Las pequeñas emociones que se suman en esta despedida
La muerte de Steve Jobs desató considerables reacciones en todo en el mundo, no sólo de los medios de comunicación, sino de los propios consumidores de Apple, que sintieron su pérdida como algo personal.
La situación es digna de analizar. Sería comprensible la voluntad de homenaje hacia un gran líder empresarial, hacia un visionario de la tecnología, pero lo que sucedido en este caso es una multiplicación de estados de ánimo de verdadera tristeza que son llamativos ante la muerte de un desconocido.
De hecho, en estos días peregrinaron hacia los Apple Stores de todo el mundo, como si fueran templos religiosos, miles de personas, para canalizar su emoción y sus condolencias.
La respuesta a este misterio tal vez radique en que Jobs logró el milagro de humanizar la tecnología para mucha gente, y se convirtió él mismo en una interfaz, en un facilitador de la conexión entre la tecnología y los seres humanos.
Efectivamente, Jobs logró integrarse a la vida cotidiana de millones de personas y ser parte de su intimidad.
Sucede entonces como si, a través de sus productos, todos lo hubiéramos conocido, aunque ese conocimiento no fuera recíproco.
Hay varias razones para el increíble éxito que tuvo Steve Jobs, para su celebridad y para haber terminado sus días convertido en un objeto de culto.
La primera es haber agregado al valor de uso de los objetos técnicos un valor estético, que hizo de cada consumidor un microcoleccionista de arte.
Los productos que diseñó casi permiten a los consumidores sentirse mas bellos al usarlos. Porque hay, en lo que inventó Jobs, un contagio estético, un universo de calidad y sofisticación, un participar de un mundo de características algo platónicas, en el que las cosas son simples y bellas.
El atractivo de esos productos está en la presentación compacta, en los envoltorios de simpleza zen que da lástima abrir, porque es como estar desbaratando la perfección.
Esa es una segunda cualidad: haber hecho del diseño y la belleza algo simple, que se sumó a la facilidad de uso. Porque hay que ser un genio para crear esos objetos, pero no para usarlos. Está claro que hemos escuchado todo tipo de exageraciones en estos días (como asimilarlo a Leonardo Da Vinci), pero eso demuestra la pasión que supo despertar.
En la intimidad
Se nota que Jobs amaba las cosas que inventaba, y su logro fue transmitir ese sentimiento a los usuarios. La comunicación multifuncional del iPhone; la música del iPod, organizada en un diminuto dispositivo que uno puede llevar consigo a todas partes; las computadoras, que funcionan sin protestar, la iPad como herramienta amigable que hasta permite la lectura; todos esos objetos tienen la cualidad de integrarse íntimamente a nuestras vidas. Jobs tocó con ello una fibra emocional.
Acaso las pequeñas emociones que hizo sentir con esos objetos amigables es lo que terminó sumado y devuelto en este universal adiós, por muchos sentido como la despedida a un amigo.
LOS ARGENTINAS ELIGIERON TWITTER
Según un estudio de Ibope Media, Twitter fue la plataforma de Internet elegida por los argentinos para conmemorar a Steve Jobs, con un 90% de las menciones. Anteayer fue cuando se recopiló la mayor cantidad de mensajes: 133.000. El miércoles, cuando murió Jobs, se habían recopilado 101.651.
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