La tensión entre EE.UU. y Alemania se dispara a su peor nivel
Merkel ordenó la salida del jefe de la inteligencia norteamericana en el país tras una sucesión de casos oscuros
BERLÍN.- Dos espías en una semana fueron demasiado para el gobierno de Angela Merkel. Luego de revelar de manera consecutiva las operaciones de dos agentes encubiertos de Estados Unidos, la canciller ordenó, en una medida inusual entre países aliados y propia de la Guerra Fría, la salida del jefe de la inteligencia norteamericana en Alemania.
La decisión de Merkel abrió una enorme grieta de tensión entre los socios, nunca tan enfrentados en el último medio siglo, y tiene raíces más profundas que estos dos últimos casos. La medida se dictó sobre la base de la "falta de colaboración" de Estados Unidos en el intento de aclarar varios incidentes de espionaje en su territorio. Las revelaciones vieron la luz hace exactamente un año, con las explosivas publicaciones del espía arrepentido de la CIA Edward Snowden, que marcaron el comienzo del deterioro de las relaciones.
"Pedimos al representante de los servicios secretos norteamericanos en la embajada de Estados Unidos que abandone Alemania. [...] La solicitud se hizo a la luz de la investigación que lleva a cabo el fiscal general, así como por los meses transcurridos sin obtener respuestas sobre las actividades de los servicios secretos de Estados Unidos en Alemania", dijo en un comunicado el vocero de Merkel, Steffen Seibert.
La Fiscalía Federal había informado anteayer que se investigaba a un empleado del ejército alemán que habría trabajado como informante para la Agencia de Seguridad Nacional (NSA, por sus siglas en inglés). El anuncio llegó días después de que la misma oficina confirmara el arresto de un doble agente alemán que trabajaba para el servicio federal de inteligencia (BND) y que vendió información sensible a Washington.
Esas dos investigaciones se agregan a otra abierta previamente, sobre la base de la filtración de documentos de Snowden y que tiene que ver con las escuchas de la NSA de las llamadas del celular de Merkel. Por si fuera poco, una comisión legislativa se ocupa del caso, también expuesto por Snowden, del control masivo de las comunicaciones de todos los ciudadanos alemanes por la NSA.
Desde que empezaron a salir a la luz los detalles de los programas de monitoreo de los servicios secretos norteamericanos, Alemania intentó varias veces pedir explicaciones a sus socios del otro lado del Atlántico. No es para menos. Alemania habría resultado ser el país más espiado de Europa, a pesar de su estrecha amistad política y comercial.
Berlín también buscó, en vano, un acuerdo para clausurar de una vez toda actividad de espionaje. Pasado el calor de la polémica, sin embargo, y mientras se mantenía la presión popular para obtener respuestas satisfactorias, el gobierno pareció querer silenciar el asunto.
Pero los dos nuevos casos lo dejaron en una posición difícil frente a una ciudadanía alemana cada vez más sensible a estos temas. La única opción viable para el gobierno era una reacción contundente.
El diputado oficialista Clemens Binninger, presidente de la comisión de control de los servicios de inteligencia, dijo que la medida "tuvo lugar después de mucho tiempo de falta de cooperación para la aclaración de los hechos". Burkhard Lischka, de la misma comisión, señaló que se trata de "la reacción adecuada", ya que Alemania "le planteó muchas preguntas a Estados Unidos y no encontró respuestas".
También los partidos opositores, que llevaban tiempo exigiéndole al gobierno abandonar la actitud sumisa ante los excesos clandestinos del espionaje de Washington, apoyaron la iniciativa de Merkel.
La medida se concretó con un comunicado que obliga al representante de la inteligencia de Washington a dejar el país. El texto no llega al extremo de declararlo "persona non grata", lo que sería aún más serio. Una fuente alemana dijo, sin embargo, que el hombre, de quien no se reveló la identidad, podría enfrentarse a una posible expulsión forzosa si no se iba voluntariamente.
Por ahora, la meta no es romper lanzas con Estados Unidos, según dejó en claro el vocero de Merkel al anunciar la orden de salida. Lo que se busca es cambiar las reglas de juego, o en buen romance, que Washington deje de espiar de una vez. Para Alemania sigue siendo irrenunciable, subrayó Seibert con extrema diplomacia, tanto para la seguridad de sus ciudadanos como para las misiones en el extranjero, trabajar con Estados Unidos de manera conjunta y sobre la base de una relación de confianza.
Merkel se refirió ayer al tema del espionaje incluso antes de que se diera a conocer la salida del hombre fuerte de los servicios norteamericanos en Berlín. Si bien no quiso comentar los casos que son objeto de investigación, dejó ver su malestar al afirmar que "espiar a los aliados" es una "pérdida de energía".
"Tenemos muchos problemas, deberíamos centrarnos en las cosas importantes", declaró Merkel. "En la Guerra Fría quizás había desconfianza general. Hoy vivimos en el siglo XXI; hay amenazas completamente nuevas.
Del editor: cómo sigue.
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