Allí los peces y otros organismos no tienen posibilidad de sobrevivir por la escasez de oxígeno
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El crecimiento de la “zona muerta” del Golfo de México en los últimos cinco años no ha podido contenerse. Se trata de una región marina, cercana a las costas de los estados de Texas, Luisiana y Mississippi, en el sur de Estados Unidos, en la que los peces y otros organismos no tienen posibilidad de sobrevivir por la escasez de oxígeno.
Cada año cambia su tamaño, en buena medida debido a la cantidad de contaminantes que llegan al Golfo de México a través de la descarga de ríos como el Mississippi. Ese río cruza a EE.UU. de norte a sur, pasando por muchas ciudades, pueblos y zonas agrícolas.
Este año la “zona muerta” tiene una extensión de 16.404,98 kilómetros cuadrados, según un cálculo de la Oficina Nacional de la Administración Oceánica y Atmosférica de EE.UU. (NOAA, por sus siglas en inglés). Eso es casi el tamaño que tiene la ciudad de Pekín.
“Las condiciones de bajo oxígeno estaban muy cerca de la costa y muchas mediciones mostraban una falta casi total de oxígeno”, explicó Nancy Rabalais, la científica que lideró el estudio este año.
Científicos y autoridades de EE.UU. se han puesto como objetivo contener la “zona muerta” a un nivel inferior a los 5.000 kilómetros cuadrados. Pero en los últimos cinco años, la extensión ha sido en promedio 2,8 veces más grande que ese objetivo, una tendencia preocupante.
“Debemos considerar el cambio climático y debemos fortalecer nuestra colaboración y asociaciones para lograr el progreso necesario”, señaló Radhika Fox, de la Agencia de Protección Ambiental de EE.UU.
¿Cómo es la “zona muerta”?
La zona hipóxica del Golfo de México ha sido medida desde 1985 por las autoridades ambientales estadounidenses. No es la única del mundo, pero es la segunda más extensa. En esas regiones marinas, los niveles de oxígeno son tan bajos que la vida marina se asfixia y muere.
Se pueden generar de forma natural, pero los científicos están especialmente preocupados por las que se han formado por la actividad humana, especialmente por la contaminación de nutrientes. Este último es el caso de la “zona muerta” del Golfo de México, la cual se genera principalmente por los fertilizantes usados por los agricultores.
La lluvia arrastra los químicos usados en la agricultura hacia los arroyos y ríos que se descargan en el Golfo de México. Esas aguas también se ven contaminadas por la descarga residual de zonas urbanas. En particular, los nitratos y el fósforo usados en los químicos de la agricultura tienen un efecto clave, pues estimulan un crecimiento explosivo de algas, que al morir caen al fondo del mar y se descomponen.
Las bacterias que descomponen las algas consumen oxígeno, en un proceso que reduce drásticamente el nivel disponible para la vida marina. Eso hace que hábitats que normalmente estarían llenos de vida se transforman en desiertos biológicos, explica la NOAA.
Por otra parte, el agua dulce del río y el agua salada del Golfo no se mezclan y se crea una barrera que impide la mezcla de aguas superficiales y profundas.
En otoño, cuando los vientos revuelven el agua, las diferentes capas se mezclan nuevamente y esto hace que el oxígeno se reponga en la parte inferior, lo que permite el regreso de la vida marina. Es por ello que la extensión de la “zona muerta” varía cada año.
Efecto del cambio climático
El equipo del Grupo de Trabajo sobre la Hipoxia ha visto que en los últimos cinco años la “zona muerta” se ha extendido por encima de lo que se han fijado como meta.
La vez que se ha extendido más desde 1985 ha sido 2017, cuando midió 22.729 kilómetros cuadrados (casi el tamaño de El Salvador).
Este año es menor (16.404,98 km2), pero no menos preocupante, pues el objetivo del Grupo de Trabajo sobre la Hipoxia es lograr un periodo de cinco años de 4920 kilómetros cuadrados o menos.
“La distribución del bajo oxígeno disuelto fue inusual este verano”, explicó la líder de la investigación, Nancy Rabalais, de la Universidad Estatal de Luisiana. Notaron que había poca salinidad y la descarga de agua del río Mississippi estaba “por encima de lo normal”.
“Este año hemos visto una y otra vez el profundo efecto que el cambio climático tiene en nuestras comunidades, desde la sequía histórica en el oeste [de EE.UU.] hasta las inundaciones. El clima está directamente relacionado con el agua, incluido el flujo de contaminación por nutrientes en el Golfo de México”, dijo Radhika Fox.
El Grupo de Trabajo contra la Hipoxia dice que una forma de reducir la contaminación ha sido establecer acuerdos con autoridades locales y agricultores para un mejor manejo de químicos que terminan en los afluentes de agua.
Pero si no se contiene esta problemática, el riesgo es que el “desierto” sin vida del Golfo de México siga extendiéndose año tras año.
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