Es una modalidad que buscan algunas parejas LGBT para formar familia por el menor precio del procedimiento con respecto a un banco de semen y por la cercanía con el aportante
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Cuando Alice, que ahora tiene 39 años, comenzó a pensar en tener un hijo sola, la idea de usar un banco de esperma le parecía “muy extraña”.
No sabía cómo escoger de la lista de posibles donantes, cuyos atributos variaban de un extremo al otro: bajistas, estudiantes universitarios ingleses y hombres de ojos azules. Para Alice, elegir a un amigo cercano como donante “parecía más simple y rico”.
Hoy, la hija de Alice, cuyo padre biológico es un amigo con el que Alice vivió durante la universidad, tiene 3 años.
“Era la elección obvia”, dice sobre su donante. “Sinceramente, no tengo tantos amigos hombres cis que sean realmente cercanos”. Durante un almuerzo, ella le preguntó si estaría dispuesto a donar su esperma y él dijo que sí.
Alice permanece en contacto estrecho con su donante y su pareja, a quienes Alice y su propia pareja se refieren como el “tío” y la “tía” de su hija.
“Me gustó la idea de que mi hijo tuviera una relación con el [donante]”, dice Alice, que vive en California. También presentó la “posibilidad de una comunidad más amplia y estructuras familiares queer (un término tomado del inglés que engloba a personas con una identidad sexual o de género que no corresponde a las ideas establecidas de sexualidad y género)”.
Durante los últimos años, la brecha entre las personas LGBTQ y no LGBTQ que planean expandir sus familias se está reduciendo.
Según datos de 2018 de la encuesta de creación de familias LGBTQ con sede en EE.UU., el 48% de los millennials LGBTQ ha tomado la decisión de aumentar el tamaño de su familia, frente al 55% de los millennials no LGBTQ.
En contraste con cifras anteriores, casi el 70% de las personas no LGBTQ mayores de 55 años tienen hijos, en comparación con solo el 28% de las personas LGBTQ en ese grupo etario.
Experiencia personal
Para ciertas parejas LGBTQ que no pueden tener hijos biológicos juntos, las donaciones de esperma se han vuelto cada vez más atractivas.
Los datos de Australia de 2018, por ejemplo, indican que las mujeres solteras y las parejas de lesbianas representaron el 85% de receptores de donantes de esperma ese año.
Muchas parejas queer que buscan esperma quieren que la experiencia sea personal, lo que significa elegir saber quién es el donante de esperma.
Varias razones impulsan esta elección, como conocer a los padres biológicos del futuro niño, estar en contacto con ellos para consultas médicas y crear una familia extendida.
Si bien esto es posible si una pareja acude a un banco de esperma u otro tipo de servicio de conexión, elegir a un amigo o familiar para la donación es menos costoso.
Independientemente, estas elecciones requieren un proceso de reflexión cuidadoso y deliberado que involucra consideraciones emocionales, financieras y legales que afectan no solo las vidas de los padres y donantes, sino también las de sus futuros hijos.
Más opciones
Si bien hoy en día existen muchos servicios para ayudar a las parejas LGBTQ a concebir a través de la donación de esperma, ese no era el caso cuando Lisa Schuman, fundadora del Centro para la Construcción de Familias, comenzó a trabajar en la industria hace más de 20 años en Nueva York.
Entre las organizaciones líderes en ese momento, como la Sociedad Estadounidense de Medicina Reproductiva y la Asociación Estadounidense de Fertilidad, no había “ninguna persona queer representada en absoluto”, dice.
Muchas parejas homosexuales con las que habló considerarían la adopción como la opción principal para formar una familia.
“Realmente no entendían que había muchas otras opciones para ellos”, dice Schuman.
Schuman inició un taller para personas LGBTQ que buscaban formar familias en el Centro para Gays y Lesbianas de la ciudad de Nueva York, a través del cual podía enseñarles otras opciones además de la adopción.
Al principio, recuerda, solo asistían unas cinco personas por sesión. “Simplemente seguí haciéndolo”, dice ella. Aproximadamente una década después, una conferencia que presentó para futuras madres lesbianas atrajo a 100 personas.
“La legalización del matrimonio homosexual [en 2015] ayudó mucho”, dice ella. A través de esfuerzos como el de Schuman, las familias LGBTQ pudieron aprender más sobre sus opciones para formar una familia.
Aun así, si bien hay relatos anecdóticos de creciente interés, es difícil encontrar datos sobre cuántas parejas LGBTQ optan por usar amigos o familiares como donantes, a diferencia de los donantes que se encuentran a través de los bancos de esperma.
Laura Goldberger ha trabajado durante dos décadas como psicoterapeuta dirigiendo grupos para personas LGBTQ que intentan concebir.
Goldberger dice que aproximadamente la mitad de las parejas con las que habla optan por un donante que ya conocen, en comparación con uno encontrado a través de un servicio externo o un banco de esperma; esa tasa se ha mantenido igual a lo largo de su experiencia.
Schuman, sin embargo, dice que ha visto “cada vez más” futuros padres optar por donaciones de amigos o familiares durante los últimos años.
Una presencia “maravillosa y delicada”
La elección de Alice no solo fue obvia para ella porque sentía que la ruta del banco de esperma era alienante, sino que además supo de inmediato a quién le pediría que donara.
Ella y su amigo eran parte de la misma comunidad, habían trabajado juntos en un proyecto político y asistieron a la misma universidad. Ella confiaba en él profundamente.
Durante el almuerzo, Alice le preguntó si estaría dispuesto a donar su esperma y él dijo que sí.
“Sabía que nuestra comunidad nos obligaría a ambos a ser responsables con la forma en que íbamos a crear una familia nuclear”, dice, y reconoce que su relación no existía en el vacío, sino que sus amigos mutuos ayudarían a garantizar que mantuviesen una comunicación sana.
Alice y su amigo donante también tuvieron numerosas y largas conversaciones sobre sus expectativas, que abarcaron el historial médico de su familia, en qué consistiría o no su papel como donante y cómo su familia estaría involucrada en la vida del niño.
También tuvieron una conferencia telefónica con sus padres y su hermana para ayudar a aclarar malentendidos sobre la relación entre donante e hijo que habían decidido.
“Me alegré de que tuviéramos la conversación”, dice ella. “Han sido una presencia maravillosa y delicada a lo largo de [la vida del niño]”.
Conversaciones “despiadadas”
Por supuesto, incluso con los amigos más cercanos, pueden surgir problemas inesperados con algo tan sensible e impactante como una nueva vida.
“Todo el mundo piensa ‘tenemos esto bajo control, todo va a estar bien, somos los mejores amigos’”, dice Schuman. “Pero la gente se casa con la misma idea, pensando que van a estar juntos para siempre, y no siempre sucede”.
Schuman destaca la importancia del asesoramiento previo a la donación para asegurarse de que el receptor, su pareja (si tiene una) y el donante estén todos en sintonía.
La comunicación es clave, coincide Erika Tranfield, de 41 años, fundadora y directora de Pride Angel, un servicio con sede en el noroeste de Reino Unido a través del cual los destinatarios pueden conectarse con donantes de esperma que aún no conocen, pero que desean conocer y hablar antes de comenzar el proceso de donación.
Tranfield dice que puede ser difícil abordar preguntas “despiadadas” e incómodas, como creencias sobre religión y disciplina infantil, que son importantes para preguntarle a un donante potencial cuando ese donante ya es tu amigo, dice ella.
Para evitar esas conversaciones difíciles con amigos, Tranfield fundó Pride Angel en 2009, en parte para encontrar su propio donante con su ahora exesposa. En la actualidad, aproximadamente 25.000 receptores de esperma usan Pride Angel en Reino Unido, EE.UU. y Europa.
Tranfield y su entonces esposa querían conocer a su donante y asegurarse de que fuera alguien que no querría compartir la crianza de los hijos ni compartir responsabilidades financieras, pero que estaría abierto a ver los informes escolares del niño o a visitarlo en Navidad.
Acuerdos firmados
Para asegurarse de que la relación fuera así, Tranfield, su entonces esposa y el donante firmaron una “carta de intención” especificando los límites de su relación. Esto no fue un acuerdo legal.
Las parejas de lesbianas de EE.UU. que hablaron con BBC Worklife eran más propensas a decir que firmaron acuerdos notariados antes de la donación o que firmaron acuerdos redactados por abogados.
Rosslyn, de 40 años, y Laura, de 37, una pareja casada en California, dicen que trabajaron con un abogado que se especializa en la concepción queer para crear un acuerdo con su donante, un buen amigo de la universidad de Laura (se ofreció después de que Laura le contó sobre sus dificultades para encontrar un donante).
El acuerdo establecía que el donante renunciaría a todos los derechos de paternidad, pero que seguiría siendo un amigo de la familia, al igual que lo es su pareja actual. Las dos hijas de Rosslyn y Laura, ahora de 5 y 2 años, simplemente lo llaman por su primer nombre.
Otros procesos legales pueden incluir que el padre no gestacional (que no lleva al niño) lo adopte legalmente para obtener los derechos de paternidad, lo que la pareja de Alice planea hacer con su hijo (que ya llama “mamá” a la pareja de Alice).
Costos
Para Rosslyn y Laura, esto costó aproximadamente US$2.000 por niño. Otros costos se destinaron a la concepción. Por ejemplo, pagaron alrededor de US$300 por una sesión con una partera especializada en la concepción en el hogar para su primer hijo.
El costo de la concepción puede ser considerablemente mayor al pasar por un banco de esperma. Para la pareja casada de Nueva York, Elizabeth, de 32 años, y Joy, de 36, usar un banco de esperma les ha costado hasta el momento alrededor de US$6.000.
Parte de esto cubrió los copagos médicos y el envío del esperma, pero la mayor parte se destinó a los viales, cinco de los cuales costaron alrededor de US$5.300. Cuesta unos US$200 descongelar los viales congelados antes de la IUI (inseminación intrauterina), que planean hacer pronto.
Aunque el proceso es costoso, la pareja finalmente se decidió por un donante desconocido, cuya identidad conocieron a través del banco de esperma, debido a las complicaciones que podrían surgir al buscar la donación de alguien que ya forma parte de sus vidas.
“Pueden decir hasta el cansancio que pueden ver crecer a su hijo biológico frente a sus ojos y no tener esa conexión especial”, dice Elizabeth, pero le preocupa que eso pueda cambiar con el nacimiento del bebé.
Dado que Elizabeth planea tener al niño, también consideraron usar al hermano de Joy como donante.
“Originalmente, la idea de tener mi propia sangre para poder donar era intrigante”, dice Joy, pero finalmente decidió no hacerlo por las razones que mencionó Elizabeth.
“Vengo de una gran familia italiana, y literalmente siempre están cerca”, agrega Joy. Ella y Elizabeth no querían lidiar con todas las conversaciones que podrían surgir entre el niño y varios miembros de la familia sobre la concepción del pequeño.
Opciones para expandir la familia
Con el tiempo, las parejas LGBTQ y los padres potenciales han obtenido más información y recursos que los ayudan a tomar decisiones sobre cómo construir sus familias.
Si bien muchos aún adoptan, otros muchos optan por pedirles a amigos cercanos que donen esperma, como Alice, Rosslyn y Laura, mientras que otros prefieren conectarse con donantes a través de servicios como Pride Angel o bancos de esperma.
Independientemente de la decisión que finalmente tomen estas familias, el hecho de que la opción del donante esté ahora tan visiblemente sobre la mesa ha ampliado sus posibilidades.
A diferencia de cuando Schuman comenzó a trabajar en el campo de la fertilidad, a las parejas de todo tipo ahora se les presenta una variedad de formas de crear familias, ya sea que incluya a un amigo donante, un donante conocido que pasa solo de vacaciones o alguien que queda completamente fuera de la vida de los niños.
Para Rosslyn y Laura, el tipo de familia extendida que podrían formar con la pareja de su donante y sus futuros hijos sigue en el aire.
Sus hijos y los hijos del donante “inventarán su propia narrativa sobre cómo se sienten el uno con el otro, cómo se llaman a sí mismos... y el vínculo biológico que tienen con [el donante] a medida que crecen”, dice Rosslyn. “Pero en este momento, todo está super bien”.
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