Las políticas antiinmigratorias de Salvini se vuelven populares y suman apoyo en los sondeos
ROMA.- Pasaron menos de seis meses desde que el nuevo gobierno populista italiano asumió el poder, el 1° de junio pasado, pero el "efecto Salvini" ya se siente. Según una reciente encuesta, más de la mitad de los italianos comparten la política de cierre de puertos a naves que rescatan desesperados implementada por Matteo Salvini, ministro del Interior y hombre fuerte del gobierno. Y aunque hubo una drástica baja de desembarques de inmigrantes en los últimos meses, crece el rechazo hacia los extranjeros.
El endurecimiento de la política migratoria y el discurso xenófobo del también vicepremier líder de la Liga -un partido que obtuvo el 17% de los votos en las elecciones de marzo pasado, pero que, según los sondeos, hoy cosecharía el doble de preferencias, convirtiéndose en el primero del país-, hasta convenció a los grillini, como suelen llamarse los seguidores del Movimiento Cinco Estrellas (M5E), la agrupación antisistema creada por el cómico genovés Beppe Grillo, que hoy gobierna en coalición con la Liga. Ahora dos de cada tres grillini también les dicen "no" a los migrantes.
"La inmigración se ha vuelto un tema determinante en Italia, donde no solo condicionó el resultado de las elecciones de marzo pasado, sino también las orientaciones políticas de los meses que le siguieron", aseguró el sociólogo Ilvo Diamanti, en La Repubblica. "De hecho, contribuyó a canalizar los consensos en favor de la Liga de Salvini, que ha utilizado el tema para alimentar la inseguridad de los italianos, atizando el miedo", agregó.
Un sondeo realizado por Demos en las últimas semanas dejó en claro que el rechazo a los desembarques no es solo una política "populista", sino también "popular", ya que cuenta con el visto bueno del 52% de los italianos. Hace un año las cosas eran muy distintas: el 49% de la población estaba en favor de sostener la recepción de inmigrantes y un 44% prefería rechazarlos.
Hace un año aún gobernaba la centroizquierda en Italia. Aunque Salvini no lo dice, fue a través de los acuerdos puestos a punto por el anterior ministro del Interior Marco Minniti que logró reducirse sensiblemente el flujo de migrantes provenientes del norte de África. Justamente por esto, Minniti, político muy respetado, es considerado una de las pocas figuras del Partido Democrático (PD), que podría llegar a revertir la debacle en la que se encuentra esa fuerza.
Caldo de cultivo
La crisis económica que padece Italia -país estancado y el que menos crece de la Unión Europea- es el caldo de cultivo de los sentimientos de hostilidad hacia los inmigrantes, que en Italia representan aproximadamente, entre regulares e irregulares, 6 millones de personas, el 10% de la población. El mismo sondeo demuestra que, en efecto, el mayor cierre a la inmigración se da en las clases sociales más vulnerables y expuestas a la crisis, como obreros y desocupados.
Marzio Barbaglia, profesor emérito de Sociología en la Universidad de Bolonia, admite que el clima cambió en Italia. Y esto se debe en gran parte a la pésima gestión de los masivos flujos de inmigrantes que llegaron al país en los últimos años. Lejos de haber sido integrados con trabajo e instrucción, en su mayoría los extranjeros llegados escapándole a la miseria, las guerras y desastres varios, cayeron en un virtual limbo legal. Y suelen encontrarse deambulando, sin actividad alguna, a la espera de obtener sus papeles y permisos o de ser expulsados.
Barbaglia también reconoce que el brusco giro fue debido al "efecto Salvini", hoy el político más popular gracias a sus grandes dotes de comunicación y retórica xenófoba y racista. "Antes la mayoría de la población italiana tenía un mayor autocontrol: para muchísimas personas ser consideradas racistas era algo visto como una ofensa. Registro ahora un cambio cultural en este sentido", apuntó.
Coincidió Luwa Mbdanda, oriundo de la República Democrática del Congo, de 63 años, que llegó al país becado en 1975, se doctoró como médico en la Universidad La Sapienza de Roma y vive y trabaja en Milán. "El 'salvinismo' aumentó las sospechas. A veces te miran como si hubieras apenas desembarcado de una barcaza. En general, los italianos miran mal al extranjero de bajo nivel social, pero ahora la gente se siente envalentonada como para tratar mal también a un médico de color", indicó. Para Mbdanda, que vivió en carne propia varios episodios desagradables de racismo, hay un aumento de intolerancia. "El racismo ahora es expresado por la gente y muchos tienen actitudes agresivas. Con Salvini, el italiano recuperó su superioridad como hombre blanco y mira a los negros como a una raza inferior. La sociedad está dividida y el pueblo se deja manipular muy fácilmente", lamenta.
Más allá de un ambiente denso, para Diamanti no todo está perdido. "Las opiniones no son inmóviles. Los italianos no son xenófobos por cultura y por naturaleza, y pueden volver a cambiar -afirmó-. Todo depende de la capacidad de los sujetos sociales y políticos que piensan distinto a Salvini y compañía, de promover ideas y convicciones 'distintas', que tiendan a superar el miedo al otro, no por principio, sino por motivos razonables".
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