Las islas más peligrosas del mundo: caníbales, víboras y desechos nucleares
A simple vista parecen paraísos tropicales, pero esconden peligros indecibles para quienes se animen a visitarlas
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Normalmente, uno asocia las playas de aguas turquesa y clima cálido con destinos paradisíacos, ideales para relajarse y olvidar por un rato las preocupaciones. Sin embargo, existen algunas islas que resultan tentadoras desde lejos, pero encierran terribles peligros para quienes se animen a bajar en sus costas.
A continuación, un recorrido por algunas de las islas más peligrosas del mundo, vedadas al turismo y, en algunos casos, a la propia vida humana.
Isla de las Cobras
En Brasil, frente a la costa de San Pablo, se encuentra la Ilha da Queimada Grande, también conocida como Isla de las Cobras. El archipiélago ubicado sobre el Océano Atlántico cuenta con un enorme cartel para advertirle a los navegantes que está prohibido desembarcar allí.
El motivo por el que el acceso está inhabilitado sin una autorización gubernamental se basa en que la isla es el hogar de unas 4000 víboras. En este lugar reside una de las especies de serpiente más venenosas del mundo, capaz de “derretir” la piel de sus víctimas.
La “serpiente de la Isla Quemada” es la Bothrops insularis, tiene un color marrón amarillento y puede medir hasta 70 centímetros. Se calcula que hay por lo menos un ejemplar de este tipo de reptiles por cada metro cuadrado: desde que el nivel del mar subió hace unos 11.000 años se desarrollaron de una manera distinta y son cinco veces más peligrosas que su parientes de tierra firme.
Isla Sentinel del Norte
El caso de la remota Isla Sentinel del Norte, ubicada en el archipiélago de las islas de Andamán sobre el Océano Índico, es totalmente diferente. La extensión de tierra de 59,67 kilómetros cuadrados son administrados oficialmente por el gobierno de India, pero en realidad se convirtió en un lugar impenetrable por quienes viven allí.
Los sentineleses son una tribu envuelta por un gran halo de misterio: están catalogadas como un pueblo asiático, aunque sus características físicas y genéticas son casi idénticas a las de los pueblos africanos de hace 60.000 años. Lo poco que se sabe recae en que está habitada por una agrupación de cazadores y recolectores, de alrededor de 150 personas, que vive en autarquía desde hace siglos, completamente aislados de todo contacto con el mundo.
Ajenos a la pandemia de coronavirus que azota al mundo, es la única de las tribus no contactadas que sobrevive en una isla, lo que les proporciona una defensa natural y efectiva. Su resistencia a todo contacto con el mundo hace muy difícil acercarse a ellos, son muy hostiles con los extranjeros y rechazan con arcos y flechas cualquier contacto con la civilización. Por esa razón, se prohíbe acercarse a menos de cinco kilómetros de la isla, así como fotografiar o filmar esta comunidad.
Islas Marshall, un paraíso tóxico
Esta actual república de Oceanía, compuesta por un archipiélago de islas sobre el Océano Pacífico, estuvo ocupada por Estados Unidos durante poco más de tres décadas. El Atolón Bikini está considerado por los propios habitantes como la herencia más peligrosa que dejó la administración norteamericana, y suelen llamarlo “el sarcófago nuclear”.
Entre 1946 y 1996 las Fuerzas Armadas hicieron cientos de ensayos nucleares en las islas, y esto causó severas consecuencias de contaminación por los desechos de las pruebas atómicas. Algunos estudios revelaron que los niveles de plutonio 239 y 240 son entre 10 y 1000 veces más altos que los se han encontrado en Fukushima, por ejemplo.
La bomba Cactus que explotó en 1958 dejó un cráter que se llenó de desechos nucleares. Como medida de protección, fue cubierta con una cúpula circular que empieza a deteriorarse y causar preocupación por las posibles fugas radiactivas; además del riesgo para los islotes vecinos. Unas 800 personas viven en el extremo sur del atolón, y todavía reclaman que se tomen medidas para proteger su salud.
Isla de los muertos
La Isla Poveglia, más conocida como “Isla de los muertos”, está ubicada en Italia, y fue a donde se trasladaron 160.000 cuerpos de personas que murieron a causa de la peste negra en el siglo XIV. En este caso la falta de turismo se debe más al estado de los edificios en ruinas y las oscuras leyendas que engloban los alrededores.
La versión local cuenta que los italianos eran desterrados a la isla si mostraban síntomas de la peste, y la parcela de tierra de 18 acres se convertía en una fosa común para incinerar a los fallecidos. Hasta el día de hoy algunos se animan a afirman que las cenizas de los cuerpos constituyen más del 50% del suelo de la isla.
Aquellos que han visitado la zona en bote fotografiaron los edificios en ruinas, lugares abandonados, y el hospital psiquiátrico donde se hicieron varios experimentos y tratamientos durante 1920. Debido a que estar infectado con la enfermedad implicaba un fuerte estigma, son muchos los rumores que sobrevuelan sobre la isla.
Isla Surtsey
Para completar el listado de algunos de los inaccesibles lugares del mundo, resulta un caso excepcional la Isla Surtsey. Está ubicada a 32 kilómetros de la costa sur de Islandia, y se conserva prácticamente virgen y libre de la intromisión humana.
Tiene una superficie de apenas 1,41 kilómetros cuadrados, y es una de las islas más jóvenes del mundo. Emergió a la superficie el 14 de noviembre de 1963 tras la erupción de un volcán submarino ubicado a 130 metros de profundidad. Sus características únicas hicieron que la Unesco la declarara Patrimonio de la Humanidad en 2008.
Desde su aparición se convirtió en un sitio de un interés extremadamente valioso por los científicos, ya que les brindó la oportunidad de contemplar cómo se produce la colonización, tanto terrestre como submarina de la fauna animal y vegetal en una isla totalmente estéril. En este sentido, por decisión del Gobierno islandés, Surtsey está restringida al público.
Por efecto de los fuertes vientos y las olas del Océano Ártico, la isla volcánica pierde su dimensión territorial año tras año. La superficie actual de Surtsey es de apenas 1,41 km². Debido a esta reducción anual constante de su extensión geográfica, los expertos estiman que la formación desaparecerá en su totalidad hacia el año 2100.
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