Las joyas arqueológicas de Grecia, en grave peligro
Las excavaciones están paralizadas por la crisis; ola de robos en museos
ATENAS.- Robos de antigüedades, excavaciones ilegales o en suspenso: Grecia, asfixiada por la crisis de la deuda, tiene cada vez más dificultades para preservar y valorar su inestimable patrimonio arqueológico, hoy considerado una carga.
"Las ruinas de la antigüedad son nuestra maldición", declara una arqueóloga griega que quiere mantener su anonimato, por sentir que con semejante declaración traiciona a su oficio, a su alma y a su país. Sin embargo, con esa palabra, "maldición", resume las contradicciones que hoy enfrentan Grecia y su pasado: el patrimonio histórico es una de las principales atracciones turísticas del país, y el Estado cuenta con él para reactivar la economía, pero carece de medios para valorarlo, e incluso para protegerlo.
Las excavaciones oficiales están paralizadas por la falta de fondos y las ilegales se multiplican a causa de la falta de medidas de seguridad, denuncia la Asociación de Arqueólogos Griegos. "Cada vez descubrimos más excavaciones sin registro cerca de los emplazamientos arqueológicos. Algunos han sido cavados por semiprofesionales que saben lo que buscan y trabajan en redes organizadas de traficantes de obras de arte. Otros esperan dar con un tesoro", cuenta Despina Kutsomba, que preside esa asociación, en referencia a unas excavaciones ilegales descubiertas en un cementerio de la época micénica en Dafni.
Las únicas excavaciones que continúan son aquellas que se realizan en cooperación con institutos arqueológicos extranjeros. Pero también esas investigaciones tienen que hacer malabarismos con sus presupuestos. "En principio, el Estado griego debería financiar una parte de cada excavación. Pero como ya no hay dinero, damos valor contable al terreno o al hangar que ponen a nuestra disposición para que sobre el papel aparezca la cofinanciación", explica uno de los responsables de esos institutos.
La crisis y sus medidas de austeridad han afectado a todo el sector, a la investigación y a la edición, así como a las actividades pedagógicas para chicos, que han desaparecido de los museos. Los sueldos han sido reducidos a unos 660 euros (870 dólares) al mes.
La crisis afecta también a los turistas. El museo arqueológico de Atenas o el museo bizantino de Salónica cierran algunas salas con regularidad por falta de guardias de seguridad.
"Si el público no puede acceder al museo, éste pierde su función principal y se convierte en un depósito", se lamenta Despina Kutsumba.
Desde principios de año, dos robos espectaculares de obras de arte, presuntamente cometidos por bandas organizadas, sacudieron al país. Unas 60 antigüedades, algunas de hace más de veinte siglos, fueron robadas en febrero en un museo de Olimpia, cuna de los Juegos Olímpicos. En enero, tres cuadros, entre ellos uno de Mondrian y un retrato de mujer donado por Picasso, desaparecieron de la Galería Nacional. "La pobreza y las difíciles condiciones de vida también existían en los años 50 y 60 y no por ello se robaba en un museo", declaró el ministro de Cultura, Pavlos Geroulanos, que presentó su renuncia (rechazada por el presidente) tras el robo en Olimpia.
De un total de 106 museos arqueológicos y bizantinos, 250 sitios arqueológicos en actividad y 19.000 registrados, sólo un puñado se salvó de los recortes: la Acrópolis de Atenas, el más visitado de Grecia, donde prosiguen las obras de renovación financiadas por la Unión Europea; Cnosos, en Creta; el yacimiento arqueológico de Vergina, cerca de Salónica, y sitios de renombre en Delfos y Olimpia.
"Temo un abandono deliberado de la cultura para que luego puedan privatizar el sector, como ocurrió en Polonia, donde 2000 compañías privadas realizan excavaciones", apuntó un miembro de la Asociación de Arqueólogos.
Para recaudar dinero, el Estado autorizó la explotación publicitaria de las ruinas griegas, empezando por la Acrópolis; una iniciativa considerada por los arqueólogos, hasta ahora, como un sacrilegio. El ministerio afirmó que esa decisión se inscribía en una serie de disposiciones para "facilitar" el acceso al patrimonio y la promoción del mismo.
La administración de monumentos históricos se ve por otro lado bajo el fuego de las críticas del sector de la construcción, por sus demoras en dar permisos de edificación. Un problema, según los arqueólogos, también atribuible a los recortes presupuestarios. "Si los servicios arqueológicos tuvieran más personal, todo iría más rápido", explica Amalia Tsituri, de la Asociación de Arqueólogos.
La experta advierte que si los arqueólogos de Atenas no hubiesen presionado al Estado, los turistas habrían desaparecido, "ya que todo estaría edificado". "Este país tiene la histeria de la construcción. La ley arqueológica permitió salvaguardar una parte del patrimonio natural", sostiene.
Isabel Malsang
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