Esta forma de vida busca pasar los últimos años de forma austera y con la menor cantidad de objetos materiales posibles
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Objeto más, objeto menos, la gran mayoría de nosotros vivimos rodeados de cosas absolutamente innecesarias. Desde ropa vieja hasta prendas sin estrenar, desde electrodomésticos de usos cuestionables hasta fotos de gente de la que ya ni recordamos su nombre, tendemos a acumular mucho más de lo que necesitamos para vivir. Y, si a veces nosotros mismos no sabemos qué hacer con tanto, imaginate el dolor de cabeza que pueden llegar a ser tus cosas para tu familia el día que dejes de existir.
Los suecos, sin embargo, parecen haber encontrado una manera muy pragmática de lidiar con esta situación: organizan y se deshacen de gran parte de sus pertenencias antes de que la parca les toque a la puerta. Se trata de una práctica bautizada döstädning -un término relativamente reciente para nombrar una antigua costumbre- que combina la palabra dö (muerte) y städning (limpieza u orden).
Esta “limpieza antes de la muerte” consiste en deshacerse de todo lo innecesario antes de dejar este mundo. Una práctica que la artista nonagenaria sueca Margareta Magnusson explica en detalle en “El arte sueco de ordenar antes de morir” (Reservoir Books, 2017). Básicamente, “la idea es no dejar un montón de basura al morir. Basura de la que tendrán que hacerse cargo otras personas”, le explicó Magnusson a BBC Mundo. “En esta cultura consumista en la que vivimos, döstädning es una forma de ayudar a los que dejas atrás”, añadió.
Es una idea tan pero tan simple que uno diría que no requiere explicación, si no fuera porque a más de uno la muerte de un familiar lo dejó con una montaña de problemas sin resolver, cosas para organizar, además de una pena infinita. “Un día cuando ya no estés acá, tu familia va a tener que ocuparse de todas tus cosas y no creo que sea justo”, explicó Magnusson en un video que grabó junto a su hija. “Pensá en tus personas favoritas. ¿Querés poner toda tu basura en sus regazos. Y pensá en todas tus cosas favoritas: ¿deberían acabar en un contenedor?”, le dijo a BBC Mundo.
“Tuve que ordenar tantas veces después de morir otra persona, que ni por asomo obligaría a alguien a hacerlo después de mi muerte”, agregó la autora, a quien le tocó ocuparse de lo que dejaron su padre, su madre y su marido una vez muertos.
Aún así, la artista reconoce que el proceso no es sencillo para todos. “Hacer inventario de todas nuestras antiguas pertenencias, al tiempo que rememoramos la última vez que recurrimos a ellas, y despedirnos de algunas no es tarea fácil para muchos de nosotros. Las personas tendemos más a acumular cosas que a tirarlas”, escribió en su libro.
Pero reconoce que ella siempre está haciendo este tipo de limpieza, porque le gusta “tener todo lindo alrededor y mantener cierto orden”. “Disfruté repasando mis recuerdos, mi vida. Dándoles cosas a mis nietos y a mis hijos. Yo no lo veo como algo triste -dice- sino más como un alivio”, reflexionó.
Manos a la obra
Si este concepto nórdico te resulta atractivo y creés que puede serte útil, Magnusson tiene varias sugerencias sobre cómo abordar la tarea. En primer lugar, empezar por ver qué cosas tenés en el ático o en el sótano o en los armarios del recibidor. Es decir, en los lugares que no están a la vista y a donde suelen ir a parar las cosas de poco uso, aquellas con las que no sabés qué hacer y que quizás ni recordás que tenés.
También podés pensar en algún familiar más joven o amigo, a quien le puedas dar cosas que a vos ya no te sirven y que le vendrán de maravilla.
“Comenzá con las cosas grandes. Mesas, sillas, muebles. Luego pasá a cosas más pequeñas como ropa u ollas y sartenes”, le dijo a BBC Mundo. En cuanto a la ropa, sostiene que lo ideal es tener un guardarropa con solo aquello que nos gusta usar, con prendas combinables entre sí, al que uno podría acudir casi con los ojos cerrados y siempre salir bien vestido. Prueba de ellos son la mayoría de las fotos que se ven de ella en internet, en las que siempre luce un pantalón liso y una invariable camiseta a rayas.
Los ítems que solo te incumben a vos, como pueden ser souvenirs, cartas, diarios o fotos íntimas, podés guardarlos en una caja etiquetada con el nombre de alguien de confianza, y con claras instrucciones para que se deshaga de ella sin inspeccionar su contenido. También recomienda conseguirse una trituradora de papel para destruir los documentos muy privados, que puedan hacer daño o simplemente innecesarios.
Igual importancia tienen los problemas o situaciones no resueltas con amigos y familiares: es buena idea tratar de aclararlas antes de que sea demasiado tarde.
Las claves para acceder a páginas web y cuentas digitales, puedes dejarlas anotadas en algún sitio para facilitarle los trámites a quienes se quedan, dijo. Y, por último, podés dedicarte a organizar (o desechar) las fotos, los recuerdos. Eso siempre es mejor dejarlo para el final, “porque si no quedarás atrapado en el baúl de los recuerdos y no podrás hacer nada”, explicó. Lo mejor es hacerlo solo ya que precisamente el objetivo es no sobrecargar a los demás.
Conversación difícil
¿Cuál es el momento ideal para encarar esta tarea? “Si estás en la recta final, no esperes demasiado...”, escribió la artista. Sugirió como mínimo empezar a los 65 años, pero en realidad cree que lo mejor es empezar tan pronto nos sea posible.
“Empieza a tiempo, antes de que seas demasiado viejo y débil para hacerlo”, recomendó Magnusson, que dice que todos los días hace un poquito. “Nunca es demasiado pronto. Sólo es demasiado tarde cuando ya estás muerto”, le comentó a BBC Mundo.
“No te arrepentirás, ni tampoco tus seres queridos”, dijo. Y si no estamos pensando en nosotros sino en nuestros padres, Magnusson sugiere tener en algún momento esa charla con ellos. “Claro que no es fácil, pero creo que si no lo hacés cuando están vivos, luego será un infierno para vos más tarde”, explicó.
“Tenés que ser un poco descortés y quizás podés ir con ellos al sótano o al desván y preguntarles qué quieren hacer con esto o con aquello, y si podés ayudarlos a reducir sus pertenencias. No creo que se enojen por ello”, concluyó Magnusson.
Por Laura Plitt
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