La ultraderecha gana espacios de poder en España y el socialismo denuncia un “pacto de la vergüenza”
Desde este semana VOX forma parte de un gobierno regional, tras acordar una coalición con el PP
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BARCELONA.– Mientras Francia se debate entre otorgar o evitar el primer gobierno de ultraderecha en la historia de la república, los correligionarios de Marine Le Pen en España ya forman parte de un gobierno regional. El martes pasado, tomó posesión el nuevo Ejecutivo de Castilla y León, integrado por el Partido Popular y VOX, un partido de extrema derecha, un hecho inédito en España desde la transición democrática de fines de los 70.
La presidencia de Castilla y León, la región española más extensa, y poblada por más de dos millones de personas, permanece en manos del popular Alfonso Fernández Mañueco, vencedor de las elecciones anticipadas del pasado 13 de febrero. Sin embargo, la nueva aritmética parlamentaria tan solo permitía formar gobierno con una gran coalición PP-PSOE, o una alianza con VOX. Y Mañueco optó por esta última opción, por lo que VOX atesora la presidencia del Parlamento regional, la vicepresidencia y tres consejerías.
Tan pronto como se consumó la coalición de las derechas, el PSOE lo calificó como “el pacto de la vergüenza” y cargó duramente contras el PP por no haber aplicado a VOX el mismo “cordón sanitario” que rodea a la ultraderecha en la mayoría de países de la Unión Europea. Las comparaciones con al “frente republicano” contra Le Pen en Francia han sido muy habituales en la prensa progresista. La vocera del gobierno del socialista Pedro Sánchez, Isabel Rodríguez, dijo que “vigilará con atención” que la alianza no “haga retroceder los derechos y libertades de los ciudadanos”.
El pacto de gobierno recoge algunos de los caballos de batalla de la ultraderecha española. Por ejemplo, el texto establece la aprobación de una ley contra “la violencia intrafamiliar”, el concepto con el que VOX pretende sustituir el de “violencia de género”, que penaliza con dureza los actos de violencia machista. Igual que Le Pen en Francia, VOX es euroescéptico y pone el acento en frenar la inmigración, por lo que el nuevo Ejecutivo impulsará nueva legislación para promover “una inmigración ordenada”. En cambio, el punto de su programa que no podrá llevar a cabo es el que defiende un estado centralista y la supresión de las autonomías.
Ante los ataques socialistas, la línea de defensa del PP se basa en dos argumentos. En primer lugar, responsabiliza al PSOE de la falta de “cordón sanitario” a la extrema derecha, ya que no le ofreció los apoyos necesarios en el Parlamento de Castilla y León para poder gobernar en solitario. Además, los populares argumentan que Sánchez no puede dar lecciones de moralidad, pues su gobierno integra un partido que califican de “extrema izquierda” –Unidas Podemos–, y se apoya en los independentistas catalanes y vascos, achacando a estos últimos nunca haber condenado el terror de ETA.
La incomodidad del nuevo presidente del PP, Alberto Núñez Feijoo, ante el pacto con VOX se hizo evidente el martes, pues no acudió al acto de toma de posesión del nuevo Ejecutivo en Valladolid, donde sí estuvo el líder de VOX, Santiago Abascal. Núñez Feijoo, presidente de Galicia desde 2009, fue elegido presidente del PP en un congreso extraordinario el pasado 2 de abril, después de que su predecesor sufriera una rebelión interna liderada por la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, el otro peso pesado dentro del partido conservador.
Hasta ahora, el líder gallego siempre se había mostrado contrario a los pactos con la ultraderecha, pero ha acabando dando luz verde al acuerdo en Castilla y León, que se había sellado antes de su ascenso a la dirección del partido. En cambio, quien no ha mostrado ningún tipo de remilgo hacia VOX es Díaz Ayuso, que también estuvo presente Valladolid y describió el acuerdo como “un gran pacto” que convierte a Castilla y León en una comunidad “socialista free”.
Todo parece indicar que azuzar el miedo ante un hipotético gobierno con VOX será el principal mensaje de la campaña electoral del PSOE para las elecciones generales del año próximo. De acuerdo con las encuestas, el partido de ultraderecha suscita un fuerte rechazo en amplios sectores de la sociedad española. No obstante, su progresiva entrada en las instituciones podría ayudar a normalizar el partido de Abascal. La actual ambigüedad de Núñez Feijoo respecto de VOX podría tener una fecha de caducidad cercana, ya que antes de finales de año se celebrarán las elecciones en Andalucía, la autonomía más poblada. De consumarse una coalición de las derechas también en Sevilla, el escenario de un gobierno central integrado por VOX se convertirá en muy real.
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