La verborragia sin filtro de Bolsonaro harta a sus asesores y aliados
Tras dos semanas de una polémica tras otra, su entorno busca la manera de que el presidente se exponga menos; la oposición renovó su pedido de juicio político
RÍO DE JANEIRO.- Que Jair Bolsonaro tenga posturas polémicas ya no sorprende a nadie. Pero en las últimas dos semanas el presidente de Brasil ha realizado tantas y tan variadas declaraciones inflamatorias que generaron preocupación de sus asesores en el Palacio del Planalto, lo distanciaron de aliados políticos y renovaron en la oposición la intención de someterlo a un proceso de impeachment.
Sin medir el impacto de sus palabras ni la verdad de sus afirmaciones, el mandatario afirmó que no hay hambre en Brasil, justificó el trabajo infantil, desacreditó al órgano público que monitorea la deforestación en la Amazonia y provocó al presidente de la Orden de Abogados de Brasil (OAB), al asegurar que él sabía cómo había muerto su padre, desaparecido durante la dictadura. Intimidó al periodista estadounidense Glenn Greenwald al señalar que podría acabar en la cárcel por divulgar mensajes comprometedores de autoridades que tuvieron sus celulares hackeados, restó importancia a una brutal matanza en una cárcel, descalificó documentos públicos sobre crímenes cometidos durante el último gobierno militar, trató peyorativamente a los habitantes de la zona noreste del país, desmereció la muerte de un líder indígena asesinado por buscadores clandestinos de oro y ofendió al canciller de Francia al dejarlo plantado para ir a cortarse el pelo.
Cansado de las controversias del presidente, el escritor Chico Barney lanzó en las redes sociales el hashtag #QuartaFeiraSemBolsonaro (#MiércolesSinBolsonaro) para proponer que "por razones de salud pública", los usuarios pasen un día a la semana sin comentar las chocantes e irritantes salidas del mandatario. Lejos de moderarse, en una entrevista con el diario O Globo, Bolsonaro defendió su estilo impulsivo: "Soy así. No existe una estrategia. Si estuviese preocupado sobre 2022 [año en que podría buscar la reelección] no haría esas declaraciones".
En cambio, entre sus asesores -sobre todo, los militares-, la desenfrenada y ofensiva verborragia del presidente sí provoca temores, y llevó a la convocatoria de una reunión de emergencia esta semana para hallar una forma de exponerlo menos. Porque mientras el gobierno se ha puesto como objetivo recuperar la confianza en Brasil para incentivar la debilitada economía, el mandatario parece más interesado en crear constantes crisis que opacan los logros de la nueva gestión ultraderechista, como han sido la firma del acuerdo de libre comercio entre el Mercosur y la Unión Europea, el avance del proyecto de la reforma previsional en el Congreso y la leve reducción del desempleo.
"Bolsonaro no se despegó aún de su perfil de diputado polémico. Sigue creyendo que representa a un segmento de la sociedad, cuando como presidente tiene que tener en cuenta que habla para y por todo el país. En vez de ser un pacificador y buscar crear consensos, prefiere incitar, ofender y generar enfrentamientos. Y ese comportamiento le trae problemas innecesarios al gobierno y lo aleja de sus aliados", advirtió a LA NACION el analista político Marcio Coimbra, profesor y coordinador del programa de posgraduación de la Universidad Presbiteriana Mackenzie, en Brasilia, quien trabajó en el nuevo gobierno en los primeros meses.
Entre los aliados, los últimos comentarios que desprestigiaron el trabajo hecho por la Comisión de la Verdad, que investigó los crímenes durante la dictadura, y la provocación al titular de la OAB, Felipe Santa Cruz, hijo de un líder estudiantil desaparecido, cayeron muy mal. "Es inaceptable que un presidente de la república se manifieste de esa forma", destacó el gobernador del estado de San Pablo, João Doria, del Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB), mientras que el expresidente socialdemócrata Fernando Henrique Cardoso señaló que Bolsonaro "desprecia los límites del buen sentido por su incontinencia verbal".
En el Congreso, en tanto, el presidente de la Cámara de Diputados, Rodrigo Maia, del derechista partido Demócratas (DEM), criticó los cuestionamientos de Bolsonaro a la prensa y en especial al periodista Greenwald. "Estoy a favor de la libertad de prensa en cualquier circunstancia y defiendo el secreto de las fuentes. Eso está asegurado en la Constitución", escribió en su cuenta de Twitter.
Su correligionario, el titular del Senado, Davi Alcolumbre, también usó las redes sociales para distanciarse del mandatario en el caso del cacique de la etnia wajãpi asesinado. E incluso dentro del oficialista Partido Social Liberal (PSL) hubo voces que alertaron sobre los riesgos de que Bolsonaro siga actuando y hablando sin filtros.
"Bolsonaro necesita dejar de lado las polémicas. Llevamos siete meses de gobierno y todos los días tenemos alguna confusión. Brasil necesita muchas cosas, el país está pasando por una transformación, pero él no colabora para que la situación esté más calma", se quejó el vicelíder del PSL en la Cámara baja, el diputado Alexandre Frota.
Mucho más lapidario fue el presidente del partido Solidaridad (SD), el diputado Paulo Pereira da Silva, figura clave del llamado centrão parlamentario. "Brasil eligió a un idiota", dijo, frustrado.
Por su parte, desde la oposición, las fuerzas de izquierda ya comenzaron a articularse para que esta semana, al reiniciarse las actividades legislativas tras el receso de invierno, se discuta la posibilidad de presentar un pedido de impeachment por "quiebre del decoro" del cargo. "No podemos más tapar el sol con la mano. Bolsonaro tiene que ser impedido. Es un criminal que idolatra a genocidas, torturadores y dictadores. Él y su clan miliciano llevan al país a un Estado policial autoritario que corroe la democracia y las instituciones de la república", resaltó el diputado Paulo Pimenta, líder del Partido de los Trabajadores (PT) en la Cámara baja.
Los analistas coinciden en que un pedido de impeachment hoy tendría pocas chances de prosperar, pero apuntan que el presidente de Diputados, Maia, podría mantenerlo latente y usarlo como forma de presión hacia Bolsonaro para que se controle un poco.
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