Las urnas catalanas le dan otro tubo de oxígeno al presidente Pedro Sánchez
Las elecciones en Cataluña pueden servirle al mandatario para reivindicarse por el pacto de amnistía; los partidos independentistas no controlarán el gobierno y no podrán plantear un nuevo desafío secesionista
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BARCELONA.- La capacidad del presidente español Pedro Sánchez de caer siempre de pie es ya legendaria. A menudo, gracias al arrojo, a veces, también con la ayuda de la suerte, hasta ahora ha salido siempre airoso de las más delicadas vicisitudes. La clara victoria del Partido Socialista en Cataluña puede añadir un nuevo argumento a su condición de superviviente de la política, pues le da un empujón en un momento clave: a menos de un mes de las elecciones europeas, las últimas del ciclo electoral.
El golpe al PSOE en las elecciones autonómicas gallegas a principios de año alimentó la idea en las filas del Partido Popular (PP) de que un nuevo varapalo en las europeas de junio podría engendrar una legislatura precaria. Tanto el PP como Vox intensificaron la presión contra Sánchez en las calles con el ariete de la ley de amnistía a los líderes e independentistas catalanes, el precio que tuvo que pagar el presidente español para obtener el decisivo apoyo de estas fuerzas en el Congreso. La oposición de derecha le reprochaba no tener escrúpulos, y haber “vendido España” para mantenerse en el poder.
Enhorabuena, @salvadorilla, por este histórico resultado conseguido en Catalunya.
— Pedro Sánchez (@sanchezcastejon) May 12, 2024
Los socialistas volvemos a ser la primera fuerza.
Desde hoy se abre una nueva etapa en Catalunya para mejorar la vida de la ciudadanía, ampliar derechos y reforzar la convivencia.
Quiero…
Entonces, la única línea de defensa del presidente fue que la amnistía era necesaria para promover una reconciliación con Cataluña. Y las elecciones en Cataluña pueden servirle para reivindicarse. Y es que la victoria del Partido de los Socialistas de Cataluña (PSC) se ha visto acompañada por un descenso notable de los partidos independentistas, que ya no controlarán el gobierno de la Generalitat, y por lo tanto, ya no podrán plantear un nuevo desafío secesionista.
Convivencia
En Madrid, el PSOE no tardó en hacer esta misma lectura. “Estos resultados demuestran que las políticas de Pedro Sánchez para recuperar la convivencia en Cataluña eran las correctas... Claro que todo merecía la pena”, sacó pecho Esther Peña, vocera del Partido Socialista, después de recordar cómo unas 150 sedes del partido habían sido vandalizadas durante los meses anteriores en protesta por la amnistía.
Esta vez, más que fruto de su audacia, el tubo de oxígeno a Sánchez le llegó sobre todo gracias a la suerte. Las elecciones catalanas estaban previstas para febrero, pero el presidente de la Generalitat, Pere Aragonès, decidió adelantarlas al no haber podido reunir el apoyo suficiente para aprobar los presupuestos. El timing era perfecto para el Partido Socialista, si lograba un gran resultado en Cataluña, como así fue. Nunca antes había ganado el PSC unos comicios en Cataluña con tanta ventaja.
Ahora bien, algunos analistas sí otorgan a Sánchez un mérito: el de haber movilizado al electorado socialista justo al inicio de la precampaña con su amago de dimisión debido al acoso de la extrema derecha. Según los analistas demoscópicos, aquellos cinco días de receso envueltos de drama que amenazaron la continuidad de la legislatura hicieron que se disparara la intención de voto del PSC ante el miedo de la llegada al poder del PP, aliado con la extrema derecha.
Ahora bien, el resultado no está exento de un cierto riesgo para Sánchez, pues podría perder el apoyo de alguno de los dos partidos independentistas catalanes que lo respaldaron en el Congreso de los Diputados, Junts y Esquerra Republicana de Cataluña (ERC), ambos indispensables para mantenerse en el cargo.
El resultado de hoy apunta a un posible pacto de gobierno en Cataluña entre el PSC, ERC y Comuns –el referente catalán de Sumar, de Yolanda Díaz–, que ya fue la fórmula que gobernó la Generalitat entre el 2003 y el 2010 y que fue apodado “el tripartito de izquierdas”. De ser así, Sánchez tendría al menos garantizado el respaldo de ERC en el Congreso de los Diputados.
Conducta díscola
Ahora bien, no está claro qué pasaría con el de Junts. Una vez aprobada la amnistía, prevista para finales de este mes, el comportamiento del partido liderado por el expresidente Carles Puigdemont podría volverse más díscolo. Quizás retirar completamente el apoyo a Sánchez no es probable, pero sí podría hacerle perder algunas votaciones sensibles. Es decir, provocar una legislatura más turbulenta.
De hecho, Puigdemont llegó a advertir de que si lograba un triunfo en las urnas, le exigiría a Sánchez que lo invistiera a la presidencia de la Generalitat a cambio de continuar apoyándolo en el Congreso de los Diputados. La clara victoria del candidato del PSC, Salvador Illa, hace inviable la operación que planeaba Puigdemont, que necesitaba al menos lograr un empate técnico con el PSC. De hecho, si cumple su palabra, tras este resultado, Puigdemont se retirará de la política.
El otro escenario posible es una repetición electoral en Cataluña. Todo dependerá de lo que decida hacer ERC, un partido que ha recibido un golpe sin paliativos. No solo perderá con toda seguridad el control de la Generalitat, sino que se dejó casi la mitad de sus votos y más de un tercio de escaños en tan solo tres años. Además, buena parte de ellos han ido a parar a su rival en el espacio independentista, Junts, que mantuvo siempre un discurso de mayor confrontación con Madrid.
Por eso, ERC podría tener la tentación de no facilitar la investidura y apostar por una repetición electoral con la esperanza de recuperar alguno de los apoyos perdidos. Sin embargo, esa sería una apuesta muy arriesgada, porque también podría suceder todo lo contrario: los ciudadanos podrían culpar a esa fuerza de una repetición electoral que nadie desea después de un largo ciclo electoral, y todavía perder más apoyos en un nuevo recuento.
Sea como fuere, es probable que el panorama no se aclare hasta después de las elecciones europeas del 9 de junio. Pero parece evidente que, más pronto o más tarde, con una fórmula u otra, Salvador Illa será el próximo presidente de la Generalitat. Y sin el control del gobierno de Cataluña por parte de los partidos catalanistas, el proyecto de impulsar la secesión ha quedado tocado de muerte. Al menos, durante un tiempo.
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