Las angustias de la clase media avivan las tensiones y agitan las protestas en Irán
Por primera vez en décadas, los sectores de ingresos medios del país atraviesan un ajuste en la economía doméstica; la contracción se profundiza por las sanciones norteamericanas, la corrupción y la mala gestión económica
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TEHERÁN.– Las protestas que sacuden a Teherán desde hace tres semanas empezaron por un hiyab, pero rápidamente se transformaron en un movimiento más amplio, alimentado por el enojo de la clase media iraní por el colapso de la economía del país.
La amplia clase media urbana de Irán se ha convertido en la verdadera protagonista de las manifestaciones que se están dando en decenas de ciudades desde el 26 de septiembre, tras la muerte de una joven de 22 años, Mahsa Amini, arrestada por supuesta violación del estricto código de vestimenta que rige en el país. Los reclamos de esas marchas, organizadas boca a boca y amplificadas por las redes sociales, rápidamente viraron del tema de los derechos de las mujeres para concentrarse en exigir el fin del sistema de gobierno islámico, que controla hasta los mínimos aspectos de la vida social.
“El combustible de las manifestaciones es el combo de presencia femenina, tecnología y pobreza”, dice Mostaba Pakzad, un empresario de Teherán que asesora a inversores extranjeros. “Los jóvenes sienten que están desperdiciando literalmente sus vidas por todas las pesadas restricciones que padecen”.
Tras la revolución islámica de 1979, la clase media mantuvo estable al país, y más tarde fue su motor económico, en medio de las sanciones de Estados Unidos y sus aliados por su programa nuclear y misilístico y por su apoyo al terrorismo y las milicias de la región. La base de la clase media iraní se siguió ampliando durante los últimos 40 años hasta alcanzar al 60% de la población, con un sólido sistema de educación superior que seguía formando médicos, ingenieros, abogados y empresarios a pesar de devastadoras guerras e intermitentes derrumbes del precio del petróleo.
Ahora, esa misma clase media sufre por la presión de un 50% de inflación y por la devaluación del rial, la moneda iraní, que este año cayó a su mínimo valor histórico. Más de un tercio de los iraníes vive actualmente en la pobreza, frente al 20% de 2015, y la clase media se ha achicado y ya comprende a menos de la mitad del país.
El enojo de los iraníes se fue cociendo a fuego lento a lo largo de los años, por la incapacidad de los sucesivos gobiernos de encarrilar la economía y resucitar el acuerdo internacional que levantaba las sanciones que pesan sobre Irán a cambio de poner un límite rígido, pero temporario, a su programa nuclear.
“La raíz de estas protestas hay que buscarla en los problemas económicos, y ahora todo hizo eclosión”, dice una ama de casa de 52 años que sale a manifestarse por uno de los barrios ricos del norte de Teherán, donde se saca la hiyab y la hace flamear en la mano junto a una multitud de otras mujeres.
Pérdida de patrimonio
A ella y a su esposo, un pequeño comerciante, se les acabaron los ahorros, y la inflación amenaza su estilo de vida de clase media. Cuentan que llegaron a tener varias propiedades, que tuvieron que ir vendiendo para subsistir. Antes solían cambiar el auto cada dos años, pero ella ahora tuvo que vender el suyo para pagar un crédito. Dice que en la manifestación del viernes pasado dos policías sin identificación la insultaron por no cubrirse con la hiyab y que atacaron a dos mujeres que estaban cerca de ella. Algunos policías abrieron fuego y ella recibió el impacto de una bala de goma. Al menos 50 personas ya han muerto en esta ola de protestas, y miles más fueron arrestadas o resultaron heridas, según estimaciones de los organismos de derechos humanos.
Según la mayoría de los economistas, el factor principal que mantiene paralizada la economía iraní son las sanciones de Estados Unidos, que apuntan básicamente contra la industria petrolera y el sector financiero, privando al país del ingreso de dólares.
De todos modos, alrededor del 63% de los iraníes culpan a la mala gestión económica del gobierno y a la corrupción, y no a las sanciones, según una encuesta a 1000 iraníes realizada hace un año por el Centro de Estudios Internacionales y de Seguridad de la Universidad de Maryland y IranPoll, una empresa de investigación con sede en Canadá y especializada en Irán.
Irán, que llegó a ser uno de los mayores productores de petróleo del mundo, actualmente extrae alrededor de 2,5 millones de barriles por día, frente a los más de 6 millones de la década de 1970 y los 4 millones de 2016. Los economistas dicen que cualquier repunte de actividad económica que se haya producido cuando terminó la pandemia fue holgadamente superado por el corrosivo efecto de una inflación galopante. Según un estudio del FMI publicado la semana pasada, tras la reimposición de las sanciones contra Irán, los puestos de trabajo para graduados universitarios cayeron un 7% y los salarios de los trabajadores calificados casi un 20%.
A principios de este año hubo una primera ola de manifestaciones, encabezadas por sindicatos que representan a trabajadores de la industria petrolera y maestros que vieron caer sus salarios por debajo del umbral de pobreza. Los trabajadores dicen no llegar a fin de mes y tener problemas para comprar alimentos básicos, incluso los producidos en Irán.
Los sindicatos les han pedido a sus afiliados que se unan al movimiento para poner fin a la ley del velo obligatorio que la joven Mahsa Amini fue acusada de violar. En los últimos días, los estudiantes de la Universidad Allameh Tabatabai, de Teherán, hicieron suyo el reclamo al grito de “¡Pobreza, corrupción, tiranía! ¡Muerte a esa dictadura!”
Farshad Momeni, director del Instituto de Estudios Islámicos en Humanidades, un centro de investigación independiente de Irán, le explicó a la agencia de noticias semioficial iraní ILNA que la escala del rebrote de pobreza en Irán “no tiene precedentes en los últimos 100 años”, y que podría desestabilizar el país.
Llamado al gobierno
Algunos líderes iraníes han instado al gobierno a escuchar a los manifestantes. El ayatollah Hossein Noori-Hamedani, un clérigo conocido por su cercanía con al líder supremo, el ayatollah Ali Khamenei, escribió el mes pasado en su sitio web que “es necesario que las autoridades escuchen los reclamos de la gente y resuelvan sus problemas”.
Pero los manifestantes piden la caída del gobierno y el fin del sistema islámico, y eso les deja poco margen de maniobra con las autoridades de Teherán. Esta semana, Khamenei calificó las protestas como “disturbios inspirados por enemigos extranjeros como Estados Unidos e Israel” y elogió la represión de las autoridades.
“Acá el tema no es el uso de la hiyab en Irán”, tuiteó Khamenei el lunes. “El tema es la independencia y la resistencia del Irán islámico”.
Los empresarios en Teherán dicen que la economía está cada vez más bajo el control de grupos alineados con el Estado, desde fondos públicos de pensiones hasta fundaciones religiosas y entidades que son propiedad de la Guardia Revolucionaria. Aseguran que eso deja muy poco espacio para el sector privado genuino.
La riqueza ahora está concentrada cada vez en menos manos, lo que alimenta el resentimiento contra los miembros de la elite iraní, ampliamente sospechada de lucrar y evadir sanciones.
El 10% más rico de los hogares iraníes actualmente recibe el 31% del PBI nacional, mientras que el 10% más pobre recibe apenas un 2%, según el Ministerio de Bienestar Social. Eso significa que en la república islámica la desigualdad económica es tan pronunciada como en Estados Unidos y mucho más alta que otros países de la región, como los Emiratos Árabes Unidos, Irak o Israel, según datos del Banco Mundial.
Mientras que muchos iraníes han tenido que eliminar la carne de su dieta debido a su costo, las concesionarias de autos de lujo no dan abasto. Alireza Ghasemi, de 33 años, vendedor de Mercedes-Benz, dice que tiene una lista de espera a 160 compradores listos para llevarse su auto no bien el gobierno reabra las importaciones, algo que ya anunció después de una pausa de cinco años. Son autos que pueden costar hasta 97.000 dólares: medio siglo de ingresos de un taxista iraní.
Benoit Faucon
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