Cuando las personas no pagan a tiempo -y a veces incluso cuando lo hacen- los estafadores comparten esta información con un centro de llamadas en el que jóvenes son entrenados para acosar y humillar para que abonen
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Una red de estafadores está utilizando aplicaciones de préstamos instantáneos para chantajear a personas en Asia, África e incluso América Latina. Al menos 60 personas en India se suicidaron tras haber sido acosadas y amenazadas. Así lo reveló una investigación encubierta de la BBC, la cual expuso a quienes se benefician de esta estafa mortal en ese país y en China.
Astha Sinhaa se despertó con la voz aterrorizada de su tía al teléfono. “No dejes que tu madre salga de casa”, le dijo la mujer. Medio dormida, la joven de 17 años quedó en shock al encontrar a su mamá Bhoomi Sinhaa en la habitación de al lado, sollozando y frenética. Allí estaba su divertida e intrépida madre, una respetada abogada de Bombay (India), una viuda que criaba sola a su hija, hecha a un desastre.
“Se estaba desmoronando”, dijo Astha. Bhoomi, presa del pánico, empezó a decirle dónde estaban todos los documentos y contactos importantes y parecía desesperada por salir por la puerta. La joven sabía que tenía que detenerla. “No la pierdas de vista”, le dijo su tía. “Porque se suicidará”.
Astha sabía que su madre había estado recibiendo algunas llamadas extrañas y que le debía dinero a alguien, pero no tenía ni idea de que había pasado meses de acoso y tortura psicológica. La mujer había sido víctima de una estafa global con tentáculos en al menos 14 países que utiliza la vergüenza y el chantaje para obtener ganancias, destruyendo vidas en el proceso.
Cómo opera la trama
El modelo de negocio es simple, pero brutal. Muchas aplicaciones prometen préstamos sin complicados trámites en cuestión de minutos. No todas son depredadoras, pero muchas, una vez descargadas, recopilan los contactos, fotografías y tarjetas de identificación de los propietarios de los teléfonos, y usan esa información más tarde para extorsionarlos.
Cuando los clientes no pagan a tiempo -y a veces incluso cuando lo hacen- comparten esta información con un centro de llamadas en el que jóvenes, armados con computadoras portátiles y teléfonos, son entrenados para acosar y humillar a las personas para que paguen.
A finales de 2021, Bhoomi había pedido el equivalente a US$565 en varias de esas aplicaciones de préstamos, mientras esperaba recibir algunos ingresos de su trabajo. El dinero llegó casi de inmediato, pero con la deducción de una gran parte de los gastos.
Siete días después debía pagar, pero aún no le habían abonado a ella, por lo que pidió prestado a otra aplicación y luego a otra. La deuda y los intereses aumentaron hasta unos US$24.000. Pronto los agentes de recuperación empezaron a llamarla. Rápidamente se volvieron desagradables, atacando a Bhoomi con insultos y abusos. Incluso cuando pagó, afirmaron que mentía.
La llamaban hasta 200 veces al día. Sabían dónde vivía, dijeron, y le enviaron fotografías de un cadáver como advertencia. A medida que el abuso aumentó, amenazaron con enviar mensajes a todos los 486 contactos de su teléfono diciéndoles que era una ladrona y una prostituta.
Cuando amenazaron con manchar también la reputación de su hija, Bhoomi ya no pudo dormir. Se endeudó con amigos, familiares y cada vez más aplicaciones: 69 en total. Por la noche, rezaba para que la mañana nunca llegara. Pero sin falta, a las 7 de la mañana, su teléfono comenzaba a sonar sin cesar.
Al final, la mujer logró devolver todo el dinero, pero una aplicación en particular, Asan Loan, no dejaba de llamarla. Agotada, no podía concentrarse en el trabajo y empezó a tener ataques de pánico.
Un día, un colega la llamó a su escritorio y le mostró algo en su teléfono: una foto de ella desnuda. La imagen había sido toscamente retocada con Photoshop, la cabeza de Bhoomi pegada al cuerpo de otra persona, pero eso la llenó de disgusto y vergüenza. La mujer se desplomó junto al escritorio de su colega. Asan Loan había enviado la imagen a todos los contactos de su directorio telefónico. Fue entonces cuando Bhoomi pensó en suicidarse.
Un problema global
La BBC vio evidencia de que estafas como esta son realizadas por varias empresas en todo el mundo y durante la investigación descubrió que al menos 60 personas en India se suicidaron tras ser acosadas por este tipo de aplicaciones de préstamos.
La mayoría de las víctimas tenían entre 20 y 30 años: un bombero, un músico premiado, una madre y un padre jóvenes que dejaron atrás a sus hijas de 3 y 5 años, un abuelo y un nieto que se involucraron juntos en solicitudes de préstamos. Cuatro eran sólo adolescentes.
El grueso de los afectados está demasiado avergonzado como para hablar sobre la estafa y los culpables permanecieron, en su mayor parte, anónimos e invisibles. Después de recabar información durante meses, la BBC logró localizar a un joven que trabajó como agente de cobranza de deudas para centros de llamadas que colaboran con múltiples aplicaciones de préstamos.
Rohan (nombre ficticio) admitió estar preocupado por los abusos que había presenciado. Contó que muchos clientes lloraban al ser contactados y algunos amenazaron con suicidarse. “Eso me perseguía en las noches”, dijo. El extrabajador aceptó ayudar a la BBC a exponer la estafa. Así solicitó un trabajo en dos centros de llamadas diferentes, Majesty Legal Services y Callflex Corporation, y pasó semanas filmando con cámara oculta.
Un ejército de abusadores anónimos
Los videos de Rohan capturaron a agentes jóvenes acosando a clientes. “Compórtate o te aplastaré”, le dice una operadora a un cliente en una grabación. Ella acusa a un cliente de incesto y, cuando este cuelga, se echa a reír. En otra filmación, otro agente sugiere al cliente que debería prostituir a su madre para pagar el préstamo.
Rohan registró más de 100 incidentes de acoso y abuso, capturando esta extorsión sistemática ante las cámaras por primera vez. El peor caso que presenció tuvo lugar en Callflex Corporation, en las afueras de Nueva Delhi (India). Allí, los agentes utilizaban habitualmente lenguaje obsceno para humillar y amenazar a los clientes.
No se trataba de agentes deshonestos que se salían del guion: estaban supervisados y dirigidos por gerentes de los centros de llamadas, incluido uno llamado Vishal Chaurasia. Rohan se ganó la confianza de él y, junto con un periodista que se hacía pasar por inversor, concertaron una reunión en la que le pidieron que explicara exactamente cómo funciona la estafa.
El hombre explicó que cuando un cliente solicita un préstamo otorga a la aplicación acceso a los contactos de su teléfono. Luego la aplicación contrata a Callflex Corporation para cobrar el dinero, y si el cliente no realiza un pago, la empresa comienza a hostigarlo a él y luego a sus contactos.
El personal puede decir cualquier cosa para conseguir el dinero, admitió Chaurasia. “El cliente paga entonces para evitar la vergüenza”, afirmó. “Encontrarás al menos a una persona en su lista de contactos que puede destruir su vida”, agregó. Nos acercamos a Chaurasia directamente, pero no quiso hacer comentarios. Callflex Corporation tampoco respondió a los intentos de la BBC de contactarles.
Una promesa truncada
Una de las muchas vidas destruidas fue la de Kirni Mounika. Esta funcionaria de 24 años era la más brillante de su familia, la única estudiante de su escuela que consiguió un trabajo en el gobierno y una hermana cariñosa para sus tres hermanos. Su padre, un granjero exitoso, estaba dispuesto a apoyarla para que hiciera una maestría en Australia.
Un lunes, hace tres años, se subió a su scooter para ir a trabajar como siempre, pero se quitó la vida. “Ella era todo sonrisas”, dijo su padre, Kirni Bhoopani. Sólo cuando la policía revisó el teléfono y los extractos bancarios de Mounika descubrieron que había pedido prestado a 55 aplicaciones de crédito diferentes.
La joven comenzó con un préstamo de US$120, el cual aumentó hasta en más de 30 veces esa cantidad. Cuando se suicidó, había pagado más de US$3600. La policía explicó que las aplicaciones la acosaron con llamadas y mensajes vulgares, y comenzaron a enviar mensajes a sus contactos.
La habitación de Mounika es ahora un santuario improvisado. Su carnet del trabajo cuelga junto a la puerta y el bolso que su madre le hizo para una boda todavía está allí. Lo que más molesta a su padre es que ella no le contó lo que estaba pasando. “Podríamos haber conseguido fácilmente el dinero”, dijo secándose las lágrimas de los ojos. Está furioso con la gente que hizo esto.
Mientras llevaba el cuerpo de su hija a casa desde el hospital, sonó su teléfono y al contestarlo recibió una perorata de obscenidades. “Dijeron que ella tenía que pagar, pero les dijimos que estaba muerta”, recordó. Se preguntó quiénes podrían ser estos monstruos.
Hari (no es su nombre real) trabajaba en un centro de llamadas para una de las aplicaciones con las que Mounika estaba endeudada. El sueldo era bueno, pero cuando Mounika murió se sintió incómodo formando parte de esa organización. Aunque afirmó no haber hecho llamadas abusivas, pues aseguró que estaba en el equipo que hacía las primeras llamadas respetuosas, reveló que los gerentes dieron instrucciones al personal para amenazar a los clientes.
Los agentes enviaban mensajes a los contactos de la víctima, presentándola como una estafadora. “Todo el mundo tiene una reputación que mantener delante de su familia. Nadie va a estropearla por una mísera suma”, explicó. Una vez realizado el pago, el sistema haría ping: “¡Éxito!” y pasarían al siguiente cliente.
Cuando los clientes comenzaron a amenazar con quitarse la vida, nadie se lo tomó en serio; entonces comenzaron a ocurrir suicidios. El personal llamó a su jefe, Parshuram Takve, para preguntarle si debían parar. Al día siguiente, Takve apareció en la oficina muy enfadado. “Él dijo: ‘Haz lo que te dicen’”, relató Hari. Unos meses más tarde, Mounika estaba muerta.
La huella china
Takve fue despiadado. Pero él no dirigía esta operación solo. A veces, dijo Hari, la interfaz del software cambiaba al chino sin previo aviso. Takve estaba casado con una mujer china llamada Liang Tian Tian. Juntos habían creado el negocio de cobranza de préstamos Jiyaliang en Pune, donde trabajaba Hari.
En diciembre de 2020, Takve y Liang fueron arrestados por la policía que investigaba un caso de acoso. Fueron puestos en libertad bajo fianza unos meses después. En abril de 2022 fueron acusados de extorsión, intimidación e instigación al suicidio. A finales de año estaban prófugos.
No pudimos localizar a Takve. Pero cuando investigamos las aplicaciones para las que trabajaba Jiyaliang, llegamos a un empresario chino llamado Li Xiang. No tiene presencia en línea, pero encontramos un número de teléfono vinculado a uno de sus empleados y, haciéndonos pasar por inversionistas, programamos una reunión con Li.
Con su rostro incómodo cerca de la cámara, se jactaba de sus negocios en India. “Todavía estamos operando, pero no dejamos que los indios sepan que somos una empresa china”, dijo. En 2021, dos de las empresas de Li fueron allanadas por la policía india durante una investigación de acoso por parte de aplicaciones de préstamos. Sus cuentas bancarias habían sido congeladas.
“Hay que entender que nuestro objetivo es recuperar nuestra inversión rápidamente. Ciertamente no pagamos impuestos locales y las tasas de interés que ofrecemos violan las leyes locales”, admitió. Li nos dijo que su empresa tiene sus propias aplicaciones de préstamos en India, México y Colombia.
Y tras afirmar ser un líder de la industria de control de riesgos y servicios de cobro de deudas en el sureste asiático, aseguró que se está expandiendo por América Latina y África, con más de 3000 empleados en Pakistán, Bangladesh e India listos para brindar “servicios posteriores a los préstamos”.
Luego explicó qué hace su empresa para recuperar préstamos. “Si (la persona) no paga, podemos agregarlo a WhatsApp y, al tercer día, lo llamaremos y le enviaremos un mensaje por WhatsApp al mismo tiempo, y llamaremos a sus contactos”, dijo. “Al cuarto día, si ninguno de sus contactos paga, aplicamos procedimientos específicos: accedemos a sus registros de llamadas y capturamos mucha de su información”, explicó. “Básicamente, es como si estuvieras desnudo frente a nosotros”, remató.
De víctima a activista
Bhoomi Sinha pudo soportar el acoso, las amenazas, el abuso y el agotamiento, pero no la vergüenza de estar vinculada a esa imagen pornográfica. “Ese mensaje en realidad me dejó desnuda frente al mundo entero”, dijo. “Perdí mi autoestima, mi moral, mi dignidad, todo en un segundo”, se lamentó.
La imagen fue compartida con abogados, arquitectos, funcionarios gubernamentales, parientes ancianos y amigos de sus padres, personas que nunca volverán a mirarla de la misma manera. “Empañó lo más profundo de mí, como si unieras un vaso roto y todavía quedaran grietas”, comentó.
Los vecinos de la comunidad en la que vivió durante 40 años la excluyeron. “A día de hoy no tengo amigos. Supongo que soy sólo yo”, dijo con una sonrrisa triste. Algunos miembros de su familia todavía no le hablan. Y constantemente se pregunta si los hombres con los que trabaja se la imaginan desnuda.
La mañana en la que su hija Astha la encontró estaba en su punto más bajo. Pero también fue el momento en el que decidió contraatacar. “No quiero morir así”, se dijo. Presentó una denuncia policial pero no volvió a saber nada desde entonces. Todo lo que pudo hacer fue cambiar su número y deshacerse de su tarjeta SIM, y cuando Astha comenzó a recibir llamadas, su hija también destruyó la suya.
Les dijeron a sus amigos, familiares y colegas que ignoraran las llamadas y mensajes y, finalmente, casi dejaron de recibirlos. Bhoomi encontró apoyo en sus hermanas, en su jefe y una comunidad en línea de otras personas abusadas por las aplicaciones de préstamos. Pero sobre todo encontró fuerza en su hija.“Debo haber hecho algo bueno para tener una hija como esta”, aseveró. “Si ella no me hubiera apoyado, hubiera sido una de las muchas personas que se suicidaron debido a las solicitudes de préstamos”, admitió.
Niegan las acusaciones
La BBC presentó las acusaciones contenidas en esta investigación a Asan Loan y también, a través de contactos, a Liang Tian Tian y Parshuram Takve, que están escondidos. Ni la empresa ni la pareja respondieron.
Cuando se le pidió un comentario, Li Xiang dijo que él y sus empresas cumplen con todas las leyes y regulaciones locales, que no dirige una aplicación depredadora, que no colabora con Jiyaliang, la empresa de recuperación de préstamos dirigida por Liang Tian Tian y Parshuram Takve, y que sus firmas no recopilan la información privada de los clientes.
Asimismo, aseguró que sus centros de llamadas de recuperación de préstamos se adhieren a estándares estrictos y negó haberse beneficiado del sufrimiento de los ciudadanos comunes y corrientes. Majesty Legal Services, por su parte, negó utilizar los contactos de los clientes para recuperar préstamos. También dijeron que sus agentes reciben instrucciones de evitar llamadas abusivas o amenazantes, y que cualquier violación de las políticas de la empresa resulta en el despido.
Un negocio, también en América Latina
Las aplicaciones de préstamos extorsivos también son conocidas en América Latina. En México, la ONG Consejo Ciudadano recibió 19.200 denuncias desde 2020 por los abusos de estas aplicaciones y sus responsables tienen constancia de dos tentativas de suicidio de personas extorsionadas.
A la conocida modalidad de manipular fotos sustraídas del celular de las personas que utilizan alguna de estas aplicaciones y compartirlas con fines difamatorios con sus contactos, se sumó recientemente la del “secuestro” del celular del afectado. Los extorsionadores instalan en el dispositivo un programa maligno que impide acceder a la información que contiene hasta que no se cancele la deuda que reclaman. Según los datos de la ONG, recientes intervenciones policiales contribuyeron a reducir el número de denuncias, que aún rondan las 800 mensuales.
En Colombia, la Superintendencia de Industria y Comercio (SIC) reportó entre enero y julio del año pasado 338 denuncias a las aplicaciones de créditos digitales informales, pero los expertos creen que el número real de delitos es mucho mayor.
Según la SIC, los delitos cometidos son los de información engañosa, falla de calidad de servicio, cláusulas abusivas, no contar con mecanismos de atención y abusos psicológicos. Hasta la fecha hay 61 procesos de intervención a aplicaciones activos y otros tanto procesos judiciales con 459 personas (naturales y jurídicas) investigadas. El número de afectados por estas extorsiones en Colombia asciende a 261.602, con una afectación reconocida de 4.317.590.287.132 de pesos (poco más de US$1.000 millones)
En el vecino Perú, las autoridades detectaron un aumento en este tipo de delitos. El coronel Marco Conde, jefe de la División de Robos de la Policía Nacional de la nación sudamericana, le dijo a BBC Mundo que “prácticas como los préstamos extorsivos son frecuentes en Perú y se detectó un crecimiento en los últimos años”. Sin embargo, no hay cifras oficiales disponibles al respecto.
“En la mayoría de los casos se trata de fotos robadas que luego son manipuladas y compartidas con los contactos, pero también hay casos en los que se les reclama a esos contactos que paguen ellos la deuda pendiente”, indicó Conde.
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