Sexo y escándalos: Andrés, el príncipe díscolo que pone en jaque a la Corona
El tercer hijo de la reina Isabel II es conocido por ser su favorito. Andrés de York, también hijo del príncipe Felipe de Edimburgo, siempre llevó una vida de altísimo perfil que le ha valido algún que otro elogio por parte de su familia y la prensa.
Sin embargo, en los últimos años, sus apariciones públicas solo tienen que ver con escándalos. Muchas veces se trató de denuncias por cuestiones meramente económicas, pero sus escándalos más graves incluyen fiestas con proxenetas, encuentros con jeques y dictadores, y la supuesta participación de una situación de abuso sexual a una menor.
Nacido el 19 de febrero de 1960, Andrés mostró su mejor versión publica a Inglaterra durante la Guerra de Malvinas, cuando ganó gran popularidad por pilotar un helicóptero de la Marina Británica con apenas 22 años. Desde entonces, su imagen fue en picada y con la suya, la de corona británica que ya venía convulsionada por la relación entre Lady Di y el príncipe Carlos.
Andrés goza de múltiple títulos nobiliarios: es duque de York, conde de Inverness y barón y Caballero de la Orden de la Jarretera, además de ser el hermano menor del primer heredero del trono, Carlos de Gales. Por eso, tras cada escándalo, la corona tuvo un intento de limpiar su imagen, que en general consistió en apariciones en los medios en las que trató de dar explicaciones. Casi todos esos intentos resultaron un fracaso.
Luego de que la princesa de Gales los presentara, Andrés y Sarah Ferguson se casaron en 1986 y tuvieron a las princesas Beatriz (1988) y Eugenia (1990), pero el matrimonio se disolvió en 1996. Tras su divorcio, Andrés y Sarah aseguraron seguir siendo "los mejores amigos del mundo", y el vínculo de la expareja se mantuvo estable.
Sin embargo, la escandalosa vida de soltero de Andrés le trajo cientos de dolores de cabeza a toda la familia Windsor e incluso generó la postergación de la fiesta de matrimonio de Beatriz y Edoardo Mapelli Mozzi, empresario y conde italiano. Pero, principalmente, amenazó -y continúa haciéndolo- con destruir la imagen de la corona británica en Reino Unido y el mundo.
Divorcio y fiestas sexuales
Con sus primeras vacaciones de soltero empezaron los escándalos. El príncipe estuvo en Tailandia y, según recogieron los medios ingleses, allí comenzó una "gira prostibularia" en la que se lo vio con múltiples mujeres.
En 1999 protagonizó uno de los episodios que más dañó su imagen: en Estados Unidos se mostró en una fiesta con prostitutas y hombres que luego fueron señalados como proxenetas. En al menos una ocasión, participó de un encuentro que organizó Ghislaine Maxwell, la hija del magnate de los medios Robert Maxwell, que luego sería apuntada como integrante de una red de reclutamiento de menores de edad creada por el empresario Jeffrey Epstein que eran forzadas a ejercer la prostitución.
Vínculos estrechos con jeques y dictadores
Alejado de las Fuerzas Armadas, la institución que supo darle su mejor imagen a Inglaterra por su rol en Malvinas, Andrés empezó a ejercer como referente especial de Reino Unido en el exterior. No fue una gestión exactamente exitosa, ya que se mostró en estrechas relacionados con impopulares jeques y dictadores de Medio Oriente, entre ellos el hijo del difunto dictador libio Muammar Khadafy, además de aparecer públicamente con un extravagante multimillonario kazajo.
La foto que más lo complicó
En esa larga etapa en la que participó de eventos diplomáticos (y otros mucho menos formales, como los que organizaba Epstein), Andrés fue retratado junto Virginia Roberts. En una imagen en la que toma a la joven de 17 por la cintura, se los ve a ambos sonriendo. Años más tarde, Roberts denunció que fue forzada a tener relaciones sexuales con el duque de York.
El intento por limpiar su imagen
En una entrevista de 50 minutos hecha por Emily Maitlis de la BBC, Andrés intentó responder por qué tuvo sexo con Roberts, si recibió un masaje de pies de parte de una joven rusa en la mansión de Epstein, y por qué la pareció una buena idea alojarse en la casa de un magnate condenado por delitos sexuales.
Por supuesto, a pesar de los planes de la corona, Andrés no consiguió limpiar su imagen en ese reportaje. Muy por el contrario: la entrevista de Maitlis perjudicó todavía mas la percepción pública del duque. Para toda Inglaterra se trató de "un grave fracaso" y un "desastre mediático".
Un chalet suizo impago que salpicó al matrimonio
La última de las controversias en las que estuvo involucrado incluyó también a Ferguson, su exesposa. Semanas atrás, ambos fueron acusados de no haber terminado de pagar un chalet que compraron en la estación suiza de Verbier por 21 millones de euros en el año 2014.
Según el antiguo propietario de la vivienda, donde Andres y Sarah acudían a esquiar cada invierno, ambos le adeudaban todavía el último pago de la mansión. La suma, que debían haber pagado antes del 31 de diciembre del año pasado, ascendía ahora a unos 8 millones de euros, según una información que reveló el diarioLe Temps.
Sospechosas maniobras con su secretaria
Según el Financial Times, e duque de York también es investigado por las autoridades británicas junto a su exsecretaria personal, Amanda Thirks, por pagos que ella recibió en los últimos cinco años,equivalentes a 400.000 euros.
La mujer, que dejó su cargo luego del "fracaso mediático" de Andrés en la BBC, estaba a cargo de llevar, entre otras cosas, un orden en la actividad fideicomisiaria o administradora de la fundación benéfica de la Prince Andrew Charitable Trust, la fundación benéfica del duque.
Los movimientos financieros realizados por la organización a la secretaria personal de Andrés son investigados por la Charity Commission, un departamento no ministerial del gobierno británico que regula y controla las distintas organizaciones benéficas de Inglaterra y Gales.
El problema reside en que, según esta comisión investigadora, Thirsk no debería cobrar dinero por su labor en la organización caritativa de Andrés. Los pagos recibidos por la mujer fueron considerados hasta el momento como "beneficio fiduciario no autorizado", y la casa del duque de York tiene ahora la obligación de devolver el total de ese dinero a las arcas del Estado.
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