Las memorias del papa Francisco: la posibilidad de una renuncia, su deseo de viajar a la Argentina y un gesto de Milei
En un nuevo libro, que este miércoles será lanzado a nivel mundial, el pontífice cuenta cómo vivió él eventos cruciales de la historia mundial y argentina; en diálogo con LA NACION, el autor cuenta cómo surgió la idea
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ROMA.- Fabio Marchese Ragona nunca se imaginó que ayudaría a un Papa a escribir un libro de memorias. Siciliano de 41 años, logró ahora cumplir este sueño. Luego de conocerlo para entrevistarlo en tres ocasiones para la cadena televisiva Mediaset en 2021 y tras quedar impactado por ese hombre que era el Pontífice máximo, pero, al mismo tiempo, una persona de una simpleza absoluta, se le ocurrió proponerle a Francisco escribir su historia a través de la Historia.
Fue así que, tal como contó a LA NACION en una entrevista, se plasmó Vida, mi historia a través de la Historia, memorias del papa Francisco sobre momentos clave de la humanidad, que la editorial HarperCollins lanza este miércoles a nivel mundial. En catorce capítulos que van desde cómo vivió de niño en su amada Buenos Aires la noticia del fin de la Segunda Guerra Mundial a otros acontecimientos -el Holocausto, las bombas atómicas, la llegada del hombre a la luna, la dictadura militar, la “mano de Dios” de Maradona y otros hechos puntuales, como la pandemia-, Jorge Bergoglio va contando partes de su vida. La importancia de la idolatrada y carismática “nonna” Rosa, su abuela paterna, su adolescencia entre estudio, trabajo, amigos, fútbol y una novia, su vocación -que se mantuvo firme pese a que una chica en un momento lo hizo dudar-, sus tiempos como provincial de los jesuitas en medio de la dictadura, cuando ayudó a muchas personas a escaparse y, con miles de desaparecidos, se dio “un genocidio generacional”.
En 265 páginas ágiles y amenas, Bergoglio recuerda también sus casi dos años de “exilio” en Córdoba, sus tiempos de arzobispo de Buenos Aires, la renuncia de Benedicto XVI, el cónclave que lo eligió y su vida en Roma como Papa. Más allá de sus 87 años y los achaques de salud, Francisco reitera que hasta ahora jamás pensó en una renuncia. Si llegara a dar ese paso, se llamaría “obispo emérito de Roma” y se trasladaría a vivir a la Basílica de Santa María la Mayor para volver a trabajar de confesor y dar la comunión a los enfermos. “Es una hipótesis lejana, porque en verdad no tengo motivos tan serios para hacerme pensar en una renuncia”, asegura. “Hay quienes, durante estos años, han esperado que antes o después, quizás después de una internación, anunciara algo parecido, pero no hay peligro. Gracias al Señor gozo de buena salud y, como ya lo dije, siempre que Dios quiera, quedan muchos proyectos aún por realizar”, añade.
En una obra en la que más de una vez deplora las actuales guerras que ensangrientan al mundo, aboga por la paz, el trabajo digno, el cuidado de la casa común y denuncia los mercaderes de armas y los excesos de las finanzas, el Papa también reitera su deseo de viajar a la Argentina, una asignatura pendiente, y habla de la invitación que le hizo el actual mandatario libertario. “En lo que respecta a mi país, Argentina, el nuevo presidente Javier Milei me ha invitado a un viaje ‘en son de paz’”, dice, aludiendo, sin mencionar, a las críticas e insultos dichos en el pasado por el jefe de Estado, que le pidió perdón por eso cuando se vieron. “La situación allí no es fácil, mucha gente sufre la pobreza y querría llevar mi cercanía. Espero poder ir, me gustaría, aunque para mí ya no sea fácil viajar como hacía antes, sobre todo largas distancias. Ya veremos qué decide el Señor para mí”, agrega. El Papa, que en una entrevista a mediados de enero dijo que, de viajar, lo haría en la segunda mitad de año, después de un viaje que debería hacer a Indonesia, Timor Oriental, Papúa Nueva Guinea y Singapur, a fin de agosto, confirmó, de esta forma, que aún no hay nada decidido.
En una entrevista con LA NACION, Marchese Ragona consideró que el tan mentado viaje a la Argentina “va a depender de cómo se sentirá él físicamente porque, aunque nunca estuve en la Argentina y no sé cuán cansador es el viaje, sé que es largo”. “Habrá que entender cómo se siente él y si siente que puede ir, tanto es así que dice ‘si Dios quiere, iré'. Para mí él tiene el deseo porque hay mucha gente que está en la pobreza y quiere estar cerca de esa gente. Pero también habrá que ver la realidad”, opinó.
Para completar el libro, el vaticanista trabajó desde abril del 2023 hasta febrero de este año junto al Papa, con quien se reunió cuatro veces en el Vaticano durante varias horas. “Después el Papa me llamó varias veces por teléfono porque yo iba enviándole el material y él iba corrigiendo”, contó.
-¿Cómo surgió la idea de Vida, mi historia a través de la historia?
-Muchas veces él [Francisco] había hablado de los ancianos, de su abuela y una vez yo le hablé de mi abuela… Siempre me preguntaba cómo estaba mi abuela, una vez me dio un regalo para ella, que justo murió en febrero... Entonces, en primer lugar, hablando del rol que lo ancianos pueden tener en la vida de los jóvenes, se me ocurrió por qué no contarles a los jóvenes la vida de un anciano que ha visto muchas cosas. Y si ese anciano es el Papa, aún más fuerte iba a ser la historia. Y, en segundo lugar, le planteé a él que como muchas veces su vida había sido contada quizás en forma distorsionada, por ahí era bueno contar la verdad. Él me llamó para que le explicara bien la idea, me pidió un índice de todos los períodos históricos que quería contar y finalmente accedió…
-Entonces fue a usted que se le ocurrió, por ejemplo, pensar en el momento de la llegada del hombre a la Luna…
-Sí, fui yo el primero en preguntarme ¿qué habrá estado haciendo el Papa en ese momento? ¿O qué habrá estado haciendo cuándo terminó la Segunda Guerra Mundial?
-¿Qué es lo que más le impactó?
-Estando mucho tiempo en una habitación con el Papa hay un contraste muy fuerte: la persona, quizás, más importante del mundo, pero, también, una de las más simples del mundo. Esto me impactó, así como pequeñas caricias, pequeñas atenciones “¿cómo estás?” “¿comiste?”. Cosas que quizás te esperarías de tu párroco, pero es el Papa…
-¿Usted es católico practicante?
-Sí, crecí en un oratorio de los salesianos.
-Al margen de esta simplicidad del Papa, ¿qué otro aspecto lo sorprendió durante la realización del libro?
-A nivel periodístico, la parte en la que habla sobre la Argentina, sobre [Jorge Rafael] Videla, porque contó muchas cosas que yo nunca había leído.
-Él en esa parte de la dictadura habla de un “genocidio generacional”, algo que nunca había dicho…
-Sí, nunca. También me fascino la parte en la que habló del cónclave porque como periodista todos quisieran ser una mosca para estar adentro de un cónclave…
-Hablando de cónclave, en el libro en diversas partes el Papa reitera que nunca pensó seriamente en renunciar… ¿Usted qué opina?
-Para mí no lo dijo por motivos políticos, sino que, simplemente hablando de este tema, que suele salir a flote a menudo, él me dijo que estaba muy sereno y con mucho entusiasmo por las cosas que aún tiene que hacer: viajes, la Jornada Mundial de los Niños, el Jubileo de 2025… Es decir, noté un gran entusiasmo, algo que significa que no existe absolutamente ninguna idea al respecto…
-Si tuviera que mencionar una marca que ha dejado el papa Francisco en estos once años de pontificado, ¿qué diría?
-Amén de que también los otros papas siempre tuvieron una atención hacia los pobres, para mí este Papa ha puesto a los pobres aún más en evidencia, convirtiéndolos, junto a los migrantes, en un símbolo de este pontificado. Yo al principio quizás no entendía bien por qué esta atención por los pobres, por los migrantes. Pero después, al escucharlo contar la historia de su vida, de su familia inmigrante, entendí todo: volví a conectar todo y sobre todo el hecho de que él siempre vivió entre los pobres, él mismo cuenta que cuando llegó la televisión en su casa no tenían una porque su papá no se lo podía permitir. Tenían una situación digna, pero no de ricos. Después, su caminar por las villas miseria y su preocupación por los últimos que, finalmente, es poner en práctica el Evangelio.
-Ahora, a los 87 años y aún con proyectos: ¿para usted cuáles son sus mayores desafíos?
-Para mí, las prioridades, los desafíos, son las cosas que menciona en el último capítulo: es decir, seguramente el tema abusos, porque todavía hay mucho trabajo por delante, el tema del cambio climático y su llamado a los jóvenes a que entiendan la urgencia de cambiar las cosas y el Jubileo de 2025. También le había mencionado el sínodo (la reunión de obispos sobre sinodalidad), pero él me aclaró que en verdad el sínodo es algo que en realidad introdujo Pablo VI y tiene una historia que sigue adelante y continúa.
-¿Le preocupa la oposición, que es más ruidosa que numerosa, a la que también el Papa alude en el libro al evocar esos momentos en los que estuvo internado, cuando “había personas más interesadas en la política, en hacer campaña electoral, pensando casi en un nuevo cónclave”?
-No, porque cuando hablamos de eso siempre mostró gran serenidad, como diciendo “OK, es normal que haya críticas, lo importante es decirlas abiertamente y en la Iglesia es normal que haya críticas porque hay diversas sensibilidades, diversas almas y diversas voces”. Y usted sabe bien que también Benedicto XVI en su momento tuvo su oposición, no nos olvidemos, por ejemplo, que no lo dejaron hablar en la Universidad de La Sapienza…
-¿Se hubiera imaginado alguna vez hacer un libro con el Papa?
-Nunca. Y quisiera aclarar que, si bien algunos escribieron que soy un amigo personal del Papa, no es cierto. Yo soy un periodista que conoció al Papa y que tuvo el honor de poder trabajar con él. Y espero que este libro sea bueno para él y que católicos y no católicos puedan conocerlo mejor, tal cual es.
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