La tragedia de Lion Air: el avión que sufrió 13 minutos de terror, se estrelló en el mar y tuvo una búsqueda trágica
El vuelo de la empresa asiática se precipitó al océano, cerca de la isla volcánica de Java; los informes finales sobre la caída apuntan a errores del modelo, de su mantenimiento y de la tripulación
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Un 29 de octubre de 2018, Tailandia vivía un terrible accidente, luego de que un avión operado por la aerolínea low cost de bandera, Lion Air, cayera en el mar sin dejar sobrevivientes. En el Boeing 737 Max viajaban 181 pasajeros, seis tripulantes de cabina y dos pilotos, de los cuales ninguno vivió para contar la tragedia que sucedió a pocos minutos del despegue.
La nave tenía previsto hacer un trayecto doméstico, de Yakarta a Pangkal Pinang, dos localidades que mantienen una distancia de aproximadamente 726 kilómetros. La aeronave despegó a las 6:20 del aeropuerto Internacional Soekarno-Hatta y tenía previsto aterrizar en el aeropuerto Depati Amir una hora después, a las 7:20.
El Boeing despegó con dirección oeste y luego giró para encaminarse hacia el noreste. Pero pasaron apenas 13 minutos hasta que se terminó estrellando en el mar de Java, cerca de la isla de Java, una zona volcánica ubicada entre Sumatra y Bali. El avión desapareció en el agua, por lo que las 189 personas que viajaban a bordo -entre ellas un niño y dos bebés- perdieron la vida.
Tras la desaparición, tanto familiares como amigos de los pasajeros se abrazaban y oraban en el aeropuerto de Pangkal Pinang y en el de Yakarta esperando más información acerca del avión de la tragedia.
En ese entonces, el presidente de Indonesia, Joko Widodo, ordenó a la comisión de seguridad del transporte investigar el incidente y pidió a los indonesios “seguir rezando” mientras los grupos de rescate buscaban a las víctimas.
Tanto esta tragedia como la sucedida meses más tarde, con un vuelo de Ethiopian Airlines el 10 de marzo de 2019 con un saldo de 157 personas, dejó al Boeing 737 MAX sin operar desde este último accidente y hasta noviembre de 2020. Esta decisión fue tomada primero por la Agencia Europea de Seguridad Aérea (EASA) y después por la Administración Federal de Aviación (FAA) de los Estados Unidos.
Esta drástica decisión de las instituciones internacionales de dejar a este modelo de avión estacionado en todos los aeropuertos del mundo se dio por las investigaciones posteriores que demostraron una serie de fallas en relación a las dos naves que se estrellaron e implicaron dos terribles accidentes para las regiones en que ocurrieron.
La búsqueda en el fondo del mar
La búsqueda tanto del avión como de sus víctimas en el fondo del mar no fue nada fácil. Con barcos y helicópteros, la Agencia Nacional de Búsqueda y Rescate de Indonesia (Basarnas) empezó la operación para encontrar pistas clave sobre la caída y, sobre todo, para identificar a los cuerpos de los fallecidos.
Poco a poco se fueron encontrando restos del Boeing 737 Max. El 30 de octubre hallaron una de las cajas negras, la que registra los datos de vuelo. Al día siguiente, se reconoció a la primera víctima de la tragedia y el 2 de noviembre se sumó un lamentable acontecimiento: falleció uno de los buzos que participaba voluntariamente de la misión de rescate.
El hallazgo de la caja negra con la grabadora de voz de la cabina fue el 14 de enero siguiente. El aparato se encontraba enterrado ocho metros abajo del fondo del mar de Java en un radio de entre 500 y 1000 metros del lugar donde cayó el avión.
Una serie de errores
Exactamente un año después del drama de Lion Air y sus pasajeros, el Comité Nacional de Seguridad en el Transporte de Indonesia emitió su informe final acerca de las posibles causas de la caída. En 322 páginas, la autoridad local llegó a una serie de conclusiones que demostraron que las fallas fueron varias y que hubo incluso negligencia de los pilotos.
Así, el Comité especificó los hallazgos que se hicieron y enumeró nueve factores que contribuyeron al siniestro y el propio investigador indonesio Nurcahyo Utomo dijo en conferencia de prensa que “tal vez, si una de las nueve cosas no hubiera ocurrido, el trágico accidente podría no haber sucedido”.
Uno de los puntos clave fue que el Boeing arrastraba desde el vuelo anterior algunas fallas que impactaron después en la caída del 29 de octubre y Lion Air no debería haber operado ese avión.
Entre los detalles que se descubrieron, la agencia tailandesa llegó a la conclusión primero que “durante el diseño y la certificación del Boeing 737-8 Max se hicieron suposiciones sobre la respuesta de la tripulación de vuelo a los fallos de funcionamiento que resultaron ser incorrectas”.
A su vez, se apuntó al Sistema de Aumento de Características de Maniobra, o mejor conocido como MCAS, diseñado por los Boeing 737 Max para realizar correcciones automáticas de la nave cuando se excedan determinados parámetros. En esta línea, la investigación resumió que como este aparato “fue diseñado para confiar en un solo sensor de ángulo de ataque”, resultó vulnerable a entradas erróneas de ese sensor.
En relación a este sistema exclusivo de este modelo de avión, el Comité resolvió también: “La ausencia de orientación sobre el MCAS o el uso más detallado del compensador en los manuales de vuelo y en el entrenamiento de la tripulación de vuelo, hizo que fuera más difícil para las tripulaciones de vuelo responder adecuadamente a las activaciones del MCAS”.
Asimismo, el sensor de ángulo de ataque de repuesto o AOA -que sirve para saber cuándo puede ocurrir una pérdida de sustentación- que se instaló en el avión del accidente se calibró mal durante una reparación anterior y esto no se detectó.
La falta de documentación sobre cómo proceder en los Boeing también generó una saturación en la tripulación que no pudo reaccionar correctamente ante las fallas que produjeron la caída, según dictó también el informe del Comité tailandés.
Luego de conocidos estos resultados, tanto la compañía Lion Air como la empresa Boeing emitieron comunicados en relación a la tragedia.
La aerolínea, por su parte, lanzó: “La causa principal del accidente fue el diseño defectuoso por parte de Boeing y la incorrecta auto certificación del B-37-8 Max -en especial el desarrollo e incorporación por Boeing del sistema MCAS. Estas deficiencias, junto al fallo de Boeing de avisar de la existencia del MCAS a Lion Air basado en su erróneo sistema de análisis de sistemas de seguridad hizo imposible para los ingenieros, personal de mantenimiento y pilotos de Lion Air, incluidos los del vuelo JT610, detectar, diagnosticar y corregir los repetitivos mandos de morro abajo del MCAS”.
Por otro lado, la compañía constructora del modelo comentó: “Queremos elogiar el gran esfuerzo de la Comisión Nacional de Seguridad del Transporte de Indonesia para determinar los hechos que rodearon al accidente, los factores que contribuyeron a su causa y sus recomendaciones, encaminadas a nuestro objetivo común de que esto nunca vuelva a suceder”
Además, Boeing informó estar “abordando las recomendaciones de seguridad” y “tomando medidas” para mejorar el funcionamiento de los 737 Max “con el fin de garantizar que las condiciones de control de vuelo que se produjeron en este accidente no vuelvan a ocurrir”.
Entre 2018 y 2020, un total de 500 personas murieron en tragedias áreas protagonizadas por Boeing 737, dos de ellos Max.
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