La victoria del statu quo en un país polarizado
CHICAGO.- Los norteamericanos tienen una curiosa manera de resolver las cosas. Tras la elección más costosa de su historia, el resultado es que Barack Obama sigue en la Casa Blanca, que los demócratas mantienen el control del Senado y los republicanos, el de la Cámara baja.
La primera impresión es que, en lo sustancial, poco cambió en el balance de poder. Un resultado dividido, producto de una sociedad que, aunque sabe que algo no va bien y debe ser resuelto, no encuentra cómo superar la polarización que expresa su forma de voto.
"La consagración del statu quo ", fue la primera conjetura ayer. La expresión alude a una apariencia de cambio por debajo de la que el esquema resultante se parece mucho al anterior.
Ese estado de cosas se pondrá a prueba pronto. Dentro de pocos días estarán sobre la mesa asuntos cruciales como la enorme deuda del país, el gasto y la posible necesidad de subir impuestos en una economía que no se recupera. "El precipicio fiscal" es la expresión usada para hablar de ese explosivo paquete.
Obama tuvo una sólida victoria en el Colegio Electoral. Pero mucho más acotada en el voto popular, con un resultado de dos puntos de ventaja: 50 a 48%. Si un 2% del voto total se hubiese pronunciado de otra manera, hoy estaríamos escribiendo sobre una conmoción política.
Lo que late por debajo de ello es que, si bien en tono conciliatorio, ambas partes sienten que sus argumentos fueron revalidados por el voto. Una situación de suma cero que dificulta el consenso, cuya ausencia fue lo que trabó la maquinaria política en los últimos años.
Quebrar esa dinámica es el desafío. "No podemos permitirnos cuatro años más así", fue una expresión que ayer recogieron los simpatizantes de Obama.
El presidente y su derrotado adversario dieron el primer paso y hablaron en tono conciliador. "Pese a todas las frustraciones de Washington, nunca he estado más esperanzado sobre el futuro", dijo Obama.
"El país está en un momento crítico. Hace falta trabajar con consenso", dijo Mitt Romney. Él se ofreció a colaborar, un gesto que parece más de buena voluntad que de posibilidad concreta, cundo su futuro como figura política es incierto.
Hubo señales alentadoras. "Vamos a trabajar juntos en la cuestión fiscal", prometió el jefe de la minoría republicana en la Cámara baja, John Boehner. Hace dos años, el bloqueo republicano en ese tema llevó a un tembladeral financiero. Hay que ver cuánto resiste el buen clima por el que tanto se clama.
¿Por qué ganó Obama? Primero, por la gran capacidad de movilización de su campaña, con el añadido de que la estrategia proselitista produjo ese impulso en los lugares donde había que hacerlo.
"Por la matemática electoral, las elecciones se han convertido en un juego de ajedrez donde muy pocas piezas pueden decidir el resultado", dijo a la nacion Paul Green, del Instituto de Política de la Universidad Roosevelt, de esta ciudad. "El problema es saber dónde se encuentran esos bolsones", añadió.
La campaña de Obama los identificó bien. A eso se suma la capacidad para mantener a flote la coalición social que lo llevó a la victoria, más allá de las promesas incumplidas. Hispanos, afroamericanos, jóvenes y mujeres se inclinaron por él. Fueron más que la esquiva población blanca. Ése es el nuevo mapa demográfico.
Obama no sólo fue reelegido sino que es el primer presidente en 70 años que logra un segundo mandato con la sociedad enervada por un desempleo de más del 7,5%. Pero también ganó con la ayuda de su rival. Si Obama llegó como un líder que "desenamoró" a la sociedad, Romney lo hizo como uno del que era difícil enamorarse.
Tuvo enormes resistencias dentro de su partido y, durante la campaña, le pesó como un salvavidas de plomo la percepción de que cambia de posición según convenga. A eso se le sumaron sospechas de coqueteos con paraísos fiscales que no terminó de aclarar.
La derrota republicana
¿Por qué perdieron los republicanos? Además de todo lo anterior, Romney no pudo consolidar en votos reales el tirón que las encuestas le dieron sobre el final de la campaña e impuso su mensaje económico en una campaña donde ésa fue la causa principal.
El tropiezo estuvo en algo que revelaron las encuestas de boca de urna: buena parte de los norteamericanos considera la gestión del ex presidente George W. Bush la responsable del problema económico y no tanto a los cuatro años de Obama. Sobre ese escenario, el cóctel letal llegó con un mensaje con el que espantó a las cada vez más numerosas "minorías". Las posiciones extremas de su partido en materia de matrimonio homosexual, inmigración y política de salud de la mujer le pasaron su precio.
Lo ratifica lo ocurrido con la composición del Congreso. Las fuerzas de Romney esperaban que estas elecciones los llevaran a avanzar en bancas. Eso no sucedió, sino que las principales pérdidas provienen de candidatos del Tea Party.
Es todo un mensaje: la misma fuerza conservadora que los llevó al triunfo en las legislativas de hace dos años ahora carga con el mensaje del retroceso.
El quinto dato es el país que emergió en lo demográfico. Obama cuenta con las minorías y le falta apoyo en la población blanca. A los republicanos les ocurre lo contrario.
Es difícil imaginar una construcción conjunta que no reconozca la diversidad que caracteriza hoy a la sociedad norteamericana, producto de una dinámica migratoria que se agudizó en los últimos años.
"Creemos en un país de inmigrantes", dijo Obama. Cómo plasmar eso en un proyecto político integrador es una de las respuestas que clama la nueva etapa.
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