Le pagó a un sicario para matar a su esposo y obtener una pensión, pero nada salió como esperaba
Según los investigadores, la escena del crimen fue uno de los peores baños de sangre que jamás hayan visto
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La tercera fue la vencida para Yorladis de Jesús Bedoya. Esta mujer, condenada por mandar a matar a su esposo, intentó tres veces encontrar a alguien que cumpliera sus dos deseos: que él muriera y que ella puediera quedarse con la herencia. En la mañana del 16 de enero de 2021 encontró quien cumpliera el primero de ellos, pero su segundo anhelo vicioso quedó en nada, ya que -tras su vinculación al caso- la herencia y las pensiones murieron con su marido.
La historia de este crimen empezó el primero de enero del 2021. Consultando adivinadores y brujos se habrían conocido Bedoya y Jorge Andrés Correa, el hombre contratado para acabar con la vida de Álvaro Antonio Chica, un reconocido profesor y pensionado del magisterio en Caldas.
El 2 de enero de 2021, en una cafetería cerca a la casa del profesor, se reunieron la primera vez para hablar de cuánto valdría, cómo y dónde se cometería el crimen. Todo lo demás se organizó por chat, hasta que se encontraron la noche del 15 de enero en la casa de la víctima, la misma que compartía con su esposa y el hijo de esta. Mientras el profesor estaba en su cuarto viendo televisión, en la habitación contigua definían detalles para asesinarlo. Era la habitación de su esposa, con la que ya no dormía.
Esa noche, el confeso asesino recibió el primero de los cinco millones que la mujer le ofreció por el delito. Los cuatro restantes se los daría una vez que Chica estuviera muerto y ella pudiera vender un carro u otras pertenencias de su fallecido esposo.
Alrededor de las 7 de la mañana del lunes 16 de enero, la esposa del profesor salió de su casa con ropa deportiva y zapatillas. “En las cámaras se ve cómo el agresor y ella se encontraron en la puerta. Le abrió, él ingresó y ella se fue a caminar. Según dijo en el interrogatorio, en ese momento ella se arrepintió, pero él decidió seguir adelante porque quería el dinero”, relataron a EL TIEMPO intendentes de la Seccional de Investigación Criminal de Manizales.
Correa entró a la vivienda mientras la víctima veía televisión, se abalanzó sobre él y le causó la primera herida. “Las pruebas nos indican que recibió la primera en la habitación cuando estaba acostado y se paró a repeler el ataque, y en el forcejeo manchó de sangre las paredes por todo el recorrido y recibió otras heridas y golpes contundes”, le explicó a EL TIEMPO Constanza Pachón, fiscal del caso para ese entonces.
De acuerdo con los investigadores, fueron 11 heridas en total recibidas en cuello, tórax y abdomen. “Tenía muchas heridas de defensa, él luchó por su vida”, agregó la Fiscal. Mientras todo eso ocurría en el interior de la vivienda, los vecinos del sector escuchaban los gritos y algunos lograron ver lo que pasaba dentro de la casa.
Uno de ellos llamó a la Policía que acudió al lugar de los hechos y encontró el cuerpo de Chica tendido sobre el piso de la cocina. “La escena fue muy impactante. Encontramos un cuerpo, manchas de sangre por todas las paredes, porcelanas, cuadros y mesas rotas en el piso”, describieron los oficiales que atendieron el caso.
Del agresor no quedó para ese momento rastro alguno. Solo una descripción de sus rasgos físicos dada por un testigo presencial y que coincidían con algunas del hijastro de la víctima. El hijastro, trabajador de una fábrica, no estaba en la casa cuando llegaron las autoridades. Así que empezaron a buscarlo al tiempo que revisaban las cámaras de seguridad en las que no se le ve llegar en toda la mañana al lugar de los hechos.
“En el interrogatorio no nos dijo mucho, aseguró que no era culpable y con mucha duda solo decía eso, como lamentándose. Juró que él no había sido, y yo le creí porque con los años se aprende a identificar quién miente”, señaló la Fiscal Pachón.
El hijo de Yorladys de Jesús Bedoya le contó a la Policía y a la Fiscalía que su madre días atrás le manifestó que estaba aburrida y que tenía muchos problemas con su padrastro, pero él no supo nada, porque no tenía buena relación con su padrastro. Con las declaraciones del joven llegó la captura de Yorladys, quien se presentó ante la Fiscalía y, después de negarlo todo, terminó aceptando que el plan era suyo y que había pagado por eso.
Fue hasta ese momento que apareció en el radar de las autoridades el nombre de Andrés, sobre el que Bedoya aseguró solo conocer cómo se llamaba.
El caso consternó a la comunidad, reportes de prensa salieron en todas partes y la foto de la esposa muy pronto se hizo viral. Horas después y, como un golpe de suerte, alguien sospecha quién era el Andrés que todos buscaban. “Nos llamaron y dijeron que creían saber quién era, pero solo tenían una foto. Cuando se la mostramos a Yorladys ella lo reconoció y así empezamos su búsqueda”, señaló Pachón.
Con labores de inteligencia, la Policía llegó al barrio San Cayetano, donde lograron dar con su vivienda y capturarlo. Cuatro días habían pasado desde el crimen.
Al profe Chica no lo cuidaron los ángeles…
Jorge Andrés Correa no tenía para el día de su captura antecedentes por ningún delito, probablemente no era un sicario consolidado ni un experto en el manejo de cuchillos, según la lectura de la Fiscalía, ya que “alguien con dominio no hubiera necesitado causar tantas heridas”, mencionó Pachón.
Además, no tuvo en cuenta que era un sábado temprano en la mañana y los vecinos de barrios residenciales están descansando y no trabajando y que hay más silencio que en otros horarios.
La lectura de Belisario Valbuena, psicólogo y perfilador criminal, es que era un asesino inexperto que hizo todo por su deseo de dinero. “Una persona que se dedica a eso lo primero que hace es un seguimiento a la víctima, evaluar sus rutinas y escoger un lugar solitario para cometer el crimen. Usualmente usan revólveres para que ni siquiera queden casquillos en el lugar de los hechos.
“En esta escena, él dejó visto que no era un profesional, sino alguien que pensó que podría ganarse ese dinero fácilmente porque la víctima era un adulto mayor”, apuntó el experto. Además de su confianza, Correa dejó en la escena del crimen muchas pistas. En el forcejeo se le cayó una gorra con la que la Fiscalía terminó de identificarlo plenamente, pues la llevaba puesta en múltiples fotos que subió a sus redes sociales. “Quizá es una persona con patología o consumida por este tipo de actividades de magia y superstición. Pero una cosa es lo que estas imaginan o creen, pero otra muy distinta es la que sucede; como dice el padre de la criminalística, de una escena siempre queda algo y se llevan algo”, apuntó Valbuena.
Sobre la mujer, de la que se sabe tenía una relación con conflictos internos, el experto explicó que es probable que padezca una psicopatía, razón por la que no siente dolor, culpa o arrepintiendo por lo sucedido. De acuerdo con el relato de los policiales que atendieron el caso, se percataron de su actitud el mismo día del crimen y la corroboraron con su frivolidad en los interrogatorios.
“Se logra percibir claramente que la motivación era económica y que era una familia disfuncional y sin amor”, agregó Valbunea. Y es que, según revelaron los investigadores del caso, sí había -además de las dos pensiones que tenía Chica- un seguro de vida de alto valor.
La víctima tenía como principal beneficiaria a la mujer, con un 80 por ciento y el 20 restante para los hijos que tenía con la expareja. Lo que ignoraba Bedoya era que este no estaba vigente. Ni pensión, ni auto, ni casa le quedaron a Yorladys luego de este asesinato de su esposo, su única herencia fueron los 17 años de prisión a la que fue condenada por planear con dolo su muerte.
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