La trágica historia de Craco, la ciudad italiana que se convirtió en un pueblo fantasma
Guerras medievales, disputas del Imperio, hambrunas y fallas geológicas, azotaron a una población que sobrevivió al borde del acantilado durante siglos
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Ubicado a unos 400 metros de altura en una montaña de la provincia de Matera, en la región de Basilicata, en Italia, subsisten las ruinas de un pueblo que atravesó innumerables tragedias hasta su debacle final. Sus habitantes se vieron obligados a huir debido a los males que allí acontecieron y convirtieron a Craco en una ruina.
Si bien es un sitio turístico, no son muchas las personas que tuvieron la posibilidad de conocerlo, dado que sigue en peligro de derrumbe y, para llegar, se deben transitar muchos kilómetros en auto entre las montañas. Pero alguien que sí pudo visitarlo fue el ingeniero argentino Pablo Colangelo. En 2019 fue seleccionado junto a otras cuatro personas de todo el mundo para formar parte de un voluntariado de Airbnb, que les daba la posibilidad de vivir tres meses en Italia.
Durante su experiencia, tuvo la oportunidad de visitar Craco y, en diálogo con LA NACION, relató: “En el pueblo donde estuve esos mese, varias personas me comentaron sobre un Pueblo Fantasma. Si te dicen eso, es obvio que te genera curiosidad. Entonces agarramos un coche con una compañera del voluntariado que era de Filipinas y fuimos a visitarlo”.
“Son sensaciones muy raras. Antes que nada, está muy alto en las montañas y, a medida que te vas acercando, divisás el centro histórico arriba y a lo lejos. Ves eso y ya es impactante”, comentó Pablo y describió: “Es una ciudad abandonada, se ven unas ruinas impresionantes y te sentís en un mundo apocalíptico”. Y justamente eso fue lo que vivieron los habitantes de Craco hace muchos años atrás.
En sus inicios, el pueblo supo gozar de buenos tiempos para sus ciudadanos. Su creación es difusa en los textos que relatan su origen. Según los historiadores más citados, Craco fue fundado por un grupo de griegos que escapaba de la malaria de su país en el 540 d.C. “Gente que llegaba de Grecia se iba instalando en toda la zona de Metaponto, un pueblito que está sobre la costa, y fueron fundando diversos pueblos como Craco”, contó Colangelo.
Así, al borde de un acantilado, Craco se convirtió en un asentamiento griego y fue escenario de varias batallas en las que italianos y franceses le disputaron el territorio a Grecia. Entre las contiendas que sucedieron en sus primeros años, el Imperio Romano se apoderó del sitio. En ese momento, alrededor del año 1060, quedó bajo la supervisión de un arzobispo conocido como Arnaldo de Tricarico. Los monjes basilios se propusieron darle un impulso y construir una ciudad bella.
Desde aquel entonces, la pequeña población comenzó a crecer. Los primeros pueblerinos vivían de la agricultura y la ganadería que fueron las principales actividades económicas de Craco. Con el correr de los años el número de residentes se fue incrementando, forjaron las edificaciones medievales que lo distinguen en la actualidad y, entre 1154 y 1168, se tuvo registro del primer señor feudal del lugar, llamado Erberto.
En aquellos tiempos Craco gozó de buena salud, una gran producción para su población y llegó a albergar a 2500 habitantes. En sus años dorados, sus principales cosechas fueron de verduras, vinos y aceites, que generaban trabajo para todos los habitantes. Durante este período feudal, fue construido el centro histórico que sobrevivió hasta la actualidad.
“A medida que te vas acercando por el camino de rutas que va subiendo por las montañas, vas identificando los edificios, el castillo, la iglesia, unas estructuras impresionantes que te llevan al pasado. Pero todo está derrumbado”, narró Colangelo.
Tiempos violentos
A medida que pasaban los años, Craco fue pasando por diversas manos hasta que en 1220, Federico II de Hohenstaufen asumió como emperador romano y lo convirtió en un centro militar estratégico durante la Sexta Cruzada, que fue un nuevo intento de recuperar Jerusalén.
Federico II gobernó el Imperio hasta 1250 cuando Craco quedó a merced de sus habitantes. Al igual que otras regiones de Basilicata, debido a la falta de protección, el lugar fue saqueado en muchas ocasiones por el fenómeno conocido como brigantaggio. Aquellos bandoleros que trabajan en pandillas, hostigaron a los ciudadanos una y otra vez durante años y así comenzaría la paulatina debacle de Craco.
Muchos años después, un 18 de julio de 1807, el pueblo recibió un fuerte ataque en medio de la ocupación napoleónica. Los conquistadores arribaron al sitio para robar los bienes de los ciudadanos y asesinaron a todos los señores acusados de manifestarse en contra de sus ideales. Este nuevo golpe generó que parte de sus habitantes migraran a otras ciudades más protegidas por las fuerzas reales.
Pero su tragedia bélica no terminaría en ese episodio. 50 años más tarde, luego de la unificación de Italia que llevó a la alianza de los diversos Estados en los que la península estaba dividida, Craco fue invadida por el ejército del brigadista Carmine Crocco. Este ejercía bajo las órdenes de Francisco II, que fue rey de las Dos Sicilias desde 1859 hasta 1861 y el último de los reyes Borbón de Nápoles. Como su levantamiento significaba revelarse contra los ideales de la Italia unida, entonces gobernada por el primer rey Víctor Manuel II, ambos fueron perseguidos.
Finalmente, Crocco fue acusado de 62 asesinatos, 13 intentos de asesinato, y multado con 1.200.000 libras por los daños causados en la guerra. Por su parte, Francisco II debió retirarse a Roma y, con los años, vivió en el exilio en Austria, Francia y Baviera.
A pesar de las muertes y el sufrimiento que padecieron los lugareños, los conflictos bélicos no serían el ocaso de Craco. Alrededor de 1892 los habitantes comenzaron a sufrir temblores. La ciudad estaba situada en una colina del valle de Cavone de arena y arcilla, que la hacía completamente inestable ante los movimientos de la tierra.
“Por su ubicación en esas montañas, cualquier fenómeno climático como lluvia o viento puede generar un temblor. Por eso, una de las cosas más interesantes es que se pueden ver algunas casas intactas junto a otras que están destruidas, porque se construyeron justo sobre rocas y no sobre arcilla. Hay edificios que le falta la mitad y la otra parte está intacta casi. Es una experiencia geológica muy interesante”, explicó Pablo.
Estos sismos se presentaban cada vez con mayor frecuencia e intensidad. Muchas de las construcciones edilicias fueron destruidas por la falla geológica. Según los historiadores italianos, entre 1892 y 1922, casi 1500 habitantes emprendieron el éxodo que continuaría durante un siglo.
Parte de la población insistió en aguantar durante muchos años, debido a la tradición que sus antepasados habían forjado en Craco. Pero los sismos no les dieron descanso y cada vez más hogares cayeron en la ruina. Para empeorar un escenario devastador, la tierra jamás volvió a dar la producción de sus años dorados y los habitantes sufrieron una grave hambruna que los obligó a partir.
“Los italianos tienen tradiciones muy marcadas y me imagino que en aquel momento les debió haber sido muy difícil abandonar su hogar. Pero los terremotos eran cada vez más fuertes, entonces llegó un momento que no les quedó otra opción”, reconoció el ingeniero que visitó Craco.
En 1963, un fuerte terremoto destruyó muchas de las casas que aún se mantenían en pie por lo que el gobierno italiano decidió migrar a esos pueblerinos a una localidad cercana y, en 1975, el sitio quedó abandonado casi por completo, decaído en un pueblo fantasma. Finalmente, en 1980, Italia sufrió el terremoto conocido como Irpinia que afectó al sur del país y fue el golpe final que terminó con Craco.
Los movimientos de la tierra, convirtieron al pueblo en una ruina eterna.
“Cuando lo recorrés, tenés una vista de lo que fue quedando y de las paredes de contención que se hicieron, y ahora también se están derrumbando. Dicen que tarde o temprano va a terminar desapareciendo porque todavía hoy está peligro de derrumbe. Por eso, cuando realizás la visita, debés tener todas las medidas de protección necesarias”, relató Colangelo.
Al igual que muchos otros sitios abandonados del mundo, Craco se convirtió en un atractivo turístico muy concurrido en Italia por su historia y por sus bellas vistas de los valles de Basilicata. En el 2010, fue incluido en un listado del Fondo Mundial de Monumentos para mantener en pie los restos del pueblo. Incluso, fue utilizado en reiteradas oportunidades para filmar distintas películas como el ahorcamiento de Judas en La Pasión de Cristo (2004), James Bond Quantum of Solace (2008) o diversas escenas la serie Saving Grace (2007).
“Hace algunos años era totalmente libre y lo podías recorrer lo que vos quisieras, imaginate que las casa están todas abiertas porque el pueblo fue saqueado muchas veces. Pero a causa de todo esto, se creó una fundación para conservar el centro histórico y que no se siga destruyendo, e incluso es Patrimonio Histórico de la humanidad”, aseguró Colangelo.
Con el paso del tiempo, la histórica ciudad quedó marcada por su destacada arquitectura medieval y por los restos del imponente castillo construido por los señores feudales. A su lado, aún sobrevive una iglesia que contiene una estatua de la Virgen María en su interior.
“Estuve en muchos lugares, pero Craco tiene algo especial. Te transporta a otra época, hay cosas que quedaron detenidas en el tiempo. Es una visita al pasado y te deja pensando en toda esa gente que se tuvo que ir de sus hogares. Es una visita increíble”, expresó Pablo Colangelo.
Pese a su aspecto fantasmal y a las historias de catástrofes y guerras que sufrieron sus habitantes, aún se mantiene la tradición de celebrar seis fiestas religiosas al año en Craco que, por un efímero momento, le devuelven la vida a las ruinas.
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