Las devastadoras inundaciones alteran en Alemania la batalla por la sucesión de Angela Merkel
Tras la catástrofe se reactivó el debate sobre el federalismo y la repartición de competencias a los Lander; politólogos afirman que la política climática será fundamental en estas elecciones
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PARIS – Las devastadoras inundaciones que sumergieron el oeste de Alemania la semana pasada dejando por lo menos 177 muertos y varias decenas de desaparecidos provocaron un seísmo en la vida política del país. A dos meses de las elecciones federales en las cuales los alemanes decidirán quién sucederá a la canciller Angela Merkel, la catástrofe podría tener un impacto decisivo en los resultados.
Por el momento, los 83 millones de alemanes siguen preguntándose cómo semejante cataclismo puede haberse producido en la primera economía de Europa, un país habituado a la gestión de crisis. El dramático saldo plantea obviamente la cuestión de la responsabilidad personal del ministro del Interior, el conservador bávaro Horst Seehofer (CSU), que ejerce la tutela sobre la Agencia Federal para la Protección de la Población y la Prevención de Catástrofes.
Como sucedió durante la crisis sanitaria, a pesar de que la protección de esas calamidades es responsabilidad de los Lander, este episodio reactiva el debate sobre el federalismo e inclina la balanza en favor de una mejor repartición de competencias entre Estado federal y los Lander, que podría imponer un mayor esfuerzo al Estado central para hacer frente en mejores condiciones a situación excepcionales.
Las inundaciones también plantean la cuestión de eventuales fallas del sistema de prevención de catástrofes en Alemania. Un estudio de Hanna Cloke, profesora en Hidrología de la universidad de Reading, habla de un “fracaso sistémico monumental” del país en esta crisis: las autoridades alemanas fueron advertidas del riesgo meteorológico dos días antes por la EFAS, el sistema europeo de alerta para inundaciones, dice Cloke.
En todo caso, si bien el carácter excepcional de las recientes inundaciones es asimilable a otros fenómenos climáticos recientes —como las olas de calor sin precedente que azotaron el norte de Estados Unidos y Canadá— y recuerda que nuestras sociedades estarán obligadas a afrontar episodios climáticos cada vez más extremos, los especialistas señalan que las intemperies, tanto como las olas de calor, han ocupado desde hace tiempo un sitio en la vida política alemana.
En 1962, Helmut Schmidt (SPD), entonces ministro del Interior de la ciudad-Estado de Hamburgo, alcanzó estatura de líder nacional reaccionando correctamente a la crecida histórica del río Elba que, en la noche del 16 al 17 de febrero, provocó 340 muertos. Cuarenta años más tarde, en agosto de 2002, en un contexto preelectoral particularmente intenso, las inundaciones que afectaron el norte de Europa permitieron al canciller saliente, el social-demócrata Gerhard Schroeder, ganar la batalla de la imagen yendo al terreno calzando botas de goma.
En un pasado más reciente, el episodio canicular que padeció Alemania en junio de 2019 provocó un auténtico movimiento tectónico político permitiendo a los Verdes, por primera vez de su historia, superar a los conservadores en las intensiones de voto, al aprovechar esa ola de calor para afirmar la pertinencia de sus posiciones.
La situación no perduró demasiado. Favorita durante varios meses, la candidata ecologista a la cancillería, Annalena Baerbock, se ve actualmente en dificultad tras una serie de polémicas, entre ellas una acusación de plagio. Sin embargo, los Verdes deberían pasar rápidamente a la ofensiva y denunciar las políticas climáticas ejecutadas durante los 16 años de gobierno de Merkel.
Los politólogos confirman
“A partir de ahora es necesario abordar una cuestión fundamental: la política climática. Pues los únicos que son creíbles en ese terreno son los ecologistas. Los demás partidos deberán justificarse e ir más allá de los simples efectos de anuncio para hacerse oír”, advierte Gero Neugebauer, politólogo de la Universidad Libre de Berlín.
Para no perder terreno, los otros partidos se realinearon rápidamente.
“Toda persona seria debería comprender que caprichos meteorológicos de esta magnitud y gravedad no son fenómenos normales en nuestras regiones, sino consecuencias del calentamiento del clima”, declaró el ultraconservador ministro del Interior, Seehofer. Un llamado con tintes de reconversión pues, durante su larga carrera política, muy rara vez se lo escuchó asumir la defensa del medioambiente.
Hasta la semana pasada, el favorito en los sondeos para suceder a Merkel era otro conservador, Armin Laschet. El actual ministro-presidente del Land de Renania-del-Norte-Westfalia, una de las regiones más afectadas por las inundaciones, fue uno de los primeros en viajar al sitio de la catástrofe y anunciar la necesidad “de acelerar las medidas de protección del clima”.
Pero Laschet, candidato oficial de la Democracia Cristiana (CDU) de Merkel, cometió al mismo tiempo un gravísimo error que podría costarle las elecciones: durante esa visita, donde acompañaba al presidente alemán Frank-Walter Steinmeier fue fotografiado riéndose a carcajadas.
“Laschet se ríe mientras el país sufre”, se apresuró a titular en portada el popular periódico Bild.
“Hacerse presente en el terreno, está bien. Pero eso no cambiará las cosas en el plano electoral para la alianza gobernante (los demócratas-cristianos (CDU-CSU) y los social-demócratas (PSD)”, estima Gero Neugebauer.
“El enérgico retorno de los temas medioambientales en la campaña electoral podría incluso ser un hándicap para esos dos partidos que no han mostrado en todos estos años que conocían la cuestión”, agrega.
Según un reciente sondeo publicado por la revista Der Spiegel, solo 26% de las 5.000 personas interrogadas consideran a Laschet un buen administrador de crisis. Para evitar daños mayores, el candidato conservador se apresuró a excusarse, calificando su risa de “inapropiada” y declarándose “realmente desolado”.
Aunque aún es muy temprano para que las consecuencias se hagan sentir en los sondeos, una encuesta publicada este domingo por el instituto Insa, muestra una pérdida de cuatro puntos para la CDU-CSU (de 31% a 27%), un aumento de un punto para los Verdes (Grüne) (de 18% a 19%) y para los liberales (FDP) (de 12% a 13%). Los demás partidos no experimentan cambios: los social-demócratas (SPD) 17%, la izquierda radical (Die Linke) 7%, la extrema derecha (AfD) 11%.
De confirmarse en las elecciones del 26 de septiembre, esos resultados permitirán tres alianzas posibles de gobierno: conservadores (CDU-SCU) con Verdes (Grüne) y liberales FDP); conservadores (CDU-SCU) con social-demócratas (SPD) y liberales (FDP); conservadores (CDU-SCU) más Verdes (Grüne).
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