Las elecciones regionales en Venezuela con la vuelta de la oposición, ¿una farsa o pueden provocar cambios?
Hubo apertura a la oposición en el Consejo Electoral y habrá observadores de la UE y la ONU, pero el chavismo mantiene sus ventajismos; domina el escepticismo
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CIUDAD DE PANAMÁ.– Las elecciones regionales y locales de este domingo en Venezuela, bajo el yugo de un régimen autoritario como el chavista, abrieron la caja de los truenos. Muchas interrogantes y pocas certezas en un panorama salpicado de claroscuros, que se resume en las últimas palabras del opositor Juan Guaidó: “Nicolás Maduro es y seguirá siendo ilegítimo e investigado por la Justicia internacional. El intento por relativizar y normalizar la crisis no va a funcionar”.
El líder opositor, haciendo equilibrios, no llamó a las urnas a pesar de que gran parte de la oposición real presenta candidatos, incluida Voluntad Popular (VP), su partido y el del exiliado Leopoldo López, en posición muy parecida.
Si un venezolano usara una batidora virtual para mezclar los condicionantes de estas elecciones obtendría un cóctel de muy difícil digestión. Por una parte, el chavismo mantiene ventajismos abusivos (“no se dan las condiciones para unas elecciones libres y justas”, reiteró Estados Unidos en las vísperas), pero se han conseguido avances en el árbitro electoral, en la observación internacional de la Unión Europea (UE) y de Naciones Unidas, en el sistema automatizado y el registro electoral.
Casi toda la oposición real concurre, pero se ha dividido su voto con la aparición de otros actores, como Fuerza Vecinal, sobre todo en Caracas, y con el intervencionismo revolucionario a través de las candidaturas colaboracionistas, reunidas en torno a Alianza Democrática, que suma a los famosos “alacranes” (los políticos subvencionados por el magnate colombiano Alex Saab, extraditado a Estados Unidos), los partidos intervenidos por el gobierno, la Avanzada Progresista de Henri Falcón (exgobernador chavista opositor), los evangélicos de Javier Bertucci, y Cambiemos, el partido dirigido por Timoteo Zambrano, el hombre en Caracas del expresidente español José Luis Rodríguez Zapatero.
La oposición real olvida así la abstención estratégica en las elecciones a Constituyente (2017), presidenciales (2018) y parlamentarias (2020), aunque algunos de sus factores se mantienen en la apuesta de la no participación.
¿Y los votantes qué opinan de semejante escenario? El analista Félix Seijas resume la situación a través de los datos que arrojan sus encuestas en Delphos: “Votar es una aspiración de la gran mayoría. Y la mayoría de esa mayoría está consciente de que las condiciones distan de ser idóneas. Sin embargo, una parte de ellos siente que vale la pena votar por múltiples razones, mientras que un grupo mayor tiene dudas”.
¿Y el gobierno? “El oficialismo le teme a la movilización, porque saben que no es cierto que sean invencibles. Tienen ventaja, pero eso tiene un límite. Por eso deben mantener al rival alejado del voto”.
Todo vale para aumentar la pesadumbre nacional, desde el combustible constante al fuego opositor como la historia reciente, la que recuerda que si un opositor se convierte en ganador sufrirá la imposición de un “protector” chavista que le robará competencias y presupuestos.
Eso sin contar los distintos disfraces del fraude: el millón de votos inyectado en la Constituyente a favor del chavismo; el golpe electoral para imponer a un general en Bolívar, el territorio del oro de sangre; las operaciones remate con rellenado de votos a la fuerza, y la hegemonía comunicacional.
Reconfiguración
“Unas elecciones en régimen autoritario pueden servir para dos cosas si se logran unas condiciones. Primero para reconfigurar el mapa del poder del mismo régimen, que puede alentar a otros actores que en el futuro sirvan para diálogos o cambios. Y segundo para que las fuerzas democráticas, si obtienen algún éxito específico, acumulen poder no solo en lo político, sino también en lo simbólico, siempre que sepan usar esos espacios que han ganado”, reflexiona para LA NACION el ensayista Juan Cristóbal Castro.
“Hay cambios en la sistemática electoral venezolana y eso constituye una oportunidad. Yo no creo que estas elecciones sean una farsa, aunque sea mucho lo que queda para la reconstrucción del voto, pero son pasos significativos en la decisión correcta”, aporta Jesús Castellanos, uno de los mayores expertos electorales en el país.
“Eso sí, los vicios de la jornada electoral van a seguir existiendo, desde la movilización [operación remate a última hora usando dinero público para forzar a votantes a que acudan a las urnas], hasta la coacción y la coerción. Ya Maduro y Diosdado Cabello, hombre fuerte del chavismo, dejaron claro que el ventajismo aplica. Pero hay un conjunto de otros elementos que constituyen restricciones a esas intenciones”, concluye Castellanos.
“¿Y para qué sirven estas elecciones entonces? Primero, para tener un alcalde más cercano a otro que no lo es. Donde vivo, Baruta [uno de los municipios opositores de Caracas] es así y nos ha ido mucho mejor. Hablo de avanzar, de evitar retroceder”, apuesta Seijas, que ve los comicios en los que se elegirán 23 gobernadores y 335 alcaldes como el primer paso para el inicio “de lo que será el proceso para revertir las cosas”.
Un punto de inflexión, al menos, esperan los demócratas para este domingo. Incluso algunos se mostraban este sábado optimistas con los resultados, pese a que las encuestas no lo son: las más favorables les conceden siete de 23 gobernaciones y las menos halagüeñas temen que solo serán dos o tres.
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