La terrible historia de la Escuela de las Américas
Por Mario Diament
MIAMI.- Como todos los años desde hace una década, varios miles de manifestantes se dieron cita esta semana ante las puertas de la Escuela de las Américas para reclamar el cierre de esta polémica institución, creada en 1946 y destinada al entrenamiento de militares latinoamericanos.
Los manifestantes acusan a la escuela, establecida originalmente en Panamá y trasladada en 1984 a Fort Benning, Georgia, de ser un centro de adiestramiento de asesinos y torturadores.
La protesta fue organizada por el School of Americas Watch, una organización presidida por el padre Roy Bourgeois, un sacerdote católico de 61 años con una larga historia de oposición a las políticas norteamericanas en América latina. Este año, el movimiento convocó a unos 13.000 manifestantes, incluyendo al actor Martin Sheen, quien con la cara y la ropa embadurnadas con una sustancia color sangre, encabezó una procesión de varias decenas de personas vestidas con mantos negros y capuchas blancas, quienes cargaban ataúdes de madera en representación, decían, de aquellos asesinados por los graduados de la escuela.
Si las instituciones educacionales en los Estados Unidos se juzgan por la calidad de sus graduados, la Escuela de las Américas ostenta un récord de dudosa celebridad.
Entre los 60.000 estudiantes que pasaron por sus aulas se cuentan los argentinos Leopoldo Galtieri y Roberto Viola, el boliviano Hugo Bánzer Suárez, el salvadoreño Roberto D´Aubuisson y el panameño Manuel Noriega, además de dos de los tres oficiales vinculados con el asesinato del arzobispo Romero, en El Salvador; tres de los cinco oficiales citados en la violación y el asesinato de cuatro religiosas norteamericanas, también en El Salvador; diez de los doce militares que participaron en la masacre de 900 civiles en El Mozote, Colombia; y más de 100 de los 246 oficiales colombianos acusados de atrocidades.
Y ésta es apenas una escuálida lista de episodios que salieron a la luz pública; miles de otras cruentas violaciones a los derechos humanos jamás llegarán a conocerse.
El ejército y otros defensores de la Escuela de las Américas han negado repetidamente que la tortura y el asesinato formen parte de sus programas de estudio y alegan que, por el contrario, las enseñanzas impartidas enfatizan el respeto a los derechos humanos y son parcialmente responsables de la democratización de la región. Pero los hechos parecen disputar este punto de vista.
Manuales de entrenamiento
En 1991, una investigación oficial reveló la existencia de manuales de entrenamiento en español dentro de la escuela que recomendaban el uso del soborno, la extorsión, la amenaza y la tortura contra insurgentes.
En septiembre de 1996, tras una intensa campaña de grupos civiles y religiosos, el contenido de siete de estos manuales, conocidos como "Proyecto X", finalmente se hizo público, lo que llevó al New York Times a comentar: "Los norteamericanos pueden ahora leer por sí mismos algunas de las nocivas lecciones que el ejército norteamericano ha estado enseñado a miles de latinoamericanos".
Similares denuncias fueron hechas el año pasado por el mayor Joseph Blair, un militar con veinte años de servicio en el ejército y tres como instructor de la escuela, en un video titulado "An Insider Speaks Up" ("Habla un testigo"), distribuido por the School of the Americas Watch.
Cambiar la cara
En un esfuerzo por mejorar la imagen de la escuela, el secretario del ejército, Louis Caldera, anunció la semana pasada planes para cambiar los programas de estudio, añadiendo cursos sobre derechos humanos y derecho internacional, pero los anuncios no han sido suficientes para aplacar la inquietud de quienes abogan por el cierre definitivo de la escuela.
En un artículo publicado días atrás en The Angeles Times, Robert Brophy, quien fue observador internacional en las elecciones presidenciales de El Salvador en 1994 y 1997, escribe: "Es importante notar que la Escuela de las Américas es perniciosa no sólo por los actos cometidos por sus graduados en el pasado: golpes militares, escuadrones de la muerte, intentos de genocidio de poblaciones indígenas, subversión de las libertades de las sociedades civiles, asesinatos, secuestros, extorsiones, subversión de la oposición política, tortura y masacre de aldeas completas. La escuela es letal simplemente porque continúa enseñado técnicas que serán utilizadas, no para defenderse de enemigos externos, sino contra sus propios pueblos, como queda demostrado diariamente en México y Colombia".
Como dato ilustrativo, Brophy señala que desde 1994, año de la rebelión zapatista, la participación de militares mexicanos en los cursos de la escuela ha pasado de 15 a 300, un aumento del 2000 por ciento.
Recientemente, el Congreso norteamericano comenzó a considerar un recorte de 2 millones de dólares al presupuesto de la escuela, lo que de hecho forzaría su clausura.
La iniciativa corresponde al representante demócrata de Massachusetts, Joe Moakley, quien advirtió: "Cada día que la escuela permanece abierta, cada día que entrena a gente en técnicas de tortura y tácticas de comando, es un día más de los necesario".
La Cámara aprobó la enmienda por 230 votos contra 107, pero el Senado se ha mostrado menos permeable a sancionar el cierre.
El fin de semana pasado, mientras los manifestantes comenzaban a concentrarse frente a la entrada de la escuela, el coronel Glenn R. Weidner, comandante de la escuela, se lamentó: "Este lugar se ha vuelto una abstracción para la gente".
Es una curiosa expresión aplicada a una institución que, para los miles de víctimas de sus enseñanzas, constituye una alucinante y estremecedora realidad.
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