La táctica de seducción: EI avanza a fuerza de miedo y servicios públicos
Mientras continúan las ejecuciones públicas, en los territorios conquistados Estado Islámico reparó las líneas eléctricas, construyó cloacas y se mostró atento a las necesidades de la población
ERBIL, Irak.- En el norte de Siria, los jihadistas de Estado Islámico (EI) repararon las líneas eléctricas, construyeron redes cloacales y demarcaron veredas y calles. En Raqqa, inspeccionaron mercados y mataderos en busca de alimentos vencidos y animales enfermos. Más al Sur, en Deir al-Zour, les impusieron gravámenes a los granjeros y comerciantes, y multas a los hombres que usan corta la barba.
La agrupación mantiene un servicio regular de micros que atraviesan la frontera con Irak hasta Mosul, donde ejecuta públicamente a sus rehenes y entrena a los niños en guerra de guerrillas. El mes pasado, los jihadistas reabrieron un lujoso hotel de la ciudad y regalaron tres noches de estadía gratis a los recién casados, con todo incluido.
A un año de la toma de Mosul y diez meses después de que la coalición liderada por Estados Unidos lanzara una campaña de ataques aéreos en su contra, el grupo jihadista sigue afincándose y echando raíces cada vez más profundas en el tejido social de las comunidades que controla.
En vastos sectores de Siria e Irak cuyos vínculos con sus respectivos gobiernos nacionales se han desintegrado, los jihadistas han trabajado mucho para llenar ese vacío, según revelan las entrevistas a habitantes de las áreas de Irak y Siria controladas por EI. El grupo ofrece una seguridad confiable, aunque implacable. Crea empleos en economías diezmadas y proyecta una inusual sensación de orden en una región sumida en conflictos armados.
Sin soluciones políticas a la vista para las guerras que han fomentado su crecimiento, nada impidió que los jihadistas echaran raíces que luego harán aún más difícil desalojarlos.
"La gente ya se acostumbró a este estilo de vida", dijo desde Raqqa un albañil que ganó buen dinero pintando la nueva sede del grupo en la ciudad.
El hombre agregó que si uno sigue las reglas, los jihadistas lo dejan en paz, aunque él desearía que la vida fuese más tranquila.
"Toda esta violencia y esta muerte no tiene nada que ver con nuestras vidas", dijo bajo condición de anonimato para no ganarse la enemistad de los jihadistas, al igual que el resto de los entrevistados de las zonas ocupadas. "Pero al menos lograron terminar con la tiranía de los gobernantes árabes."
Entretanto, EI extendió exponencialmente los alcances de su administración. La agrupación dictó la prohibición de la pesca con dinamita y de los productos marca Apple, presiona a los maestros para que trabajen en sus escuelas, ofrece recompensas a quienes maten a pilotos militares jordanos y aconseja a los heridos no viajar a Turquía en busca de miembros ortopédicos, ya que EI ahora los fabrica en el lugar, según se desprende de los documentos jihadistas compilados por Aymenn Jawadf al-Tamimi, integrante del Foro de Medio Oriente.
Actualmente, los territorios de EI se extienden por cientos de kilómetros, desde las afueras de Aleppo, en Siria, hasta Irak central, donde comparte una explosiva frontera con los kurdos en el Norte y se acerca peligrosamente a Bagdad en el Sur. Gran parte de esos territorios son desiertos escasamente habitados, pero la agrupación tiene millones de personas a su cargo, así como sitios arqueológicos, una represa hidroeléctrica y campos petroleros que los ayudan a financiarse.
EI se diferencia de otros grupos jihadistas, como Al-Qaeda, por sus intenciones de establecer un Estado musulmán sunnita que se rija por la sharia, en una versión extrema del islam.
Su método de ocupación territorial apunta a sentar las bases de ese Estado impulsando una "limpieza geográfica", según Hassan Abu Hanieh, un experto jordano en agrupaciones islamistas. Los enemigos, como los soldados del gobierno central, la policía y todos aquellos que no encajan, como las minorías o las elites, huyen o son asesinados. Los que quedan son mayormente árabes sunnitas que hacen lo posible por seguir con sus vidas con el menor contratiempo posible.
EI trabaja para cooptarlos a través de la "administración del caos", asegurando el suministro de servicios que suelen interrumpirse en tiempos de guerra, señala Abu Hanieh. "La gente tal vez no comparta su ideología, pero el grupo logró generar cierta estabilidad, castigar a los ladrones y establecer un sistema legal. En general, la mayoría de la gente se conforma con eso."
Muchos habitantes ahora dependen de los servicios que presta EI, dijo Tamimi.
"El resultado final es que Estado Islámico logra afincarse y es cada vez más difícil sacárselos de encima", dijo Tamimi. "¿Quién va a querer bombardear las escuelas y negarle a la gente el acceso a toda posibilidad de educación?"
Para afianzar su poder, los jihadistas pusieron el foco en los niños, reformulando los programas escolares y adoctrinando a los maestros.
Los videos de propaganda que EI sube a Internet suelen mostrar a niños que colocan bombas para matar a fuerzas de seguridad iraquíes, celebran el paso de las caravanas de jihadistas y observan las ejecuciones públicas. "La mayor amenaza son los nuevos programas escolares, que son fuertemente radicalizados", dijo un agente de seguridad kurdo que monitorea los movimientos de EI en el norte de Irak. "Es una bomba de tiempo a futuro."
Ésa es la preocupación de los padres en las zonas ocupadas por EI.
Un ex agente inmobiliario dijo que a pesar del odio que siente por los jihadistas, había logrado sobrevivir a los cambios que se viven en Raqqa. Arrancó el autoestéreo de su coche para que los jihadistas no pudieran acusarlo de escuchar música prohibida, pero sigue haciéndolo en su casa, y con el volumen bajo. Les compra cigarrillos a contrabandistas que sólo le venden a gente que conoce, ya que fumar es penado por los jihadistas.
"Para ellos, es lo mismo que si fuera heroína", dijo el agente inmobiliario mientras se fumaba un cigarrillo durante un reciente viaje a Turquía.
Traducción de Jaime Arrambide
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