Las nuevas olas de inmigración cambian la cara de América latina
EE.UU. dejó de ser el único imán; otros países, como Brasil y la Argentina, son elegidos
SANTA MARIA ATZOMPA, México.- Cuando los que viven aquí desde toda la vida caminan por su ciudad, sólo se cruzan con recién llegados: jóvenes trabajadores mexicanos de la construcción que hacen bajar los salarios, los hijos de esos trabajadores que inundan las escuelas locales, y hasta nuevos negocios -comercios, restaurantes y cabarets- que surgen de la nada en calles que antes eran oscuras y silenciosas.
El panorama podría parecer similar al que enfrentan infinidad de ciudades norteamericanas que deben lidiar con la inmigración, pero la diferencia es que Santa María Atzompa, en la afueras de Oaxaca, es un pueblo precolonial de México que se está llenando de compatriotas mexicanos. Y, sin embargo, las caras largas por este flujo migratorio son tan frecuentes como las sonrisas.
En todo México y gran parte de América latina, los antiguos patrones migratorios se han modificado.
Los nómadas de pies inquietos ahora se mueven en un espectro mucho más amplio de ciudades y países de la región, generando enfrentamientos entre residentes históricos y recién llegados, aumentando la presión de generar empleos y obligando a los países a repensar sus leyes inmigratorias, a veces para fomentar esta tendencia.
Estados Unidos ya no es el polo de atracción que alguna vez fue. Los arrestos en la frontera sudoeste del país disminuyeron durante 2011 a su punto más bajo desde 1972, lo que confirma que la inmigración ilegal, especialmente desde México, ha llegado a un alto significativo o al final de una era, según analizan expertos.
Pero no se trata tanto de una disminución del volumen sino de un viraje de rumbo. Según un censo mexicano, durante 2010 abandonaron sus ciudades natales alrededor de dos millones de mexicanos más que hace una década. Los expertos dicen que durante los últimos años el éxodo también se incrementó o sigue firme en países como Guatemala, El Salvador, Perú y otras naciones latinoamericanas que siempre han sido focos de emigración. Pero ahora los emigrantes simplemente no eligen los destinos que elegían antes.
Los mexicanos, por ejemplo, evitan cada vez más Estados Unidos y la región fronteriza, como también el Distrito Federal, y se mudan a ciudades más chicas y seguras, como Mérida, Oaxaca y Querétaro. Los expertos dicen que los guatemaltecos también se están instalando en México, después de años de usar ese país como lugar de tránsito en su rumbo al Norte.
En el Sur, la atracción de Chile, la Argentina y Brasil también se fortalece. La Organización Internacional para las Migraciones informa que la población de bolivianos que viven en la Argentina se incrementó en un 48% desde 2001 -345.000 residentes-, y que la cifra de paraguayos y peruanos creció incluso más rápido.
Todos estos desplazamientos han comenzado a cambiarle la cara a la región, que cada vez se parece menos a una brújula que apunta al Norte, para tomar la forma de la rosa de los vientos.
Estas migraciones intrarregionales se convirtieron, a la vez, en un desafío y en una alentadora sorpresa para esta parte del mundo, que hasta ahora siempre había encarado el tema en términos de cuántos habitantes se iban a los Estados Unidos.
Ciudades que despegan
Pero su verdadero impacto se siente, sobre todo, en las ciudades pujantes en rápido crecimiento como Santa María Atzompa, donde miles de familias, en su mayoría pobres y rurales, buscan suerte. En el caso de esta ciudad y sus alrededores, el crecimiento ha sido "veloz, brutal y anárquico", dijo Jorge Hernández Díaz, sociólogo de la Universidad Autónoma Benito Juárez, de Oaxaca.
Los residentes dicen que el boom poblacional se aceleró hacia 2006, cuando disminuyeron las oportunidades en Estados Unidos y los costos y peligros de cruzar la frontera se volvieron prohibitivos, por la escalada de los carteles de la droga y el recrudecimiento de los controles fronterizos. Ahora, y según el censo 2010, en Atzompa viven 27.000 personas, y siguen llegando. De hecho, mientras que la población del Distrito Federal se estabilizó y la inmigración hacia Estados Unidos mermó, las costas mexicanas y las zonas suburbanas se expandieron.
Esto se debe en parte a los esfuerzos del gobierno mexicano por descentralizar el desarrollo, por lo general con incentivos a las empresas internacionales. En el estado de Oaxaca, el éxodo de las zonas rurales también es producto de la reforma agraria de 1992, que junto con el Tratado de Libre Comercio Norteamericano, hizo que para los campesinos fuese más fácil vender la tierra que ganarse la vida trabajándola.
En América del Sur, los tratados de libre comercio también ayudaron a intensificar los desplazamientos regionales, así como el sostenido crecimiento de las economías de la región y las nuevas leyes de aliento a la inmigración o de protección de los inmigrantes en la Argentina, Uruguay, México y Ecuador, entre otros.
Como continuación y expansión del movimiento hacia las urbes, los inmigrantes están potenciando una América latina más integrada y más metropolitana, según aseguran los expertos demográficos de la región. Alrededor del 77% del total de los mexicanos hoy viven en áreas urbanas, contra el 66% del año 1980.
Para los inmigrantes, la educación parece ser el principal atractivo. En las ciudades montañosas y los estados pobres, la educación terciaria y universitaria es escasa, y muchos jóvenes dicen que vinieron a Atzompa a estudiar. Sin embargo, los nuevos residentes plantean nuevos desafíos. En Atzompa, la pobreza sigue siendo alta, hay nuevos cabarets que prometen "bellas chicas" y los residentes históricos se quejan de la presencia de una multitud de jóvenes con valores diferentes de los suyos.
Traducción de Jaime Arrambide
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