Una agente profesional de MI6 con una amplia trayectoria en antiterrorismo reveló las diferencias con el personaje ficcional del espía
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Finalmente. Después de varias postergaciones provocadas por la pandemia y un repentino cambio de director, la esperada y más reciente película de James Bond llega a las pantallas. Sin tiempo para morir es la 25° producción de una película de Bond y la despedida de Daniel Craig como intérprete del galante espía.
Pero, ¿qué tanto se relaciona esa fantasía de Bond a lo que realmente sucede en la verdadera MI6, la agencia de espionaje exterior de Reino Unido, propiamente conocida como el Servicio Secreto de Inteligencia (SIS, por sus siglas en inglés)? Y, quizá más importante, ¿cuán relevante puede ser una agencia de espionaje en esta era digital?
“Creo que la mayor diferencia”, cuenta Sam (no es su nombre verdadero), “es que somos más colaboradoras que las personas en Bond. Muy raramente, si alguna vez, saldría a hacer algo sola, sin apoyo. Se trata de trabajo en equipo… siempre te rodea un equipo de seguridad”.
Sam es una agente profesional de MI6 con una trayectoria en antiterrorismo, una de varios agentes de inteligencia en funciones a quienes les solicité reunirnos para una entrevista en anticipación del estreno de la película de Bond.
Bueno, entonces si no son Bond, ¿qué es exactamente lo que los verdaderos agentes de MI6 hacen, ya sea desde su base en la oficina central al lado del Támesis, en Londres, o en el exterior “en el campo de acción”?
“Hay una gran variedad de cargos que podés asumir”, dice Tara, que tampoco se llama así. “Está el manejo de agentes y reclutamiento, necesitamos expertos técnicos, tenemos equipos de comunicación, en el frente es más fuera de lo normal. Nunca hay nadie a solas. Se parece muy poco a la realidad de trabajar para SIS. Así que pienso que si alguien quisiera hacer eso se darían cuenta muy pronto durante el proceso de solicitud que esto no es para ellos”.
¿Armados? ¿Los agentes de MI6 portan armas de fuego? La respuesta oficial es: “No lo podemos confirmar ni negar”.
Pero otro agente de MI6 me contó: “La idea de un tipo entrando a golpes por todas partes del mundo acribillando gente es un absoluto anatema para nosotros. Alguien así ni siquiera lo dejaríamos entrar por la puerta”.
Pero, si hacemos una pausa para considerar algunos de los sitios más peligrosos del mundo donde es más probable que los agentes de inteligencia británica operan, es difícil imaginar que si ellos mismos no andan armados, alguien muy cerca a ellos estará listo con todo el armamento y pendiente de ellos.
Estrictamente hablando, los empleados de MI6 no son agentes. Son funcionarios de inteligencia que, en la línea de combate, tratan de persuadir a los verdaderos agentes -los que podrían ser individuos bien ubicados, por ejemplo, dentro de una célula de plan de ataque de al Qaeda o un centro de investigación nuclear de un estado enemigo- a que roben secretos vitales para el gobierno de la reina Isabel II.
Son los agentes los que toman los mayores riesgos todos los días, y es claro que el MI6 hace grandes esfuerzos por proteger sus identidades y sus familias.
Así que, ¿qué tanto se acerca un supervisor de agentes al verdadero agente?, pregunto. ¿Pueden alguna vez entablar amistad?
“Hay una dependencia mutua”, dice Tom, otro funcionario en servicio. “Sos responsable de la vida de otro, así que hablás de cosas que tal vez no quiera escuchar, podrías tener conversaciones difíciles, pero se trata de su seguridad”.
“Las personas ponen sus vidas en riesgo para trabajar con nosotros”, añade Tara. “Algunas no son tan arriesgadas. Pero hay una categoría de personas con las que tenemos el privilegio de trabajar que, si las descubren trabajando con nosotros, estarían en grave peligro. Podrían perder la vida, y eso lo tomamos muy en serio desde el primer momento en que interactuamos con esa persona”.
Mucho ha sucedido en el mundo real del espionaje en los pasados seis años desde la última película de Bond, 007: Spectre, en 2015. El autodenominado califato de Estado Islámico llegó y se fue, el acuerdo para contener las ambiciones nucleares de Irán está prácticamente deshecho y China está insinuando “recuperar” a Taiwán. Hay mucho para mantener ocupado a MI6.
Pero en una época en que casi toda acción que tomemos deja un huella digital, ¿todavía hay un lugar para un servicio de inteligencia humano a la antigua, con la larga tradición del arte de persuasión para que gente ayude a robar los secretos de otros?
“Si mirás de un extremo a otro el ciclo de vida de la información que está siendo analizada”, explica Emma (una vez más, no es su nombre real), una alta funcionaria técnica interna, “hay personas involucradas en cada paso del proceso. Y esas son las relaciones que estamos cultivando. Por supuesto que estamos tratando de aprovechar todas esas tecnología para apoyar a nuestros empleados de inteligencia en el campo”.
Entonces, ¿hay un taller lleno de artilugios en lo profundo de la oficina central de MI6 en Londres? Aparentemente, sí.
“Es muy diferente a lo que vemos en la películas”, afirma Emma. “Tengo un equipo de ingenieros mucho más numeroso trabajando para mí y entregando nuevas capacidades. Y, contrario a las películas, no todos usamos batas blancas y ni nos vemos ni hablamos como bichos informáticos. Pero, en cuanto a dispositivos, trabajamos muy de cerca con los funcionarios de inteligencia para saber qué necesitan”.
Han pasado casi 60 años desde la primera película de James Bond, El satánico Dr. No, en 1962, y otros diez antes de eso cuando el autor Ian Fleming creó el personaje ficticio después de trabajar para la inteligencia naval.
Desde entonces, el carácter del espionaje ha cambiado hasta el punto de ser irreconocible.
Actualmente, hay funcionarios en las altas esferas de MI6 que iniciaron sus carreras antes de que existieran los teléfonos móviles o Internet, sin hablar de las redes sociales. Los archivos se guardaban en gabinetes de acero dentro de cajas fuertes. Todavía no se usaban los datos biométricos y, oficialmente, MI6 ni siquiera existía antes de 1994.
En ese entonces, era relativamente fácil introducir un agente de inteligencia encubierto a través de una frontera en un lugar hostil asumiendo una identidad falsa y algunas veces, literalmente, colocándose una barba falsa y unos anteojos.
Es más difícil hoy en día -aunque no imposible. Como muestra está el equipo del Directorio Principal del Alto Estado Mayor de las Fuerzas Armadas de Rusia, GRU, que viajó sin contratiempo a Salisbury, Inglaterra, en 2018 para, según la policía metropolitana de Londres, tratar de asesinar a un exagente de la KGB, Sergei Skripal.
Hoy, la revolución digital, con todos sus datos biométricos, reconocimiento del iris, Inteligencia Artificial (AI), cibernética, criptografía y computarización cuántica, ha hecho imprescindible la tecnología en el espionaje.
Pero la inteligencia humana siempre será indispensable, expresa Sir Alex Younger, que fue jefe de MI6 durante seis años hasta 2020. Su contraparte ficticia de la pantalla, M, interpretado por Ralph Fiennes en Sin tiempo para morir, advierte proféticamente que, “el mundo se está armando más rápido de lo que podemos responder”.
Eso es algo que claramente mantiene a las mujeres y los hombres de carne y hueso en MI6 presentándose en el trabajo.
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