Estos sistemas de cuevas son una de las atracciones turísticas más visitadas en el mundo; su historia data de hace millones de años atrás
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Los cenotes de México son un sistema de cuevas y canales de una belleza excepcional y compleja que alberga una gran cantidad de flora y fauna, algunas únicas en el mundo. Los más de 7000 sumideros de piedra caliza se formaron en la península de Yucatán durante millones de años, desde el impacto del asteroide Chicxulub que acabó con casi toda la vida de los dinosaurios.
Los cenotes fueron muy apreciados a lo largo de la historia. Durante más de 2500 años, los mayas utilizaron algunos como pozos de agua y otros como lugares sagrados. Muchos lugareños aún se adhieren a los mitos y rituales en los que creían sus antepasados. Hoy en día, son la única fuente natural de agua dulce de la región de Yucatán.
Su configuración los convierte en lugares ideales para nadar y un escape agradable del intenso calor de la región. Los turistas, tanto nacionales como internacionales, disfrutan de los cenotes a su manera. Y entre los visitantes, los apneístas o buceadores a pulmón se sienten especialmente atraídos.
Los sumideros son un paraíso para los practicantes de ese deporte extremo, ya que cada uno tiene una configuración única y está aislado de los efectos de las corrientes, las olas y el viento. Como utilizan un equipo mínimo y no están sujetos a las reglas del buceo (límites de tiempo, paradas de seguridad, ascenso lento a la superficie), pueden serpentear por el agua, sortear obstáculos y ser abordados por criaturas acuáticas.
Las experiencias en esos lugares únicos son una inspiración no solo para los buceadores mismos, sino también para los espectadores que ven las fotos y los videos que producen. Sin embargo, los cenotes están amenazados por la mala gestión de la tierra, el desarrollo excesivo y el mal manejo de las aguas residuales y los desechos.
Dado que están interconectados, podría ser solo cuestión de tiempo antes de que todos sean destruidos o contaminados. Afortunadamente, hay un número cada vez mayor de empresas, turistas y activistas con conciencia ecológica que hacen su parte para proteger los cenotes sagrados de México.
Una historia notable
La península de Yucatán está compuesta casi en su totalidad de piedra caliza porosa (imagínate un trozo duro y lleno de agujeros de queso suizo hecho de roca calcárea). Hace más de 65 millones de años, estaba completamente sumergida bajo el mar como parte de un sistema de arrecifes de coral.
El impacto del asteroide Chicxulub desplazó las placas tectónicas subyacentes y levantó el arrecife fuera del agua. Durante millones de años, la lluvia y el agua del mar se abrieron paso a través del lecho rocoso para crear acuíferos a pocos metros por debajo del suelo.
Cuando el suelo se derrumba y crea un sumidero, como ocurre con mucha frecuencia en la península de Yucatán, a veces deja expuestos estos acuíferos en forma de piscinas naturales o cenotes (de la palabra maya ts’ono’ot, que significa “agujero lleno de agua”). La historia sin precedentes y singular de la región le valió su inclusión provisional en la lista de Patrimonio Mundial de la Unesco en 2012.
Un legado ancestral maya
Entrar a un cenote es entrar al inframundo: Xibalbá. Según la creencia maya, primero hay que pedir permiso y realizar rituales para entrar con seguridad. Se deben hacer ofrendas, y hace muchos años estas tomaban la forma de oro, jade, cobre e incluso seres humanos vivos.
Estas ofrendas se hacían para apaciguar a dioses como Chaac, el dios de la lluvia que los mayas creen que habita dentro de los cenotes. En la actualidad, las ofrendas consisten principalmente en copal (resina de árbol), cacao, semillas, maíz, pétalos de flores, azúcar y otros objetos pequeños. Los turistas pueden reservar recorridos culturales para ver rituales y representaciones en varios cenotes, sin temor a ser sacrificados, por supuesto.
Explorando cenotes a pulmón
Con ponerte una careta, podrás ver una variedad de peces pequeños, tortugas, cocodrilos e interesantes formaciones rocosas justo debajo de la superficie. Pero eso es solo la punta del iceberg. Cuanto más profundo vas, más ves.
Quienes practican buceo a pulmón retienen la respiración y descienden hasta una profundidad determinada sin utilizar una fuente de aire. Requiere una gran concentración, así como conciencia de uno mismo y del entorno, y permite sumergirse por completo en un cenote de la forma menos disruptiva posible. Así, se pueden ver estalagmitas y estalactitas que datan de hace millones de años, montones de árboles caídos y escombros, fósiles de animales extintos, criaturas submarinas que no existen en ningún otro lugar de la Tierra y un sinfín de otras características fascinantes. Los viajeros pueden reservar sesiones de apnea en las numerosas escuelas y proveedores de la región.
Un paisaje único
La luz del sol se filtra a través de los agujeros en los techos de los cenotes que la concentra en rayos diferenciados, un fenómeno natural que se encuentra en muy pocos lugares. Ver estos rayos de luz inspira una sensación de asombro y maravilla sobrenatural.
También brindan oportunidades fotográficas únicas, una tendencia que está en aumento a medida que más y más personas exploran el vasto paisaje submarino de los cenotes de México.
Un refugio seguro para la fauna
Aislados del mar abierto, estos sumideros brindan un santuario contra las duras condiciones climáticas, las olas, los grandes depredadores y el tráfico de embarcaciones. Los manatíes llegan a los cenotes a través de cuevas que están conectadas con el mar Caribe.
Aquí, las especies en peligro de extinción pueden descansar, alimentarse de algas e incluso cuidar a sus crías en un entorno seguro y tranquilo.
De cerca y en persona
Los cocodrilos son parte vital de la biodiversidad de la región. Se pueden encontrar en muchos cenotes, incluso en los que frecuentan los turistas. Es importante respetar el espacio de los animales, por lo que mantener una distancia segura y no provocarlos es de suma importancia. Sin embargo, a veces son ellos los se acercan, curiosos por saber qué están haciendo los peculiares humanos.
Paisajes inquietantemente mágicos
En algunos cenotes, encontrarás una capa de sulfuro de hidrógeno que separa el agua dulce de la lluvia acumulada y el agua salada del océano, formando básicamente una nube submarina. Nadar alrededor y dentro de estas nubes da la clara impresión de navegar por el espacio y atravesar nebulosas.
Las capas están formadas por gases liberados por materia en descomposición, como árboles y hojas, que caen en los sumideros. Algunas nubes se forman cerca de la superficie a una profundidad de unos pocos metros, mientras que otras pueden encontrarse hasta a 30 metros de profundidad.
Estas capas espesas y nebulosas huelen ligeramente a huevos podridos y se sabe que pueden causar un ligero escozor en los labios si se permanece en ellas demasiado tiempo. La nube que se muestra en la imagen de arriba está a una profundidad de unos 28 metros y debajo de ella hay otros 28 metros de agua salada.
Un lugar para que todos disfruten
Personas de todas las edades y orígenes viajan para explorar los magníficos cenotes de México. La temperatura del agua oscila entre los 19 y los 24 °C, lo que los convierte en un agradable respiro del calor tropical. Muchos propietarios de cenotes invirtieron en infraestructura, como plataformas, baños y restaurantes, además de ofrecer visitas guiadas y espectáculos.
Con miles de cenotes diferentes para elegir, nunca te quedarás sin nuevos lugares para explorar.
Vivir en armonía con nosotros mismos y con nuestro entorno es algo que muchos nos esforzamos por lograr. Para preservar estos lugares especiales, es esencial protegerlos de la contaminación y el desarrollo excesivo. Algunos buceadores en apnea, en particular, están mostrando su magnificencia a través de medios visuales, creando una comunidad fuerte y vocal, e incluso convirtiéndose en embajadores y defensores de su protección.
Los turistas también pueden ayudar a reducir el daño causado a los cenotes eligiendo operadores de ecoturismo sustentables y absteniéndose de usar bloqueadores solares y productos para el cabello dañinos.
Por Alex St-Jean
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