Las razones por las que Jair Bolsonaro resiste en medio del cataclismo
RÍO DE JANEIRO.- La sucesión de acontecimientos podría llevar a la precipitada conclusión de que el gobierno del presidente brasileño, Jair Bolsonaro, pende de un hilo.
Brasil es epicentro de la pandemia mundial y el gobierno, a pesar de la situación, insiste en retomar la actividad económica; en medio de la crisis, el jefe de Estado cambió dos veces de ministro de Salud y puso finalmente en el cargo a un militar sin experiencia en el tema, alimentando denuncias de genocidio; avanzan procesos en el Supremo Tribunal Federal (STF) y en el Tribunal Superior Electoral (TSE) en contra de Bolsonaro y aliados; algunos opositores volvieron a las calles con banderas como el antifascismo y la defensa de la democracia; importantes dirigentes de la oposición discuten abiertamente la formación de un frente anti-Bolsonaro; ya hay más de 30 pedidos de impeachment en el Congreso. Si algo faltaba, en las últimas horas el presidente fue violentamente atacado en las redes por el filósofo Olavo de Carvalho,su gran gurú. Bolsonaro ya no es el líder que fue elegido en 2018 con el voto de 57 millones de brasileños. Pero, aunque pueda sorprender, tampoco es un presidente al borde del abismo.
¿Cómo se explica su capacidad de resistir semejante contexto adverso? Los motivos son variados y la sensación entre politólogos y adversarios del excapitán del Ejército es que su caída es una cuestión de tiempo. De tiempo y de la capacidad de la oposición y de las instituciones democráticas de administrar la situación. El último fin de semana, el presidente de la Cámara de Diputados, Rodrigo Maia, fue muy claro al decir que "no es el momento adecuado" para tratar los pedidos de impeachment.
En debate transmitido por el canal de TV GloboNews, el excandidato presidencial Ciro Gomes, del Partido Democrático del Trabajo (PDT), aseguró que "existen pruebas de sobra sobre los crímenes cometidos por Bolsonaro". Pero reconoció que el presidente aún tiene el apoyo de un tercio de los brasileños y que eso exige una lucha "intensa y la humildad de intentar convencer a la población de que la salida de Bolsonaro es la única manera de evitar la imposición del autoritarismo".
Gomes dijo también: "No es la hora de salir a las calles porque nosotros estamos a favor de la vida, no de la muerte... en agosto, o septiembre, con el luto por la pandemia y la economía destruida, será el momento de avanzar". El expresidente Fernando Henrique Cardoso, del Partido de la Socialdemocracia Brasileña (PSB), coincidió y agregó: "Hoy no están dadas las condiciones... Será el mismo presidente el que genere esas condiciones".
El tiempo parece ser la clave en el proceso de desgaste de Bolsonaro. Muchas cartas ya están sobre la mesa y cada nuevo paso polémico dado por el gobierno, como la manipulación de las estadísticas de la pandemia, acentúa el movimiento opositor, en los partidos, en el Congreso y en las calles. El ataque de Olavo hizo ruido en las redes, pero también dejó la sensación de que el filósofo hizo una especie de chantaje emocional. En la práctica, las críticas no modifican la base de respaldo del presidente, estimada entre 25% y 33%. Tampoco le genera mayores conflictos internos: Olavo de Carvalho nunca fue bien visto por el ala militar, que es esencial para Bolsonaro.
En Estados Unidos, recordó Oliver Stuenkel, profesor de Relaciones Internacionales de la Fundación Getúlio Vargas (FGV), Donald Trump sufrió el alejamiento de Steve Bannon, también considerado su gurú, y nada cambió. Stuenkel conversa semanalmente con electores de Bolsonaro y no cree que esta pelea pública tenga consecuencias graves. Lo que más puede afectar al presidente brasileño, a futuro, es el surgimiento de una alternativa de centroderecha moderada. En 2018, recordó el profesor de la FGV, Bolsonaro fue elegido, esencialmente, "porque era el único que podía impedir la vuelta del PT al poder". Si surgiera alguien más, quedaría debilitado electoralmente.
En este sentido, no hay novedades en el horizonte, lo que lo favorece y le da tiempo. La pandemia limita las acciones en las calles, el Congreso claramente aún no está en condiciones de avanzar con un proceso de impeachment y la oposición recién empieza a conversar seriamente sobre una eventual alianza por la democracia, de la cual ya dejó en claro que no participará el expresidente Luiz Inácio Lula da Silva. Una razón más para imaginar que un potencial adversario fuerte de Bolsonaro no vendrá de la izquierda.
El problema del presidente, plantea Eduardo Viola, profesor de la Universidad Nacional de Brasilia (UNB), es que comete error tras error. Si hubiera optado por una política de salud sustentada en la ciencia, otra sería su coyuntura. Pero podría resistir, según el especialista, hasta 2021. Su punto más débil, afirma, es su responsabilidad por la catástrofe sanitaria. Brasil podría terminar siendo el país con más contagios y muertes por Covid-19 y Bolsonaro es el culpable número uno.
Las palabras de Ciro Gomes y Cardoso dejaron algo en evidencia: la oposición se va a tomar su tiempo. Quieren ver a Bolsonaro en el piso, cargando el peso de las muertes de la pandemia y la crisis económica. Mientras tanto, el presidente, que dejó el Partido Social Liberal (PSL) y hoy no tiene partido, busca apoyos entre congresistas de centro entregando cargos en ministerios y organismos públicos. Sabe que los va a necesitar cuando llegue el momento.
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