“Gana o gana”: por qué Maduro siempre triunfa en las elecciones de Venezuela
La sola convocatoria electoral, con participación de la mayoría de la oposición, ya le otorga buenos réditos al jefe de la revolución bolivariana tras más de cinco años de comicios convulsos
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CIUDAD DE PANAMÁ.– Nicolás Maduro gana o gana en los comicios locales y regionales disputados este domingo en Venezuela. Si la abstención es baja, gana Maduro. Si la abstención es alta, como indican los primeros datos, gana Maduro. “Y a mayor abstención, más ganancia para Maduro”, redondea Luis Salamanca, antiguo rector del Consejo Nacional Electoral (CNE).
Para descifrar semejante ecuación es necesario ir más allá de los números y trascender el perpetuo enredo venezolano. En la primera circunstancia, la “victoria” del “hijo de Chávez” se debería al voto duro del chavismo (15%), que resquebrajaría aún más a los grupos opositores que se lanzaron a una batalla casi imposible contra el sistema bolivariano. Una derrota y un golpe de consideración contra los sectores antichavistas favorables a competir en las urnas pese a las deficiencias democráticas.
En la segunda, un mayor índice de participación contribuiría a dar importancia a estas elecciones ante los ojos del mundo, unos comicios sin mayores peligros para el “presidente del pueblo”: no se juega su propio poder político y mantiene las herramientas de rectificación a esos resultados.
Ya en 2008 minimizó la victoria del alcalde mayor de Caracas, Antonio Ledezma, arrebatando sedes, competencias, presupuestos e imponiendo una figura paralela del Gobierno. Así nacieron los protectores, vigentes hoy en día, incluso uno de ellos, el policía Freddy Bernal, partía como favorito en las elecciones del estado de Táchira, fronterizo con Colombia.
El triunfo más trascendental de la oposición durante el chavismo, las parlamentarias de 2015, fue reducido con todo tipo de golpes durante cinco años.
Legitimidad
Celebrar una nueva victoria, ahondar las diferencias entre los grupos opositores y, sobre todo, la búsqueda de legitimidad, que en sí misma explica la apuesta electoral de la revolución. “Maduro busca legitimidad a toda costa, de la manera que sea. Ese es su trabajo, como en esta ocasión, sabiendo que tiene a la oposición dividida, que se da por diferentes motivos, como el deterioro de la estructura unitaria para dirimir diferencias”, destacó el politólogo Félix Seijas, director de la encuestadora Delphos.
La sola convocatoria electoral, con participación de la mayoría de la oposición, ya le otorga bueno réditos al jefe de la revolución bolivariana tras más de cinco años de comicios convulsos, en los que triunfaron sus candidaturas, pero de los que también salió con múltiples heridas políticas.
“El gobierno sabe que tiene esto bajo control y por eso se ha abierto a dos rectores no oficialistas del Consejo Nacional Electoral (CNE). Y, además vienen observadores internacionales, con los que está buscando el reconocimiento y la legitimidad. Esa sería su gran ganancia en esta elección”, asume Seijas, que sabe que la cúpula bolivariana intenta un margen mayor de acción en el tema económico internacional y “poder sentarse en algunas mesas en las que ahora no tiene acceso”.
Ante tantas evidencias de las ganancias que obtiene el chavismo queda una interrogante: ¿por qué concurre la oposición? Más allá de la obtención de puestos locales con lo que significa para sus organizaciones, los dirigentes que apuestan por la ruta electoral, con el excandidato presidencial Henrique Capriles a la cabeza, saben que un referéndum revocatorio, incluso un adelanto de las presidenciales a través de los diálogos en México, están sobre la mesa. Por supuesto, con la disputa por el liderazgo de la oposición real entre bastidores.
La Unidad Democrática tendría que trabajar no sólo para recuperar el voto cuando las encuestas les dicen a sus líderes que parte de sus seguidores se han convertido en “independientes” ante los continuos zarandeos del régimen y sus disputas internas. Además, en ese futuro electoral, si se llevara a cabo, ya tendrían un rival firme enfrente, con poca pegada popular pero que resta votos. Se trata de la Alianza Democrática, que ha propiciado el Gobierno “quitando las tarjetas de los partidos a sus dueños originales y alentando a los ´alacranes´, que eran opositores y ahora pasaron a ser una especie de servidores del Gobierno pero con una fachada opositora. El Gobierno lo estimuló, lo financió”, advierte Seijas.
Un nuevo grupo, Fuerza Vecinal, también ha surgido con apoyo en los bastiones opositores de Caracas.
Eso sí, el festejo de Maduro será limitado. “La legitimidad no se logra en un evento, sobre todo cuando los obstáculos siguen estando presentes. Y la observación internacional (amenazada en la noche del sábado con una ‘respuesta contundente’ si se atreve a proclamar un veredicto incómodo para la revolución) es un mecanismo de vigilancia”, sentencia María Puerta Riera, profesora de gobierno americano en Florida.
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