Leopoldo López Gil: “Venezuela compra misiles a Rusia con la posibilidad de llegar al Caribe y a los países vecinos”
El dirigente venezolano-español, padre del líder de la oposición a Maduro, sostiene que pese al repudio mayoritario de América Latina a la guerra en Ucrania, los tentáculos con Venezuela son demasiado estrechos
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Mejor conocido como el padre del dirigente Leopoldo López, uno de los presos políticos más emblemáticos (ahora exiliado) del régimen de Nicolás Maduro, el empresario y político venezolano Leopoldo López Gil pelea las mismas batallas, a veces quijotescas, que su hijo: la democracia, los derechos humanos y las libertades.
Tras dejar Venezuela y nacionalizarse español, López Gil enarbola esas banderas y continúa esas luchas democráticas desde el Parlamento Europeo, donde fue elegido diputado en 2019, y como tal viajó a Buenos Aires para la Sesión Plenaria de la Asamblea Parlamentaria Euro-Latinoamericana.
En diálogo con LA NACION, insistió en alertar sobre los estrechos vínculos entre el régimen de Nicolás Maduro y la Rusia de Putin, pero también destacó la respuesta mayoritaria de América Latina en repudio de la invasión a Ucrania, con la excepción de los sospechosos de siempre.
-¿Qué le pareció la respuesta de América Latina a la guerra en Ucrania?
-Es evidente que en América Latina existe una unidad de criterio para rechazar la invasión de un país absolutamente injustificada como es el caso de Rusia a Ucrania. Las excepciones han sido fundamentalmente tres países unidos por una afinidad a la extinta Unión Soviética y por supuesto con algunos vínculos económicos importantes con Rusia, como es el caso de Venezuela, Cuba y Nicaragua. El resto de los países han manifestado rechazo, en distintos grados, pero fundamentalmente ha habido unidad en ello. Creo que veremos en un futuro más rechazo, a medida que se va conociendo la crueldad y los crímenes de guerra de Putin y sus cuadros de dirigencia, y a medida también que vayamos conociendo las vinculaciones nada respetables de los oligarcas rusos con la parte oscura de las economías latinoamericanas, y no solo los países mencionados.
-¿Cómo serían esos tratos con los oligarcas rusos?
-A medida que se están destapando los flujos económicos de los oligarcas con América Latina, se están viendo vinculaciones que tal vez hasta hace poco no conocíamos porque a nadie le interesaba investigar. Ahora, como se están investigando con motivo de las sanciones que han impuesto los países occidentales, fundamentalmente Estados Unidos, Canadá y la Unión Europea, al hacerle seguimiento a estos tesoros de los oligarcas se está encontrando que hay algunas vinculaciones. Es algo que se está investigando.
-Desde el punto de vista de la economía formal, ¿es tanta la dependencia con Rusia para que algunos países voten a su favor en los foros internacionales?
-Los vínculos formales se dan más en países como Venezuela, Nicaragua y Cuba. En el caso venezolano ha habido enormes cantidades liberadas por bancos rusos como créditos y operaciones petroleras. No es una cosa nueva. Viene desde que el fallecido Hugo Chávez consiguió la compra de armas con Rusia como una fuente importantísima para cambiar la orientación de las fuerzas armadas venezolanas. Se cambió el antiguo armamento, que era igual al de la OTAN, por un armamento comprado fundamentalmente a Rusia, Bielorrusia y China, desde helicópteros, aviones y sobre todo fusiles. En Venezuela se estableció una fábrica de fusiles automáticos Kalashnikov, que todavía está funcionando. Ya se temía que estas armas terminaran en manos de la guerrilla o de grupos insurgentes en Colombia y otros países de la región.
-Y terminaron ahí…
-La fábrica todavía está funcionando, y Colombia ha hecho muchas veces el seguimiento de esas armas. Desde la época de la presidencia del señor Álvaro Uribe (2002-2010) había un seguimiento que indicaba que sí, que muchas de estas armas terminaban en manos de la guerrilla colombiana.
-¿Venezuela se convirtió en la cabeza de playa de Rusia en América Latina, más todavía que Cuba?
-Es así ciento por ciento. Cuba, después de la experiencia de los misiles soviéticos, ciertamente se ha cuidado mucho más de no excitar los celos del gigante norteamericano, mientras que Venezuela, desde la época del difunto Chávez, ha venido tentando siempre una relación armamentista que incluye la compra de misiles. Tal vez de misiles de corto alcance, pero misiles al fin, que se están estableciendo en distintas regiones de Venezuela, con la posibilidad de llegar al Caribe obviamente, y a los países vecinos.
-¿Qué pasa con el comentado acercamiento de Washington con el régimen de Maduro, como parte de su estrategia para enfrentar a Rusia?
-Siempre repito que hace muchísimos años Lord Palmerston, el primer ministro inglés, dijo que el Reino Unido no tenía enemigos permanentes, solo intereses permanentes. Yo creo que la política exterior de los países normalmente se rige por esto, y que los intereses prevalecen por encima de los principios y los valores. Una cosa es la defensa de los valores internamente, los valores de la democracia, de la justicia, de la libertad, de la igualdad, en países como Estados Unidos, y otra son los intereses. Cuando se tienen intereses para frenar la inflación, para volver a alimentar las estaciones gasolina que están hambrientas porque les falta petróleo barato... pues empiezan a hurgar otra vez en unas relaciones en lugar de las condenas. Creo que esto es bastante claro y es lamentable.
-En esta coyuntura parecería que la influencia rusa en Venezuela se va a debilitar. ¿Cómo puede repercutir internamente en la crisis del país?
-No sé si Rusia se va a debilitar en Venezuela. Por lo contrario, creo que es una ocasión de que Rusia se fortalezca, y Venezuela estreche su alianza con Rusia. El acercamiento de la Casa Blanca fue muy tibio e inmediatamente tuvo un rechazo del propio grupo demócrata. Creo que el vínculo con Rusia se está fortaleciendo. La explotación petrolera tiene mucho más sentido que continúe con los rusos a que se comience a abrir una relación que va a requerir el reconocimiento de una deuda a compañías como Chevron, y una inversión de capital que no sé si los americanos estarían dispuestos a hacer en la Venezuela de hoy sin cambiar mucho las reglas de juego.
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