Las elecciones locales británicas, un test para Boris Johnson y una oportunidad para el Sinn Fein
Tras el “partygate”, las municipales y regionales eran una prueba para el premier; el partido nacionalista podía lograr un histórico triunfo en Irlanda del Norte
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PARÍS.– Todos los británicos de más de 18 años eran esperados hoy en las urnas para participar en elecciones locales cuyo resultado podría representar una dura sanción para el actual primer ministro conservador Boris Johnson. Pero si bien ese sería el caso en Inglaterra, Escocia o Gales, la votación en Irlanda del Norte tendrá consecuencias mucho más importantes que las de un simple sondeo político. La victoria del partido prorreunificación Sinn Fein, que todas las encuestas estiman ganador desde hace semanas, podría redefinir la cartografía del Reino Unido.
A nivel nacional y por primera vez desde el escándalo del llamado “partygate” –esas fiestas en Downing Street durante el confinamiento que le valieron una multa–, los electores británicos pudieron expresar su descontento o su satisfacción con Johnson. En el poder desde hace 12 años, el Partido Conservador podría ser víctima de su deficiente gestión de la pandemia y el escaso apoyo otorgado a los hogares británicos, asfixiados por el aumento del costo de la vida y la inflación, que según el banco central podría superar este año el 10% y provocar una contracción de la economía el año que viene.
Tras el cierre de los centros de votación, los primeros resultados eran esperados esta madrugada en Inglaterra y durante el viernes en el resto del país. Si la mayoría gubernamental obtuviera un mal resultado, algunos diputados conservadores, indignados por el “partygate” y dubitativos antes de las elecciones y en plena guerra de Ucrania, podrían decidir retirar su apoyo al premier, que, todo sonrisas, ayer fue a votar en el centro de Londres.
A pesar del derrumbe de su popularidad después del escándalo, Johnson consiguió sin embargo atravesar la tempestad, haciendo valer su papel en el apoyo occidental a Ucrania y declarándose dispuesto a permanecer en el poder hasta las próximas legislativas de 2024. Por su parte, el Labour, principal partido de oposición, espera aprovechar las debilidades del jefe del gobierno, aun cuando el líder laborista, Keir Starmer, también está acusado de violar las reglas sanitarias al haber compartido cervezas y currys con su equipo el año pasado. El laborismo espera ganar bancas en Londres, sobre todo en los bastiones tradicionalmente conservadores, como Westminster o Wandsworth, y reconquistar otros sectores en el norte y el centro de Inglaterra.
Pero la verdadera revolución podría producirse en la provincia de Irlanda del Norte, donde, según los últimos sondeos, el Sinn Fein obtendría la victoria con el 26% de los votos, delante del Partido Unionista Demócrata (DUP), con 20%. Si así fuera, el Sinn Fein, partido nacionalista favorable a la reunificación, heredaría el puesto de primer ministro, mientras el DUP obtendría el de primer ministro adjunto, un puesto dotado de prerrogativas casi idénticas, ya que Irlanda del Norte está regida por un sistema de división de poderes simétricos entre nacionalistas y unionistas heredado de los acuerdos de paz del Viernes Santo, que pusieron fin a la guerra civil en 1998. Pero el símbolo será brutal para los unionistas en una provincia donde las divisiones comunitarias siguen siendo extremadamente profundas.
Para comprender la importancia de estos comicios es necesario evocar la estructura de las elecciones inglesas. Porque los comicios locales en Irlanda del Norte no son iguales que en el resto del Reino Unido: “Se trata de elecciones regionales: 90 diputados son elegidos en la Asamblea norirlandesa, que administra todos los temas concernientes a la región, de la agricultura al turismo, pasando por la justicia, la educación y la policía”, dijo Christophe Gillissen, profesor universitario de estudios irlandeses.
Impacto
Pero la importancia de estas elecciones reside en que, por primera vez en la historia de esa pequeña nación británica, dominada desde su creación, en 1921, por los partidos unionistas, el Sinn Fein podría llegar primero. Y esa victoria tendría un significado aun mayor teniendo en cuenta que la centenaria formación ya llegó primera en número de votos en las elecciones generales de la República de Irlanda en 2020.
Desde entonces, el debate sobre la reunificación dejó de ser tabú en el sur de la isla. Aunque más sensible en el Ulster, la eventualidad también fue reactivada por el Brexit, decidido por el gobierno de Johnson: instaurando una frontera aduanera entre Irlanda del Norte y el resto del Reino Unido (el famoso “protocolo”), Londres alentó el intercambio comercial “norte-sur” de la isla en detrimento de los intercambios “este-oeste” con Gran Bretaña.
No obstante, en esta campaña, los candidatos del Sinn Fein tomaron una sabia decisión: nada de insistir en la reunificación, el eje de los debates fue el costo de la vida, tema de preocupación número uno en la provincia después de que el precio del gas se duplicó y la inflación alcanzó casi el 8% en el Reino Unido. Y si bien la reunificación sigue siendo el corazón del programa del Sinn Fein, la prudencia manda. Sobre todo cuando, según un reciente sondeo del Instituto de Estudios Irlandeses de la Universidad de Liverpool, solo el 30% de los norirlandeses están a favor de esa reunificación.ß
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