La trágica historia del “Papá Noel” que desató una masacre en Navidad
Bruce Pardo ingresó a la casa de sus exsuegros disfrazado y asesinó a su exmujer y a ocho miembros de su familia política; luego, se quitó la vida
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El 24 de diciembre de 2008, la llegada de “Papá Noel” tenía bastante inquieta a Katrina Yuzefpolsky. Ella, una niña de tan solo ocho años, estaba reunida con más de 20 personas de su familia alrededor de la esperanza que esconde el árbol de Navidad: recibir los regalos de San Nicolás.
Cuando faltaban escasos treinta minutos para la medianoche, la ilusión se tornó realidad. Por lo que veía desde su ventana, el hombre de traje rojo y barba blanca parecía haber llegado desde el mismísimo Polo Norte hasta la puerta de la casa de sus abuelos en Corvina, Los Ángeles, Estados Unidos.
Empujada por la emoción, fue a abrirle la puerta a ese sujeto robusto que ingresaría con un afable ‘Ho, Ho, Ho’ para llenar su casa de regalos.
Pero, mientras la puerta chirriaba, las gigantescas cajas con moños brillantes que imaginaba se transformaron en una pistola que le apuntaba a la cabeza.
Afortunadamente, el disparo no la dejó sin vida. Pero sus abuelos, cuatro tías, dos tíos y un primo no corrieron con la misma suerte. El “Papá Noel” cometió una masacre en Navidad.
Un hombre de emociones incuantificables
Bruce Jeffrey Pardo nació el 23 de marzo de 1963 en Los Ángeles, Estados Unidos, en el seno de una familia tradicional.
Como su padre, un ingeniero de profesión quien le inculcó la pasión por las ciencias exactas, Bruce estudió ciencias de la computación e intentó basar su vida laboral con la exactitud de los números.
Con 26 años, una relación sentimental con una compañera de trabajo lo llevó a decidir casarse. Pero, como recuerdan sus familiares, a la ceremonia del 17 de junio de 1989 nunca llegó.
Según se supo en su momento, el hombre había vaciado la cuenta de su prometida para irse de vacaciones a una playa paradisíaca. Ese ”matrimonio” llegó hasta ahí.
Doce años después, cuando ya se había reorganizado con otra mujer, un accidente volvió a torpedear su vida en pareja.
El 31 de diciembre de 2001, el único hijo natural que tuvo cayó y se golpeó contra el borde de una piscina mientras él había quedado a cargo.
El menor, de poco más de un año, sufrió una complicada lesión cerebral que lo dejó con afectaciones en su desarrollo motriz. La relación se fracturó poco a poco.
En 2004, Bruce conoció a Sylvia Orza, de 40 años y con tres hijos, quien encarnó la esperanza de una “nueva oportunidad” en el amor.
El resumen es breve: en enero de 2006 se casaron y en marzo de 2008 se separaron. Pero, como se comprobaría con el tiempo, la “relación” no se acabó.
La Nochebuena más trágica de todas
El divorcio entre Bruce y Sylvia se efectuó en cuestión de meses. A mediados de aquel 2008, un juez local le ordenó al hombre, ya de 45 años, que pagara una cuota cercana a los 2000 dólares. Paralelamente, fue despedido de su trabajo.
Esa mezcla se convirtió en un huracán que llevó a que Bruce ideara un malévolo plan para “tomar revancha”. 10 mil dólares que debía pagarle a Sylvia por un acuerdo durante la separación legal fue la víspera a menos de 10 días de la Navidad de ese año. Luego ocurrió la masacre.
Bruce Pardo llegó disfrazado de Papá Noel, con dos pistolas y un lanzallamas, a la casa de sus exsuegros. Entre balas y un voraz incendio, su exesposa y ocho de sus familiares fallecieron. Tres quedaron heridos. Horas después, el asesino se fue a la casa de su hermano y murió allí.
Algunos llegaron a decir que pensaba huir a Canadá. Otros especularon que esperaba encontrar a su madre en el epicentro de la tragedia por “apoyar” a su exmujer.
Lo cierto es que Bruce Pardo se quitó la vida después de perpetrar la matanza. Trece años después, Katrina, la superviviente más pequeña de aquella tragedia, levantó su voz en contra de la violencia armada.
Según dijo en un discurso en 2018, tras un grave tiroteo en una escuela estadounidense, su familia sigue “celebrando Navidad” en vez de haberse alejado de la festividad que su macabro tío enlodó para siempre.
Desde la masacre, el regalo que más agradece en Navidad debe ser el mismo: estar viva.
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