Las lecciones de la guerra de Yom Kippur que Israel no escuchó y lo dejaron expuesto a un ataque inimaginable
El país acaba de conmemorar los 50 años del un conflicto que lo marcó a fuego
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PARÍS.– Los hombres suelen ser incapaces de aprender de la Historia. Así parece demostrarlo el sorpresivo ataque del Hamas palestino contra Israel. Hace exactamente 50 años, la guerra de Yom Kippur, había dejado sin embargo varias lecciones que siguen siendo válidas en la actualidad. Hoy, la prensa israelí denuncia “un fracaso colosal”.
“Estamos en guerra”. Los israelíes no escuchaban esas palabras, pronunciadas este sábado por el ministro de Defensa israelí, Yoav Galant, desde hace exactamente 50 años y un día. La última vez, fue el 6 de octubre de 1973, cuando comenzó la guerra del Kippur. Esta vez se trata de la “Guerra del Sukkot”, que se celebra el 16 de octubre, ese nombre alude a una de las tres fiestas de peregrinación prescritas por la Torah, durante la cual los judíos celebran la asistencia divina recibida por los hijos de Israel durante el Éxodo y la cosecha, que marca el fin del ciclo agrícola anual.
El viernes, durante las conmemoraciones de esa sangrienta página de la historia israelí, el jefe del Estado Mayor, Herzi Halevi, había formulado una advertencia premonitoria. Trazando un paralelo entre las disensiones actuales y el contexto que precedió aquella guerra, advirtió: “El ejército no puede funcionar correctamente cuando un país está tan desgarrado como el nuestro”.
Hace semanas, en efecto, que los israelíes laicos y religiosos están sumergidos en un conflicto abierto sobre la reforma de la Corte Suprema, un tema mayor para el futuro democrático del Estado. El nerviosismo es tan profundo que un enfrentamiento sin precedentes estalló en Tel Aviv el día de Yom Kippur entre los fieles que participaban en un oficio religiosor y militantes laicos. Tensiones que tuvieron un impacto directo en el ejército. Rompiendo el pacto implícito que coloca al Ejército isrelí al margen de los conflictos políticos en nombre de la seguridad nacional, reservistas se negaron a entrenarse para marcar su indignación. El problema es que, los israelíes laicos, que son los que más protestan contra el gobierno, son los que más se enrolan en las fuerzas armadas.
Ninguna de esas fragilidades habrá escapado al Hamas, contribuyendo probablemente a la incomprensible negligencia con la cual se benefició durante meses ese movimiento terrorista financiado por Irán para preparar un asalto que quedará en la historia. Lo bautizaron “Diluvio de Al-Aqsa”, en referencia a la esplanada de las mezquitas de Jerusalén, tercer lugar santo del Islam del cual el Hamas se considera protector.
Franqueando a comienzos de la mañana la línea de separación en pick ups, tomaron de asalto una comisaría de la ciudad de Sdérot y se apoderaron de un blindado israelí. Se vio incluso volar un parapente, lo que podría representar la primera operación aerotransportada de la historia militar palestina.
Además de la cantidad escandalosa de cohetes lanzados en pocas horas —2500 según los israelíes, 5000 según Hamas— por lo menos cuatro soldados israelíes fueron capturados y, sobre todo, decenas de civiles se convirtieron en rehenes en sus propias casas, sobre todo en los kibutz cercanos a la franja de Gaza. Este sábado al mediodía, la policía estimaba que unos 60 terroristas operaban aún en 14 poblados, y llamaba a la población a encerrarse.
Operación exitosa
Como sucedió en 1973, para los palestinos, la operación “Diluvio de Al-Aqsa” ya puede ser calificada de éxito. La misma marca el comienzo de varios días, probablemente semanas de ataque, contrataques y muertes, ya que Israel se apresta a responder con una fuerza inimaginable, mientras que el Hezbollah libanés —también proiraní — y otros aliados de Hamas en Siria y el Irak responderán probablemente lanzando ataques de envergadura contra el Estado judío. Ya en mayo de 2021, Hezbollá se había implicado, lanzando varios cohetes en el norte del país.
“Hay guerras cuya percepción importa más que una efectiva victoria militar. La de octubre de 1973 es uno de los mejores ejemplos. En la memoria de los árabes, la “guerra del Ramadán” o de Octubre, fue una gran victoria”, afirma el geopolitólogo Frédéric Encel.
Un triunfo que consiguió crear la sorpresa, provocar una gran confusión en los israelíes y poner en peligro el Estado “enemigo” de los árabes, creado 25 años antes. Y si bien, en el terreno, Israel pudo invertir progresivamente el curso del conflicto, penetrando en diez días las líneas de defensa egipcias y sirias, el Cairo y Damasco cumplieron su objetivo: lavar la humillación de 1967, elemento clave hacia la realización de sus objetivos respectivos.
El shock del ataque-sorpresa del 6 de octubre de 1973 fue tan profundo, que nunca abandonó la memoria colectiva israelí. ¿Cómo explicar el disfuncionamiento de su sistema de alerta en aquel momento? ¿Cómo, señales que parecen hoy flagrantes, pudieron ser ignoradas por los responsables israelíes?
“El orgullo”, resume Frédéric Encel.
Después de la aplastante victoria en la Guerra de los Seis Días, en junio de 1967, los responsables israelíes no concebían la idea de que serían nuevamente atacados por los Estados árabes. Por eso ignoraron las señales previas y fueron engañados por los egipcios, que habían declarado 1971 “año de la decisión” y organizado cierto número de ejercicios ficticios, para adormecerlos.
No obstante, en la guerra de los Seis Días, Egipto había perdido la Franja de Gaza y la península del Sinaí. Siria fue amputada de la meseta del Golán y Jordania tuvo que ceder la Cisjordania y Jerusalén este. El sentimiento de humillación frente a Israel dominaba todo el mundo árabe.