Las consecuencias mortales de agitar el odio desde el poder
Donald Trump está experimentando las consecuencias más trágicas de la demagogia a la que recurrió incansablemente para obtener votos. Los ataques en El Paso y Dayton son resultado de un odio contra los inmigrantes que él no inventó, pero sí fomentó con extrema liviandad en infinidad de oportunidades.
Como si las palabras fueran incapaces de generar reacciones, señaló mil veces a la inmigración ilegal como un peligro para la seguridad nacional y para la integridad de Estados Unidos.
Corporizó así al enemigo que todo líder populista necesita para justificar sus políticas más extremas.
Desde mucho antes de asumir el gobierno, cuando anunció su postulación en 2015, aseguró que el país se estaba cayendo a pedazos y responsabilizó directamente a los inmigrantes ilegales que llegaban por la frontera sur, a los que trató de narcotraficantes, delincuentes y violadores.
El tema no fue tangencial durante la campaña; al contrario, fue central en los spots que pedían: "Hagamos grande a Estados Unidos nuevamente".
Detrás venía otra campaña, siempre en el mismo tono furibundo, la que aún hoy propone malgastar recursos políticos y económicos para la construcción de un muro a lo largo de toda la frontera con México.
Los ataques en Texas y Ohio fueron protagonizados por dos odiadores, si cabe la expresión. Dos tiradores solitarios, lo que no significa que estén solos en su ideología. Porque el desprecio de Trump contra los inmigrantes tiene raigambre en Estados Unidos.
The Southern Poverty Law Center es una ONG que se dedica desde hace décadas a combatir el fanatismo y la discriminación.
En su sitio web, un "mapa del odio" en el que ubica a más de 1000 grupos extremistas locales de distinta ideología, desde los conocidos Ku Klux Klan, neonazis y anti-LGBT hasta los más ignotos -para nosotros- nacionalistas negros. Muchos se escudan en la formalidad legal de fundaciones, centros de estudios o asociaciones civiles.
Si bien están distribuidos por todo el territorio estadounidense, el mapa muestra una alta concentración en el este y sur del país.
Una de las más influyentes en la cuestión migratoria y a la que se le asigna influencia concreta en las políticas de la Casa Blanca es la Federación por la Reforma de la Inmigración (sus siglas en inglés son FAIR, palabra que puede ser traducida como "justo").
Fue fundada en 1979 por John Tanton, un oculista que falleció en julio pasado y es considerado el arquitecto del movimiento antiinmigratorio.
De hecho, fundó y colaboró en la fundación de otras 12 organizaciones similares.
Tanton, un racista preocupado por el crecimiento de comunidades no blancas en su país, dijo en 1993 que para que la sociedad "europea-americana" persistiera se requería "una mayoría europea-americana", y esa mayoría debía ser clara.
Si bien en los últimos años se había retirado de la vida pública, una organización fundada por él colaboró con el surgimiento del Remembrance Project (RP), una iniciativa propagandística que reunía a víctimas de crímenes cometidos por inmigrantes ilegales para demostrar la supuesta maldad de estos.
En los actos de campaña de Trump, varias veces hubo miembros del RP dando su testimonio para justificar las inclinaciones antiinmigratorias del entonces candidato.
Medios y redes
Ahora, en sus declaraciones después de los ataques, como si nada de lo anterior hubiera ocurrido, el presidente norteamericano le pidió a su país que condene el racismo y el supremacismo blanco.
Como es habitual, el magnate le echó la culpa a las redes sociales y los videojuegos por trastornar a la gente, y a los medios de comunicación por difundir lo que él considera fake news (noticias falsas) o desinformación.
Al mismo tiempo, restó importancia al otro factor de la tragedia, el mismo que se discute sin mayores consecuencias cada vez que se produce una masacre: el descontrol del acceso a las armas que permite que cualquiera compre una.
Este aspecto de la realidad contribuye a un panorama complejo a la hora de analizar la violencia armada en Estados Unidos. Si ya era muy grave que se sucedieran como en ninguna otra parte las masacres perpetradas por desquiciados con acceso a armas de todo tipo, mucho más preocupante es que el presidente de un país, la máxima figura del poder, habilite el odio asociado a los supremacistas blancos.
La autora es periodista y licenciada en Ciencia Política
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