Las idas y venidas del proceso desesperan a las empresas
La industria, la tecnología y las finanzas se inquietan por la falta de claridad; algunas evalúan irse y otras alistan medidas de emergencia
LONDRES.- Cuando faltan menos de dos semanas para la fecha prevista para la salida de Gran Bretaña de la Unión Europea (UE), todavía no se sabe cómo será esa salida, si será pospuesta o siquiera si se concretará. Y el consenso es unánime tanto en los directorios de las empresas como en las plantas de las fábricas: esta no es manera de manejar la quinta economía del mundo.
Algunas empresas se vieron forzadas a gastar cientos de millones de dólares en planes de contingencia, otras debieron reducir su planta de empleados, postergar inversiones o suspender la producción, y algunas directamente se cansaron de Gran Bretaña y están mudando sus operaciones a otros países.
"La incertidumbre sobre el Brexit ya causó enormes perjuicios a la producción, las inversiones y el empleo", dijo Mike Hawes, CEO de Society of Motor Manufacturers and Traders, una asociación comercial que representa a más de 800 industrias del sector automotriz.
La industria automotriz británica se desangra, con anuncios semanales de reducciones de personal en Jaguar, Honda y Vauxhall, una caída relacionada con la desaceleración económica de China y con el progresivo abandono del combustible diésel en los países de Europa. Pero la falta de claridad sobre el Brexit también juega un rol clave.
"El peligro actual y real es el Brexit", dijo Hawes.
Antes del referéndum de 2016, muchos empresarios hicieron campaña contra la salida de la UE, el bloque comercial más grande y rico del mundo. Otros apoyaban el Brexit, acusando a los burócratas de Bruselas de socavar, con la ayuda y la anuencia de Francia y Alemania, la competitividad de las empresas británicas y de coartar las posibilidades de Gran Bretaña de cerrar acuerdos comerciales bilaterales con países como Estados Unidos.
Hasta ahora el Brexit ha sido menos malo para la economía británica que lo pronosticado por los economistas del establishment: la libra cayó, pero no se derrumbó, y el PBI logró crecer el 1,4% en 2018, el índice más bajo desde la crisis financiera de 2008, pero sin provocar la recesión que muchos anticipaban.
Pero lo que nadie quería era encontrarse en esta situación, a días del plazo máximo para concretar el Brexit y sin tener la menor idea de cuándo ni cómo será.
El comercio libre e irrestricto podría frenarse en seco, y según las normas de la UE, Gran Bretaña podría quedar de pronto etiquetado como "tercer país", sujeto a aranceles, cuotas de ingreso de productos y controles fronterizos.
Después del referéndum de 2016, algunas empresas con sede europea en Londres decidieron mudarse. Las razones eran varias: buscaban evitarse problemas impositivos (tema mencionado por la electrónica Panasonic), temían disrupciones en el flujo de datos (una preocupación de las empresas tecnológicas) o querían asegurarse su acceso al mercado de la UE (una particular inquietud del sector financiero).
Aunque se cree que Londres conservará su estatus de capital financiera de Europa, la firma contable EY estimó que las empresas de servicios financieros movieron 1 billón de dólares en activos a otras ciudades europeas.
"No hay vuelta atrás. El puente ya se levantó. Ahora la sede europea de nuestro banco está en Dublín, y punto", dijo el mes pasado Anne M. Finucane, vicepresidenta del Bank of America. "Y desde la perspectiva del comercio, ahora el brazo comercial europeo sería París".
Alexandra Renison, jefa de política comercial del Institute of Directors, un grupo de presión de líderes empresarios, dijo que una encuesta entre sus miembros reveló que un tercio habían relocalizado parte de sus operaciones fuera de Gran Bretaña o lo estaban considerando.
Pero las empresas que pensaron que podrían aguantar, o las que por su rubro de negocios no pueden hacer las valijas y mudarse, ahora trabajan frenéticamente en planes de contingencia.
Traducción de Jaime Arrambide