Defensores del medio ambiente de las regiones más amenazadas por el calentamiento global se refirieron a las falencias del “Pacto de Glasgow”
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El acuerdo logrado en la cumbre climática COP26, en Glasgow, Escocia, planea reducir la dependencia mundial del carbón y promete destinar más dinero para ayudar a los países más pobres a lidiar con los impactos de un planeta más caliente. Los activistas de las regiones más amenazadas por el cambio climático hablaron con la BBC sobre lo que ese pacto realmente significa para ellos.
En su mayoría expresaron pesimismo en torno a los resultados de la cumbre y explicaron emotivamente sus temores de que esos acuerdos políticos no son suficientes para salvar sus hogares y sus culturas.
Islas del Pacífico: “No evitará que nos ahoguemos”
Elizabeth Kité es una líder de la juventud en Nuku’alofa, Tonga. El acuerdo no hace lo suficiente para salvar a su hogar en las islas del Pacífico de quedar sumergido, dice. La existencia de su isla está en juego. Cataloga la cumbre como un escenario para los grandes países de demostrar “el músculo que tienen para pagar a las naciones pequeñas”. Quería escuchar que los países ricos reconocieran su responsabilidad por las históricas emisiones de gases de efecto invernadero.
“Pero hablan como si prometer dinero es hacernos un favor, pero no lo es”, afirma. Se dejó llevar por la emoción cuando describió lo orgullosa que se sintió de ver a los negociadores de las islas del Pacífico luchar con fuerza en la cumbre.
La semana pasada, el ministro de Exteriores de Tuvalu, Simon Kofe, dio una conferencia de prensa dentro del mar con el agua hasta las rodillas, para ilustrar la subida de los niveles del mar. “Somos un pueblo amigable y generalmente muy pacífico. No es natural que insistamos tan fuertemente -me entristece que el acuerdo no refleje lo duro que lo intentamos-”, explica.
Kité está frustrada por lo que cree que es una falta de urgencia y de acciones inmediatas: “Es como si los países ricos estuvieran diciendo, ‘Sí, dejaremos que las islas desaparezcan y trataremos de encontrar una solución a lo largo del camino”.
No obstante, ve señales de progreso. Es la primera vez que los combustibles fósiles y el carbón fueron incluidos en el texto. Y dice que el acuerdo para discutir fondos separados por pérdida y daños -el dinero para ayudar a los países a pagar por el daño sufrido por el cambio climático al que no se pueden adaptar- es un paso positivo.
Bangladesh: “La juventud finalmente tuvo una voz”
Sohanur Rahman, de 25 años, es fundador del movimiento Friday for Future (el grupo internacional estudiantil promovido por la activista sueca Greta Thunberg) en Bangladesh. Lidera jóvenes que viven en zonas bajas que son extremadamente vulnerables al cambio climático y que en la actualidad están sintiendo los efectos nefastos.
Cuando el acuerdo se estaba sellando, declaró sentir que la juventud había sido reconocida por primera vez en una reunión de COP. Pero concluyó que “el resultado final es nada”. Estuvo en Glasgow durante dos semanas con la esperanza de regresar con buenas noticias para las comunidades más afectadas. Pero se va sintiéndose impotente y traicionado.
“Estas promesas vacías no protegerán a nuestro pueblo de la crisis”, sostiene. Recibe con beneplácito la noticia del pago por pérdida y daños, pero señala que las voces de las personas más afectadas fueron silenciadas. Culpa de eso a los representantes de la industria de combustibles fósiles que estuvieron en la cumbre.
Los niños en Bangladesh se verán forzados a abandonar su educación y las comunidades quedarán desplazadas por la subida de los niveles del mar, teme.
Uganda: “Para mi comunidad no cambia nada”
Edwin Mumbere en Uganda vive bajo la sombra de las montañas Rwenzori, donde el derretimiento de los glaciares y las inundaciones representan un riesgo enorme para las comunidades rurales. Ahora con 29 años, se convirtió en un activista cuando vio cómo la nieve estaba desapareciendo en los sitios altos.
Trabaja con comunidades para llevar energía solar a la región y las educa sobre sus derechos frente a un oleoducto que se está construyendo en la cercanía. Tilda el acuerdo de Glasgow de desalentador para Uganda y piensa que realmente no cambiará nada para los 100.000 habitantes de su comunidad. “No se establecieron soluciones verdaderas a pesar de que les comprobamos que el cambio climático es real”, asegura.
Su principal preocupación es la falta de urgencia en reducir las emisiones de gases de efecto invernadero. Ve cómo la exploración de petróleo y gas se establece en Uganda y otras partes de África y advierte que el acuerdo de Glasgow no eliminará eso. “Están prometiendo entregar dinero y esos mismos países están invirtiendo en proyectos que seriamente aumentan las emisiones de carbono -es realmente un doble rasero-”, reflexiona.
Filipinas: “Continuaremos luchando”
Jon Bonifacio, de 23 años, estudió biología antes de convertirse en un activista en el área metropolitana de Manila, Filipinas. “No es más que ‘dar un paso adelante, dos pasos atrás’”, dijo refiriéndose al acuerdo. Con 197 países en la cumbre de la ONU, la concesión entre naciones con grandes diferencias en prioridades es la ruta hacia un acuerdo.
Pero dice que esta concesión es “completamente injusta” para las naciones en la línea frontal del cambio climático. “Continuaremos experimentando la crisis climática agudamente y en el largo plazo”, afirma. No confía en el lenguaje utilizado en el texto sobre el carbón y los combustibles fósiles porque cree que tiene muchas cláusulas de rescisión para los países más contaminantes.
Como muchos activistas que hicieron campaña durante mucho tiempo para logar un mejor apoyo a los países en desarrollo, cree que la promesa de aumentar el dinero para los países más pobres representa un buen progreso. Regresará a Manila y continuará luchando por el cambio: “Aun si fuese un acuerdo perfecto, es menester de los ciudadanos y los activistas presionar a sus gobiernos para que tomen acción”, sostiene.
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