La trama secreta del acuerdo por los rehenes de Hamas: negociaciones bajo siete llaves, furia, hartazgo y persuasión
Además de Israel y el grupo terrorista, el proceso, plagado de contratiempos, involucró a EE.UU., Qatar y Egipto
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WASHINGTON.- La negociaciones no iban sobre ruedas, pero al final, la constancia dio sus frutos. Hace seis semanas, poco después de que Hamas asesinara a más de 1200 personas en Israel y se llevara unos 240 rehenes, el gobierno de Qatar tanteó secretamente a Estados Unidos para ver cómo se podía garantizar la liberación de los que habían sido capturados por el grupo terrorista.
Pero la misión era delicada en extremo, y tan secreta que el gobierno norteamericano creó una unidad de comunicaciones específica para tratar directamente con Hamas y mantuvo esas negociaciones bajo siete llaves y en total hermetismo, incluso para otras áreas del gobierno. Solo un puñado de funcionarios estaba al tanto de las conversaciones, según un alto funcionario de la Casa Blanca.
The moment Hamas terrorists handed over hostages to the Red Cross pic.twitter.com/yAEbfUqiZg
— NEXTA (@nexta_tv) November 24, 2023
La unidad permitió que un pequeño círculo de negociadores se comunicara regularmente con Hamas sin trabas burocráticas. Los funcionarios de Israel y Estados Unidos se desvivieron durante semanas para elaborar un acuerdo que liberaría a decenas de los rehenes retenidos por Hamas. La Casa Blanca entendió que era la única manera realista de frenar los sangrientos combates que están devastando la región desde hace más de seis semanas.
Estados Unidos presionó continuamente a Hamas, con Qatar y Egipto como cruciales intermediarios. Mientras tanto, a través de videollamadas o de reuniones en persona, el presidente Joe Biden y otros altos funcionarios de la Casa Blanca trataban de tranquilizar a los angustiados familiares de los rehenes y les aseguraban que estaban haciendo todo lo posible para garantizar la liberación de sus seres queridos.
De hecho, hasta este mismo miércoles el mandatario norteamericano seguía trabajando en el acuerdo, con llamadas telefónicas al primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, y otros líderes mundiales, para enfatizar la importancia de pasar del acuerdo a las liberaciones reales. Biden prometió que no cedería hasta que todos los estadounidenses que están de rehenes en Gaza sean liberados.
Y el acuerdo que al parecer habían alcanzado ambas partes sufrió un último contratiempo. Las conversaciones continuaron, y se supo que ningún rehén sería liberado antes del viernes.
Biden dijo que la Casa Blanca venía trabajando incansablemente para asegurar la liberación de los rehenes “desde los primeros momentos del brutal ataque de Hamas”.
Este relato de cómo se concretó el acuerdo por los rehenes fue descrito por un alto funcionario de la Casa Blanca y dos funcionarios egipcios que deben preservar su anonimato para poder referirse a esas delicadas negociaciones, así como a informes de la prensa israelí.
La unidad para comunicarse con Hamas fue armada por Brett McGurk, coordinador del Consejo de Seguridad Nacional para Medio Oriente, y Joshua Geltzer, asesor legal del Consejo de Seguridad Nacional.
McGurk hablaba todas las mañanas con Mohammed bin Abdulrahman bin Jassim Al Thani, primer ministro de Qatar, mientras que Jake Sullivan, el asesor de seguridad nacional de la Casa Blanca, se comunicaba diariamente con sus homólogos israelíes. Biden era informado de todos los avances en tiempo real. También fue crucial la participación del director de la CIA, Bill Burns, que venía hablando con David Barnea, director del Mossad, la agencia de inteligencia israelí.
El acuerdo final que surgió esta semana —durante un alto el fuego de cuatro días, Hamas liberaría a 50 rehenes a cambio de 150 prisioneros palestinos retenidos por Israel— fue madurando a lo largo de semanas de extenuantes negociaciones.
Una de las primeras propuestas fue presentada el 12 de octubre, cinco días después del ataque de Hamas, y planteaba la liberación de todas las mujeres y niños retenidos por Hamas y otros militantes palestinos en Gaza, a cambio de la liberación de todas las mujeres palestinas en prisiones israelíes, según los funcionarios egipcios.
Los israelíes rechazaron esa propuesta inicial, “pero quedó abierta la puerta para seguir negociando”, dice uno de los funcionarios egipcios.
Línea roja
En repetidas conversaciones de finales de octubre entre Biden y Netanyahu, el primer ministro israelí trazó su línea roja: solo detendría los ataques sobre Gaza si liberaban a los rehenes. Durante las conversaciones Biden también puso sus condiciones: la asistencia humanitaria tenía que llegar a Gaza, se llegara o no se llegara a un acuerdo.
Finalmente fueron liberadas las dos primeras rehenes norteamericanas, Natalie y Judith Raanan. Mientras los funcionarios norteamericanos seguían su liberación desde Estados Unidos y Biden hablaba personalmente por teléfono con el padre de Natalie para contarle la noticia, la Casa Blanca entendió que la célula secreta creada para comunicarse con Hamas estaba funcionando, y redobló sus esfuerzos para rescatar a más rehenes.
Poco después de la liberación de Natalie y Judith Raanan —y justo antes de la tan anunciada invasión terrestre israelí a la Franja de Gaza—, Estados Unidos fue informado de que Hamas había dado el visto bueno para un acuerdo que frenaría temporalmente la ofensiva mientras las mujeres y los niños eran liberados.
Sin embargo, desde el punto de vista de Israel, todavía había numerosos obstáculos: Hamas no había ofrecido pruebas de la vida de ninguno de los rehenes, y no estaba dispuesta a informar exactamente la lista de cautivos hasta que cesaran los combates. Para Israel, con eso no alcanzaba para frenar su ofensiva terrestre. Estados Unidos también desconfiaba.
Mientras tanto, los líderes políticos de Hamas en Beirut, Doha y El Cairo acusaban a Israel de estancar las conversaciones.
El 10 de noviembre, Basem Naim, miembro del gabinete político de Hamas, les dijo a los periodistas en Beirut que el grupo estaba preparado para liberar a los rehenes civiles “si nos dan garantías de seguridad para que podamos movernos y así recopilar información y datos para implementar este paso”. Naim se quejó de que Israel no respondía.
Aun así, las negociaciones continuaron.
Israel reformuló los planes de su invasión terrestre para que los combates pudieran detenerse si se llegaba a un acuerdo sobre los rehenes. Las conversaciones, con mensajes enviados a Gaza a través de Doha o El Cairo, fueron virando hacia detalles altamente técnicos: las propuestas iban y venían. Estados Unidos presionó repetidamente a Hamas, con Doha como intermediario, para que proporcionara información que permitiera identificar a las mujeres y niños retenidos. Hamas seguía negándose.
El 12 de noviembre, Biden se hartó. Llamó al emir de Qatar, el jeque Tamim bin Hamad Al Thani, y a través suyo le exigió detalles específicos a Hamas. Para concretar cualquier acuerdo, insistió Biden, Estados Unidos exigía identificaciones claras de los aproximadamente 50 rehenes que serían liberados: edades, género y de dónde eran. De lo contrario, el acuerdo no se concretaría.
Poco después de esa llamada, Hamas proporcionó la información que Estados Unidos venía reclamando. El 14 de noviembre, Biden llamó a Netanyahu y los instó a aceptar el acuerdo. Netanyahu aceptó seguir adelante. En contrapartida, en sus reuniones con McGurk, Netanyahu instó a Estados Unidos a presionar a los qataríes para dar las puntadas finales.
Durante este tiempo, los mediadores habían estado intercambiando borradores más viables del acuerdo. Uno de esos borradores planteaba un alto el fuego de cinco días y la liberación de entre 200 y 300 mujeres y niños palestinos. Israel venía insistiendo con un alto el fuego de dos días y la liberación de unos 100 palestinos que no pertenecían a Hamas.
Pero en ese punto de las negociaciones, de pronto Hamas hizo silencio de radio. El grupo terrorista dejó de hablar con los qataríes y egipcios, y amenazó con dar un portazo cuando las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) ingresaron al hospital Al-Shifa, el centro médico más grande y mejor equipado de la Franja de Gaza, que según Israel está siendo utilizado por Hamas con fines militares.
“Cuando pasó eso, todo estuvo a punto de desmoronarse”, dice uno de los funcionarios egipcios que participó de las conversaciones. “Hamas estaba furioso. Todos estábamos furiosos”.
Durante tres días, Egipto, Qatar y Estados Unidos presionaron a las partes en conflicto para que llegaran a un compromiso: un alto el fuego de cuatro días y tres prisioneros palestinos por cada rehén retenido por Hamas. Egipto también insistió en que Israel debía flexibilizar las restricciones al flujo de ayuda humanitaria hacia la franja. Las conversaciones se reanudaron el viernes pasado, y en otra conversación con el emir qatarí, Biden le dijo que era la última oportunidad para un acuerdo por lo rehenes y que el momento de cerrarlo era ahora.
McGurk pasó los días posteriores a esa llamada entre Biden y Al Thani analizando los detalles finos del acuerdo. Los funcionarios también idearon una manera de intentar convencer a Hamas para que liberara a más rehenes de los ya 50 acordados. El universo de temas a resolver siguió achicándose hasta el martes 21 de noviembre a la mañana, cuando Hamas le dio el visto bueno a los funcionarios qataríes. El miércoles, finalmente, el gabinete de guerra de Israel dio luz verde al acuerdo.
Colleen Long, Seung Min Kim, Sam Magdy y Julia Frankel
Traducción de Jaime Arrambide
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