La sombra del fascismo vuelve a Italia y piden prohibir a los partidos extremistas
ROMA.- El fantasma del regreso de una ultra derecha subversiva, neofascista, volvió a ser tema de debate en Italia después de que el sábado pasado centenares de manifestantes “no-vax”, azuzados por los líderes de estos grupos, protagonizaron durante siete hotas brutales choques con la policía en el corazón de esta capital. Los manifestantes, que protestaron contra el aquí llamado “green pass”, el pase sanitario que uno obtiene solamente si se vacuna o con un hisopado negativo, intentaron irrumpir en Palazzo Chigi –sede del gobierno- y, además, arrasaron gran parte de las oficinas del cuartel general de uno de los principales sindicatos del país y la guardia de un hospital. Los desmanes ocurrieron a días de que el viernes próximo, 15 de octubre, entre en vigor una polémica disposición del gobierno de Mario Draghi por la que todos los trabajadores, tanto del sector público, como el privado, deberán tener un “green-pass” para ingresar a sus empleos.
Doce personas fueron arrestadas, entre ellas dos jefes de Forza Nuova, partido de extrema derecha y un exmiembro de los NAR (Nucleos Armados Revolucionarios), organización terrorista italiana de inspiración neofascista. En medio de gran revuelo y escándalo por la ineficiencia de la polícia ante hechos de inmensa violencia, los desmanes, al margen de crear alarma, reabrieron el debate sobre la oportunidad de prohibir las formaciones de extrema derecha.
“Los hechos de Roma son solamente la última gota. Es hora de decirle basta a la violencia fascista. Un basta definitivos”, pidieron referentes del Partido Democrático (PD), de centroizquierda, que presentaron una moción en el Parlamento.
“Nuestra moción le pide al gobierno que, a través de los instrumentos previstos por las leyes vigentes, disuelva la organización neofascista Forza Nuova y todas las demás formaciones que se remiten al fascismo. Esperamos que todas las fuerzas políticas auténticamente democráticas la suscriban”, dijeron las jefas de bancada del PD del Senado y Diputados, Simona Malpezzi y Debora Serracchiani. La propuesta fue rechazada por la derecha, que llamó a no utilizar políticamente los hechos del sábado, también teniendo en cuenta el ballottage que se celebrará este fin de semana no sólo en esta capital para la elección de un nuevo alcalde, sino también en otras ciudades del país.
La preocupación es grande porque la fiscalía de Roma concluyó que lo ocurrido el sábado no fue una manifestación que se descontroló, sino un ataque planificado por grupos neofascistas que denuncian la supuesta “dictadura sanitaria” y se aprovechan del malestar social reprimido de sectores golpeados por la crisis del coronavirus.
De hecho, se detectaron en Telegram mensajes muy claros con directivas para replicar en Roma lo que ocurrió en el Capitolio de Washington el 6 de enero pasado, cuando una multitud enojada con la no-releeción de Donald Trump irrumpío en el Congreso de Estados Unidos.
Si bien una militante de Forza Nuova había pedido permiso para una protesta anti-green pass “estática” en la emblemática Piazza del Popolo, el plan era otro, muy distinto. “Cambiaremos el recorrido de un momento a otro”, habían advertido. Y así hicieron. Después de que unos 10.000 manifestantes llegados en autobuses desde toda Italia se congregaron en la Piazza del Popolo, unos tres mil, liderados por jefes de Forza Nuova, avanzaron hacia la sede de la CGIL (Confederación General Italiana del Trabajo), uno de los sindicatos más importantes de Italia, que fue atacada salvajemente. Destruyeron muebles y computadoras. Más tarde intentaron hacer los mismo con Palazzo Chigi, sede del Gobierno.
El primer ministro, Mario Draghi, impulsor del pase sanitario, al margen de condenar la violencia, hoy se reunió con el líder de la CGIL, Maurizio Landini, para expresarle toda su solidaridad. El sábado próximo fue convocada una gran manifestación antifascista y en favor de la democracia en la emblemática Plaza de San Giovanni in Laterano.
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