ISLA DE PASCUA, Chile.- En apenas 100 años, las esculturas de piedra que vigilan el borde costero de la isla habitada más lejana del mundo podrían verse como rectángulos.
Las cabezas gigantes talladas hace siglos por los pobladores de la Isla de Pascua, perteneciente a Chile, que encarnan a los ancestros vivos de los Rapa Nui, afrontan amenazas como la invasión de microorganismos, pérdida de suelos por oleaje, el viento y el libre paso de animales de la ganadería.
El deterioro resulta patente, pero expertos dicen que es posible preservar a los más de 1000 moais que asombran a los turistas al llegar al territorio polinésico, ubicado a unos 3700 kilómetros del Chile continental.
Los grupos de moais más famosos, como el "ahu" (plataforma) Tongariki, la cantera de Ranu Raraku y los restos de Orongo, reciben mayores cuidados de expertos y de la comunidad indígena Mau Henu'a, que administra el turístico Parque Rapa Nui.
Pero la isla tiene por lo menos 30.000 sitios arqueológicos en sus 166 kilómetros cuadrados, en su mayoría expuestos al aire libre con protección insuficiente. Los vestigios, declarados patrimonio de la humanidad por la Unesco, además son vulnerables a un clima cada vez más extremo.
En las colinas que rodean al humedal Rano Raraku, donde sobresalen decenas de gigantescos moái, unas manchas blancas en la roca alertan sobre el peligro de los líquenes, unos microorganismos compuestos por hongos y algas que carcomen las esculturas, deformándolas.
"Yo imagino que en un siglo más estos moais serán básicamente figuras cuadradas", dijo Tahira Edmunds, asesora de la Corporación Nacional Forestal (CONAF) del gobierno de Chile, que trabajó en limpieza de las esculturas para retirar líquenes.
La arqueóloga Sonia Haoa, nativa rapa nui, trabaja en inventarios sobre el patrimonio en Isla de Pascua, que no solo comprende a los moais. Estima que cerca del 70 % de las piezas talladas están afectadas por hongos.
"Jamás vas a poder pelear con el tiempo ni con el clima, pero puedes retener [piezas arqueológicas] pensando en que otros pueden compartirlo", dijo.
Los líquenes pueden combatirse con una trabajosa limpieza y recubrimiento con químicos de sellado para frenar la humedad y evitar que la porosa roca volcánica se desmorone, añadió Haoa.
Un moai, una solución
La conservación se enfocó parcialmente en sitios emblemáticos de Rapa Nui, pero el costo total para restaurar y proteger las piezas del daño externo podría alcanzar los 500 millones de dólares, según estimaciones preliminares de autoridades locales y expertos.
La erosión de las costas causada por un oleaje más fuerte también pone en riesgo a los moais. En el sudoeste de la isla, en el sector de Akahanga, un cartel anuncia un proyecto de restauración luego de que una plataforma arqueológica fuera dañada por marejadas.
"Hay moais que están bajo riesgo de caer al mar por erosión del terreno y a lo mejor no tiene ni sentido aplicarles productos químicos si es que se van a destruir", dijo Francisco Torres, jefe de conservación del museo antropológico de Rapa Nui (Mapse).
Torres señaló que cada moai necesita un tratamiento específico, al afrontar diversos factores de degradación. En el caso de piezas que pueden verse en las laderas de la isla, el paso de animales de ganaderos, en especial vacas, destruye estatuas en sectores apartados o con menor atención de turistas.
No existe un fondo gubernamental destinado especialmente a preservar todo el patrimonio de la isla, aunque las comunidades locales vuelcan una parte de los ingresos por turismo en reparación y protección. Los recursos resultan escasos, afirmaron.
El alcalde de Isla de Pascua esboza propuestas para recaudar fondos que se destinen a conservación, pese a que cualquier decisión que involucre a los moais requiere autorización del Consejo de Ancianos y de otros organismos rapa nui.
En un asunto polémico, menciona al moai Hoa Hakananai'a que está en poder del Museo Británico después de que fue removido de la isla hace más de 150 años por marinos ingleses. Autoridades rapa nui y el gobierno chileno pidieron la devolución de la conocida estatua de cuatro toneladas y el museo accedió a sostener diálogos para abordar la controversia.
El alcalde Pedro Edmunds Paoa dijo que el Hoa Hakananai'a quizás podría convertirse en un "embajador" de Rapa Nui y que las charlas con el museo podrían llevar a acuerdos que impliquen ingresos para conservación por la exhibición de la escultura en el exterior. "Ganaríamos mucho más", afirma.
Sonia Paoa coincide. Y aunque insiste en que el patrimonio de la isla va mucho más allá de sus enormes estatuas, reconoce que su prevalencia es clave para la subsistencia de Rapa Nui.
"¿Qué le dejas a un niño de 10 años, qué habrá en Isla de Pascua para que el turista europeo o chileno venga a ver? ¿Cómo podrá sobrevivir?", se pregunta. "Es el único pozo de petróleo que tenemos".
Agencia Reuters
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