Una de las flamantes producciones que llegó a Netflix este 2024 es American Nightmare; una serie documental que narra el secuestro de una pareja que dejó abiertas cientos de preguntas
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La serie de true crime de Netflix American Nightmare relata la terrible experiencia de la secuestrada Denise Huskins y el papel que la película de David Fincher Gone Girl (2014) pudo haber desempeñado en cómo se trató el caso.
En marzo de 2015, Denise Huskins, una mujer de Vallejo (California), fue secuestrada en plena noche en la casa de su novio, quedó retenida como rehén durante 48 horas y fue violada.
Sin embargo, al ser liberada, como se detalla en la miniserie de Netflix American Nightmare (traducida como “Pesadilla de un secuestro en California”), fue acusada por la policía de orquestar la terrorífica experiencia.
Su caso fue relacionado con Gone Girl (Perdida), una película de 2014 basada en el exitoso libro homónimo escrito en 2012 por Gillian Flynn, tanto por los medios de comunicación como por un agente del FBI que la investigaba.
En la película, una mujer sociópata, Amy (interpretada por Rosamund Pike), idea un elaborado plan y finge su propio secuestro para castigar a su marido y a su familia. Para Huskins, esta falsa caracterización y el flagrante error judicial violaron de nuevo a una víctima vulnerable.
En el segundo episodio de la serie de tres partes, subtitulado Gone Girl, y que también incluye imágenes de la película, Huskins revive la incredulidad que sintió al escapar de su cautiverio y encontrarse bajo interrogatorio en una sala de detención de la policía como sospechosa.
“Durante las últimas 48 horas he estado viviendo momento a momento, intentando sobrevivir”, pensó. Y dijo: “Lo último en lo que piensas es: ‘Si sobrevivo, tengo que asegurarme de que todo esto sea creíble’”.
Los detalles del caso de Huskins eran extraordinarios, tanto que la policía no podía concebir que fuera real. Huskins y su novio, Aaron Quinn, contaron lo mismo sobre lo ocurrido aquella noche: intrusos vestidos con trajes de neoprene los ataron, los obligaron a tomar sedantes y les taparon los ojos con gafas oscuras, mientras un mensaje pregrabado les decía que Huskins sería secuestrada y liberada 48 horas después a cambio de un rescate.
Cuando Quinn despertó, se habían llevado a Huskins, y tenía mensajes de texto exigiendo dos pagos de US$8.500 cada uno para que la dejaran libre, con la condición de no llamar a la policía.
La policía de Vallejo intervino, pero justo cuando empezaban a culpar del secuestro a Quinn, Huskins reapareció a unos 640 km de distancia, en Huntington Beach, cerca de la casa de sus padres.
En un principio explicó que su secuestrador le dijo que si contaba a las autoridades que había sido violada, mataría a su familia, por lo que al principio lo negó.
El mismo día de la liberación de Huskins, el portavoz de la policía de Vallejo, el teniente Kenny Park, declaró en una multitudinaria rueda de prensa que creían que la pareja había inventado lo sucedido: “El sr. Quinn y la sra. Huskins han saqueado valiosos recursos y han desviado la atención de las verdaderas víctimas, al tiempo que han infundido miedo entre los vecinos. Así que son ellos quienes deben una disculpa a esta comunidad”.
El abogado de Huskins, Doug Rappaport, afirmó en la serie que al día siguiente, después de que un agente del FBI entrevistara a la mujer, le planteó dudas sobre si su cliente estaba diciendo la verdad: “¿No has visto la película Gone Girl?”, haciendo referencia explícita a la cinta de David Fincher por su nombre.
“¿Cómo es posible que esta persona encargada de investigar este crimen piense que es como una película de Ben Affleck? Eso es Hollywood. Esto es la vida real”, planteó Rappaport. Y dijo: “Está tan seguro de que tiene razón: se llama sesgo de confirmación”.
En la miniserie, los realizadores afirman que el FBI no ha hecho pública la grabación de esta entrevista. Este medio se puso en contacto con el FBI para pedirle comentarios, pero no hubo respuesta.
La prensa corrió con las afirmaciones falsas, con titulares que jugaban con la asociación de Gone Girl, ya que la película estaba muy fresca en la mente de la gente, al haber sido estrenada en octubre de 2014, un año antes del secuestro de Huskins.
La cadena ABC News tituló “Supuesto secuestro de Denise Huskins: lo que sabemos del caso Gone Girl en California”, mientras que en Reino Unido, el diario Metro informaba de las sospechas erróneas de las autoridades: “La Gone Girl de la vida real ‘escenificó su propio secuestro’, según la policía”.
Una polémica pieza de ficción
La publicación de Gone Girl como novela en 2012, que vendió 20 millones de ejemplares en 2019, y el lanzamiento de la película en 2014 generó un gran debate público. Eliana Dockterman, de la revista Time, captó los dos extremos del espectro de pensamiento en torno a ella en un artículo sobre el estreno de la película: “un retrato sexista de una mujer loca” a la par que un “manifiesto feminista”. Además, explicó que esta dualidad es lo que hace que la película sea interesante.
Pero a pesar de las polémicas sobre el libro y la película, lo que nunca se ha debatido es si la cultura popular debería tener licencia para crear este tipo de personajes y tramas oscuros y retorcidos (porque, por supuesto, deberían tenerla).
Lo que la miniserie American Nightmare pone de relieve, sin embargo, es que la policía no debería utilizar esto como base para interrogatorios que perpetúan aún más el trauma de las víctimas.
Una encuesta de 2023 mostró que 16% de los británicos cree que la mitad o más de las denuncias de violación son falsas, mientras que los estudios sobre casos reales de denuncias falsas de violación, que son casi imposibles de corroborar con exactitud, muestran que la proporción real de ellas oscila entre 0,5% de las denuncias y el 3% o 4%.
Pero, ¿tenía razón el abogado de Huskins al afirmar que la improbable narrativa de Gone Girl podría haber tenido un impacto tan directo como para ayudar a poner a las fuerzas del orden en contra de su cliente?
“Tal vez”, dijo Melissa Hamilton, catedrática de Derecho y Justicia Penal de la Universidad de Surrey. Y explicó: “Como humanos, sobre todo cuando investigamos sucesos, queremos una historia que tenga sentido para nosotros”.
“En lugar de pensar en ello como un crimen, los investigadores suelen pensar que tienen que entender las motivaciones de las personas y, según los datos que se les dan, qué hechos confirman una historia que tenga sentido para ellos”, dijo.
En este sentido destacó: “Una película como Gone Girl da sentido a algo que no lo tenía. Al principio, no lo entiendes, pero la belleza de una película es así... arma un rompecabezas que te hace decir: ‘ah, qué raro, pero ahora lo entiendo todo’”.
“Eso puede alimentar el sesgo de confirmación que luego se aplica a esta situación; ‘porque le encontré sentido a eso en la película, ahora le encuentro sentido a eso en esta situación. El hecho de que el FBI se basara en Gone Girl es porque era un argumento que estaba a su disposición”, aseguró.
Justicia para la pareja
En cuanto a la justicia para Huskins y Quinn, el verdadero autor del secuestro, Matthew Muller, fue capturado gracias a los esfuerzos de la sargento Misty Carausu, declarado culpable y condenado a 40 años de cárcel en 2017.
En 2018, Huskins y Quinn recibieron una indemnización de US$2,5 millones de la ciudad de Vallejo, pero la ciudad no admitió “haber cometido ningún delito”.
La policía acabó pidiendo disculpas, pero ninguno de los agentes implicados en el caso fue sancionado y, como se recoge en el documental, el detective principal del caso, Mat Mustard, fue galardonado como agente del año en 2015.
En declaraciones a la revista People en 2021, Huskins dijo: “Cuando me secuestraron, no sabía si iba a vivir para ver otro día. Y luego, que la gente te ataque en las redes sociales, la etiqueta de ‘Gone Girl’... me compararon con un personaje que no tenía nada que ver con quien soy”.
En Gone Girl, el privilegio que se concedía a Amy era que su “secuestro” se aceptaba como real. En el caso real de Huskins, como relata American Nightmare, se le negó eso, a pesar de que su terrible experiencia era cierta.
“No sé qué tiene que pasarme... o pasarle a cualquier mujer para que nos crean”, dijo al final.
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