo tres podrán participar en las ruedas finales de votación (ver página 3). Truss quedará en funciones hasta que llegue a Downing Street el nuevo primer ministro.
Dificultades
En ese contexto, la carrera por la sucesión no será fácil, debido a la proliferación y la calidad de los aspirantes. En medio de una atmósfera electrizada por las tensiones y ataques, varios diputados crearon el hashtag #BringBorisBack (#Traigan a Boris de vuelta) para promover la candidatura del ex primer ministro. Sus partidarios invocan razones de “interés nacional” para reclamar su regreso al poder. Los bookmaker lo cotizaron inmediatamente a 10 por cada 5.
Los otros posibles participantes son el ex ministro de Finanzas, Rishi Sunak, candidato derrotado en las internas de septiembre que culminaron con la designación de Truss. Sunak es el gran favorito, pero en realidad –a pesar de ser millonario y exitoso hombre de finanzas– tropieza con la resistencia que crea su origen indio y el ministro de Defensa, Ben Wallace.
Los otros candidatos importantes son, por ahora, cuatro mujeres: la líder tory en la Cámara de los Comunes, Penny Mordaunt; la exministra del Interior de origen indio Suella Braverman –cuya renuncia precipitó anteayer la caída de Truss– y la diputada negra Kemi Badenoch. La semana pasada Hunt cosechó un enorme prestigio cuando logró evitar que el navío británico se estrellara en los escollos, pero dijo que no se presentaría como candidato conservador.
Ahora la clase política tiene apenas una semana por delante para designar al próximo comandante encargado de mantener el país a flote y alejarlo de la zona de riesgo a la que se acercó por la actual crisis política y económica.
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