Las fuerzas de Rusia y Ucrania libran la primera guerra de drones a gran escala
Los aviones no tripulados, que los dos bandos utilizan masivamente, se convirtieron en armas decisivas para espiar, localizar y atacar objetivos enemigos
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KHARKIV, Ucrania.- Una guerra que empezó con tanques rusos arrasando la frontera de Ucrania, trincheras cavadas en la tierra al estilo de la Primera Guerra y piezas de artillería de la era soviética tronando en el horizonte, ahora ha tomado una dimensión más moderna: soldados que observan el campo de batalla desde un pequeño monitor con conexión satelital mientras drones del tamaño de una mano se alejan volando hasta perderse de vista.
Con cientos de drones de reconocimiento y de ataque sobrevolando Ucrania todos los días, el conflicto que se inició como un arrebatamiento territorial de un emperador del siglo XVIII se transformó en una competencia de la era digital por la superioridad tecnológica en los cielos que dejará una marca en los anales militares como un punto de quiebre.
Hasta hace unos años, los drones eran usados básicamente por cada bando sobre un espacio aéreo no disputado para localizar y hacer blanco en objetivos enemigos, como las operaciones militares de Estados Unidos en Afganistán y Medio Oriente.
Pero en la guerra entre Rusia y Ucrania los drones son parte integral de cada fase del combate, donde cada bando cuenta con enormes flotillas dotadas de defensas aéreas y sistemas de interferencia. Esta es una guerra que se libra a la distancia –el enemigo suele estar a kilómetros de distancia–, y para zanjar esa distancia nada mejor que los drones, que les permiten a Rusia y Ucrania espiarse y atacarse sin tener que verse las caras.
Las fuerzas ucranianas también han utilizado drones para atacar objetivos alejados de la línea de frente, como Crimea, que Rusia anexó ilegalmente en 2014, y en la región fronteriza rusa de Belgorod, según funcionarios ucranianos que prefirieron no revelar qué tipo de drones utilizaron. Rusia ha atacado repetidamente la infraestructura civil crítica de Ucrania con drones “kamikaze”, un sustituto barato de los misiles de alta precisión.
Los drones se han vuelto tan cruciales para el éxito en el campo de batalla que hasta se usan para derribar otros drones. A principios de septiembre, pocos días antes de que Ucrania lanzara la ofensiva para expulsar a las fuerzas rusas de la región nororiental de Kharkiv, un dron de reconocimiento ucraniano voló a través de una brecha entre dos sistemas de interferencia rusos, cruzó a territorio de Rusia y giró hacia el norte a través de la región de Belgorod, donde las fuerzas del Kremlin tienen su base de apoyo para el este de Ucrania.
Según imágenes aéreas capturadas por los ucranianos que luego fueron revisadas por The Washington Post, en ese lugar el dron ucraniano detectó una base de drones de Moscú. En una de esas imágenes puede verse un Orlan-10 ruso, con una hélice de marca registrada en la nariz, estacionado junto a una casa. Luego, en una foto del “después”, la casa tenía un agujero en el techo y se podía ver la llegada de una ambulancia: detrás del dron de reconocimiento los ucranianos despacharon un dron de ataque, que destruyó la flota de “ojos” del enemigo. El ataque le asestó un duro golpe a la capacidad de las fuerzas rusas para anticipar la ofensiva ucraniana y contraatacar.
Además, los ucranianos desplegaron drones de reconocimiento para marcar las coordenadas de los puestos de mando, baterías de artillería, sistemas de guerra electrónica y arsenales de los rusos. Más tarde, cuando los sistemas de cohetes de lanzamiento múltiple proporcionados por Occidente atacaron esos objetivos, Ucrania volvió a enviar sus drones para recalibrar el disparo del cohete en tiempo real y confirmar que dio en el blanco. Otras veces atacaban con los propios drones de combate.
Esos ataques debilitaron a los rusos y prepararon el escenario para el avance de la infantería ucraniana. Y ese avance también fue vigilado por drones desde el cielo, permitiendo que el comandante de la operación monitoreara a sus tropas en vivo. “Nos daban una imagen completa del combate”, dice el coronel general Oleksandr Syrsky, comandante de las fuerzas terrestres de Ucrania. El resultado fue la sorpresiva retirada de los rusos.
Drones baratos
“Las guerras del futuro dependerán de dos factores principales”, dice Samuel Bendett, analista militar del grupo de investigación CNA, con sede en Virginia. “La proliferación y disponibilidad de drones de combate para operaciones sofisticadas y de mayor alcance, y la absoluta necesidad de contar con drones tácticos baratos para operaciones de apoyo de corto alcance”. En Ucrania, ese futuro ya llegó.
Por sobre todas las cosas, los drones son ojos en el campo de batalla. Y para ver los movimientos del enemigo, hace seis meses los militares ucranianos crearon una unidad de equipos de drones de reconocimiento llamada Ochi –“ojos” en ucraniano–. Esos equipos de cuatro operadores ahora están diseminados por todo el frente oriental, desde donde despliegan los drones a diario, salvo cuando llueve.
En septiembre, los operadores de un equipo Ochi acercaron los ojos a su pequeño monitor de mano y se rieron. En la pantalla podía distinguirse a varias personas de uniforme militar con un carro, en medio de en maizal del otro lado del río Oskil, en una parte de Kharkiv entonces ocupada por los rusos. “Se roban el maíz de los agricultores locales”, dijo uno de los operadores de drones ucranianos, quien por razones de seguridad pidió ser identificado como Bars, su nombre de guerra. Un par de soldados rusos no ameritaban un ataque de artillería, pero el dron los seguiría vigilando en caso de que regresaran a una base.
A bordo de un auto no blindado, otro equipo Ochi elige un lugar cerca de la línea de frente, conecta las baterías de repuesto del dron a un generador y activa la conexión a Internet Starlink, para que todo lo que vean sea transmitido a las brigadas cercanas. El dron que utilizan es un cuadricóptero Matrice 300 que pesa alrededor de cuatro kilos y que junto a los accesorios que lo acompañan, incluidos los monitores, cuesta alrededor de 40.000 dólares, una de las herramientas bélicas más baratas. Este tipo de drones comerciales –que suelen ser pequeños, relativamente económicos y que actualmente se consiguen en todos lados–, son los que hacen de la guerra en Ucrania un fenómeno único, ya que brindan una visibilidad sin precedentes y afinan la precisión del fuego de artillería, que suele ser inexacto.
Los drones de combate de grado militar, como el Bayraktar TB2 de fabricación turca que utiliza Ucrania, o el Shahed-136 de fabricación iraní desplegado por Rusia, están desempeñando un rol mayor que antes, aunque también más tradicional. Pero el dron más popular utilizado por ambos bandos cabe en la palma de una mano, y se parece más a un insecto que un pájaro.
El pequeño cuadricóptero Mavic, que al igual que el Matrice 300 es producido por el fabricante chino DJI, cuesta menos de 4000 dólares y está disponible en Internet. En un libro sobre estrategias militares avanzadas publicado este año, el general retirado Yuri Baluyevsky, exjefe de las fuerzas armadas de Rusia, describe el Mavic como “un verdadero símbolo de la guerra moderna”. El uso de Mavics está tan extendido en ambos ejércitos que los soldados ucranianos muchas veces no saben si el dron que ven venir es amigo o enemigo. Si uno se queda sobrevolando mucho tiempo en el mismo lugar, en vez de seguir de largo, es suficiente motivo de sospecha como para derribarlo.
Pero el Mavic es solo uno de los drones de un vasto y variado enjambre. También están los drones EVO II fabricados por Autel Robotics, que al igual que DJI tiene su sede en Shenzhen, China. Una organización benéfica dirigida por la estrella de la televisión ucraniana Serhiy Prytula también ha estado comprando drones de todo el mundo –como el alemán Vector UAV o los chipriotas Poseidón H6 y H10–, para que el ejército ucraniano pueda probarlos. Hasta hace unos años, los altos mandos ucranianos y rusos, muchos de los cuales fueron compañeros de entrenamiento en la época soviética, eran escépticos con respecto a los drones. Ahora se desviven por entrenar a miles de pilotos.
Problemas de producción
No hay soldado ucraniano que no haya tenido un aterrador encuentro con un Orlan-10 ruso, el principal dron de reconocimiento que usa Rusia, que además tiene capacidades de guerra electrónica.
Para el teniente Oleksandr Sosovskyy, subcomandante de batallón de la 93ª Brigada Mecanizada de Ucrania, ese encuentro fue a fines de abril, cuando se trasladaba con cuatro soldados hasta una aldea del frente de batalla de la región de Kharkiv. Cuando estacionaron el auto entre dos viviendas, escucharon un inquietante zumbido en el cielo. No podían ver a su enemigo, pero el enemigo podía verlos a ellos…
A partir de ese momento y durante varias horas, el fuego de artillería los seguía donde fueran. Los soldados se dividieron, cambiaron de posición dentro de la aldea, se echaron cuerpo a tierra para ponerse a cubierto. Pero el Orlan ayudó a los rusos a afinar la puntería de su artillería. Fue implacable y preciso. “Querían destruir el auto, y obviamente también a nosotros”, dice Sosovskyy.
En los últimos meses, sin embargo, Sosovskyy ha notado que hay menos Orlan dando vueltas por el cielo. Hasta hace un tiempo, los rusos solían desplegar dos al mismo tiempo: uno para reconocimiento y otro para corregir los ataques de la artillería. Pero en los últimos meses, escuchar o ver un solo Orlan se fue volviendo cada vez más inusual.
Ante el uso generalizado de drones en esta guerra, tanto Ucrania como Rusia están tratando de aumentar la fabricación nacional de drones de todo tipo. Pero la visible disminución de drones Orlan deja expuestos los problemas de producción que enfrenta Moscú. El Orlan-10 es el caballo de tiro del ejército ruso en los cielos, pero nadie sabe cuántos le quedan. Muchos fueron derribados y hay pocos datos disponibles sobre las tasas de producción.
En septiembre, cuando las fuerzas rusas fueron expulsadas de Kharkiv, el comandante del Batallón Vostok de las fuerzas rusas, Alexander Khodakovsky, se quejó de la escasez de drones en la red de mensajería Telegram. “Tengo menos efectivos de los que necesito, pero ese no es el problema principal. Lo peor es no poder detectar las posiciones desde donde nos golpea el enemigo”, escribió Khodakovsky. “Y no puedo detectarlos porque no tengo drones de reconocimiento de artillería”.
Isabelle Khurshudyan y Kostiantyn Khudov
(Traducción de Jaime Arrambide)
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