Las costas legales del príncipe Andrés y un dilema sin solución para la reina Isabel
El segundo hijo de la reina Isabel II no tiene suficientes ingresos conocidos, más allá de una modesta pensión de 27.000 dólares anuales por la Guerra de Malvinas; podría tener que desprenderse de su chalet en Suiza
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WASHINGTON.- El príncipe Andrés fue despojado de sus títulos militares, de sus honores reales y de cualquier fantasía de que su madre, la reina Isabel II, lo defendería en la causa por abuso sexual que ahora avanza a paso firme en los tribunales federales de Estados Unidos.
Y en breve también podría tener que despedirse de su chalet en Suiza y venderlo para pagar las costas legales de un juicio o un posible acuerdo extrajudicial multimillonario de una causa donde se lo acusa de haber tenido sexo con una adolescente sin su consentimiento, hace dos décadas.
Andrés ya desocupó discretamente su chalet de siete habitaciones y pileta cubierta el año pasado, y tuvo que pagarle los millones que le debía al propietario anterior para levantar el embargo que le impedía poner la propiedad en venta.
La venta de la propiedad suiza es una de las pocas fuentes de dinero disponibles para un príncipe que siempre fue acusado de vivir por encima de sus posibilidades y de vincularse con figuras problemáticas, como Jeffrey Epstein, el fallecido financista y delincuente sexual norteamericano sindicado como quien organizaba los encuentros sexuales del príncipe británico.
Andrés ha negado repetidamente las acusaciones en su contra, pero los expertos legales estiman que le costaría unos 10 millones de dólares, incluidas las costas legales, llegar a un acuerdo para evitar un juicio que cubriría de bochorno a la familia real británica, y justo en el año en que su madre monarca cumplirá 95 años, 70 de los cuales los ha pasado en el trono.
En Gran Bretaña preocupa de dónde sacará el dinero el príncipe repudiado, y algunos se preguntan si no será la reina o incluso los propios contribuyentes británicos quienes terminen pagando esa factura. De hecho, el escrutinio sobre la situación financiera actual de Andrés de Windsor ha renovado el interés por hurgar en sus movimientos financieros de las últimas tres décadas.
Durante ese lapso, por ejemplo, Andrés le vendió una propiedad a un magnate kazajo por millones de dólares más del precio publicado, y fue vinculado a cuentas secretas offshore a través de un financista británico. También fue fustigado duramente por miembros del Parlamento por sus desorbitantes gastos de viaje cuando era representante comercial de su país, y fue acusado de aprovechar su cargo para sacar ventaja financiera para sí mismo y sus amigos.
“Siempre ha sido famoso por usar su estatus real para conseguir subsidios, viajes especiales, servicios gratuitos y otras ventajas”, dice un exoficial británico con esporádicos vínculos con la familia real a lo largo de los años.
Según los expertos legales y financieros, es poco probable que las costas legales del príncipe caído en desgracia terminen recayendo en los contribuyentes británicos, que subvencionan a la familia real a través de contribuciones anuales que en los últimos tiempos han alcanzado los 116 millones de dólares. Lo que se conoce como “Sovereign Grant” (“subsidio al soberano”) está destinado a solventar el mantenimiento del palacio, los deberes oficiales de la reina y los viajes oficiales de los miembros de la familia. Anualmente, se publica un informe detallado de esos gastos. Andrés no figura en la lista desde 2019, cuando su controvertida relación con Epstein lo obligó a renunciar a sus deberes públicos.
Pagar o no pagar
Pero es muy probable que el tema se convierta en un profundo dilema para su madre, porque como señalan algunos analistas de la realeza, la reina no puede arriesgarse a la indignación popular que podría desatarse si usa su fortuna personal para pagarle a una mujer que acusó a su hijo de abuso sexual.
Otros, por su parte, creen que a la reina tal vez no le quede otra opción que pagar.
“Muchos especulan sobre lo vergonzoso que sería para la reina tener que pagar ese arreglo extrajudicial”, dice David McClure, autor de The Queen’s True Worth. “Pero sería mucho más vergüenza pasaría si no hace nada”, agrega McClure, “para disipar” la posibilidad de un juicio en cuyo transcurso casi con certeza saldrían a la luz mas secretos oscuros de su hijo.
“Si lo ayudan se ayudan a ellos mismos”, dice McClure.
Las finanzas de Andrés de Windsor son tan turbias que del patrimonio que haya acumulado se sabe poco y nada, según McClure y otros expertos. La semana pasada, el diario londinense The Times informó que una empresa controlada por el príncipe y que solía administrar sus inversiones tiene deudas por más de 260.000 dólares, y el operativo para vender el chalet suizo hace pensar “que anda corto de fondos”, dice McClure.
Que se sepa, su única fuente actual de ingresos es una modesta pensión militar de 27.000 dólares anuales por su servicio como piloto de helicóptero de la Marina Real, por ejemplo, durante la Guerra de las Malvinas.
Se sabe que en el pasado Andrés disfrutaba de la generosidad de su madre, de quien recibía una asignación proveniente del Ducado de Lancaster, una extensa red de viviendas de alquiler, edificios históricos y tierras de cultivo que se mantiene como legado de la monarquía británica para proporcionar ingresos al soberano reinante.
El chalet en Suiza es la única propiedad que el príncipe tiene actualmente a su nombre y se encuentra situada en una aldea montañosa donde hay vecinos de alto vuelo, como el magnate de los medios y la aviación comercial Richard Branson.
Por Greg Miller
The Washington Post
Traducción de Jaime Arrambide
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