La siniestra historia de la momia Oetzi, el primer asesinato documentado de la humanidad
En septiembre de 1991, en Alemania, dos excursionistas hallaron un cuerpo humano congelado en el lago de Val Senales; sin embargo, el descubrimiento escondía más muertes que las imaginadas
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El 19 de septiembre de 1991, Helmut y Erika Simon, una pareja alemana aficionada al montañismo, se encontraban realizando una travesía en los Alpes de Oetzal, en la frontera entre Austria e Italia. En medio de su aventura, hicieron un hallazgo que revolucionaría la historia forense: sin proponérselo, se toarpon con el tronco de un cuerpo al descubierto. El resto del cadáver estaba debajo de un lago congelado. A pocos metros dieron con sus pertenencias: ropas de piel de cabra, un sombrero, un arco, un carcaj con flechas, un cuchillo y un hacha de cobre. Eran, aunque todavía no lo supieran, los restos de lo que se conoce como el primer homicidio de la historia, cometido hace 5300 años, en la Edad de Piedra.
El descubrimiento representó un gran misterio para los investigadores que estudiaron el cuerpo. Incluso hasta el día de hoy, sigue siendo la momia más antigua y mejor conservada del mundo.
“En términos de su importancia para la ciencia, Oetzi -como se la bautizó- no es solo una momia. Podría ser visto como un europeo típico de tiempos remotos y eso ya es algo muy valioso. Pero Oetzi está tan bien conservado como momia congelada que nos sirvió como modelo para el desarrollo de métodos científicos que luego pudieron ser utilizados en otros descubrimientos”, explicó en su informe final el antropólogo Albert Zink, director del Instituto EURAC de Estudios de Momias en Bolzano, que estuvo a cargo de la investigación principal sobre el Hombre de Hielo.
Al comenzar con los primeros estudios, los científicos se encontraron con resultados que jamás habían esperado. Por un lado, el denominado Oetzi revelaba secretos sobre un asesinato ocurrido, al menos, hace 3300 a.C. A su vez, la impecable conservación que tuvo al quedar congelado rápidamente en el lago le permitió a los especialistas conocer cómo era la dieta de las civilizaciones de la Edad de Piedra y otras costumbres de aquellos tiempos remotos.
¿Víctima o victimario?
Al indagar en los estudios iniciales, los arqueólogos se dieron cuenta de que el cadáver no era un simple cuerpo que había fallecido por causas naturales. Todo lo contrario. La momia narraba un relato oscuro y siniestro.
En un principio los científicos se negaron a estudiar su historia, porque la consideraron irrelevante para su evidencia. Así lo expresó en una entrevista con BBC Mundo el jefe de Inspectores de la Policía de Múnich, que estuvo a cargo del equipo de especialistas de la investigación, el detective Alexander Horn: “Los casos abiertos habituales son de 20 o quizás 30 años atrás, pero querían investigar algo que ocurrió hace 5300 años. Fue descabellado”.
Al momento de su muerte, Oetzi tenía 45 años, medía alrededor de 1,60 metros y pesaba unos 50 kilos. Cuando fue encontrado, notaron que en su mano derecha tenía un profundo corte y encontraron la punta de una flecha clavada en su axila derecha. Además, el cuerpo estaba envuelto en piel de cabra, tenía un sombrero y, a su lado, yacían sus elementos de caza.
A pesar de la reticencia de policías y científicos, a 10 años después de su descubrimiento, se convencieron de que estudiar el trágico desenlace del Hombre de Hielo tendría una gran importancia histórica. De esta manera, un equipo de forenses liderados por Horn fueron a la antigua escena del crimen y decidieron realizarle las pruebas correspondientes al cuerpo que aún se hallaba en muy buenas condiciones.
Las nuevas indagaciones afirmaron que el flechazo que recibió por su espalda alcanzó una arteria principal y, según los análisis forenses, se desangró y murió en pocos minutos. Al mismo tiempo, el equipo dirigido por Horn estudió en la escena del crimen el lugar desde donde se habían lanzado las flechas, para desentramar el misterioso asesinato. De esta manera, teorizaron que la momia congelada luchó y asesinó por lo menos a cuatro personas antes de sufrir el mismo destino que sus víctimas.
“Oetzi se había roto varias costillas y la nariz durante su vida, y las ranuras horizontales en las uñas indican que tuvo episodios repetidos de estrés físico, probablemente debido a la desnutrición, en los pocos meses antes de su muerte”, comentó Albert Zink.
“El asesino parece haber sorprendido a Oetzi. Probablemente le lanzaron la flecha desde una distancia de 30 metros y todo indica que estaba desprevenido cuando ocurrió”, agregó Horn en otra entrevista realizada a The New York Times. Por otra parte, los forenses confirmaron que la herida en la mano fue producida “uno o dos días antes de su muerte” y, al ser la única herida defensiva, aseguraron que ganó la batalla inicial antes de ser sorprendido y ultimado.
“Pensamos que lo que sucedió en el glaciar probablemente fue la continuación de esa pelea que ocurrió aproximadamente un día y medio antes. Habiendo comprobado que era muy difícil ganarle en un combate cuerpo a cuerpo, el asesino de Oetzi lo siguió sigilosamente por la montaña y lo mató. Desafortunadamente, nunca sabremos quién fue el asesino”, afirmó Horn. Por último, los investigadores determinaron que se trató de un hecho de odio, celos o venganza, ya que luego del asesinato no le robaron ninguno pertenencia y por eso hallaron la valiosa hacha de cobre y sus demás posesiones.
Una sorpresiva dieta
Al igual que las causas de su muerte, mucho tiempo después de su descubrimiento, vieron que el estómago del Hombre de Hielo se había deslizado hacia arriba de su lugar natural, debido al proceso de momificación. Gracias al perfecto estado de preservación, realizaron tomografías computarizadas que dieron extraordinarios resultados.
Otro de los especialistas involucrados en los estudios que dialogó con BBC fue Frank Maixner, del Instituto Eurac de Investigaciones de Momias en Bolzano, Italia. “El material del estómago estaba, en comparación con muestras del intestino delgado analizadas con anterioridad, extraordinariamente bien preservado. El estómago contenía grandes cantidades de biomoléculas como lípidos, lo que abrió nuevas oportunidades metodológicas”, explicó.
Inesperadamente, descubrieron cuál fue la última comida de la momia congelada. Según el estudio, habría ingerido carnes de animales similares a las cabras o a los ciervos, y un menú rico en grasas. También se encontraron partículas de un cereal denominado escanda y “el porcentaje de grasa era 50%, mucho más alto que el 10% promedio en una dieta moderna”.
Los altos índices de grasa indicaron que, a la altitud que cazaba, debía tener una dieta que le otorgara mucha energía, por lo que la grasa le daba lo necesario para sobrevivir en ese clima hostil. “Su alimentación era una mezcla equilibrada de carbohidratos, proteínas y grasa. Pero es sorprendente el alto contenido de grasa que ingirió. Estamos hablando de grasa de cabra y es difícil imaginar el sabor, aunque definitivamente no se compara con lo que comemos hoy en día”, afirmó.
En varios de sus informes publicados en el Instituto EURAC, Zink se refirió a los sorprendentes resultados que fueron encontrando a medida que avanzaban en los estudios: “Durante las autopsias, hubo momentos en que sentí pena por él. Estaba tan… expuesto. Todos sus secretos quedaban a la vista, para la exploración”.
Gracias al descubrimiento de Oetzi y a su impecable estado de conservación, los antropólogos que analizaron sus restos lograron dotar de humanidad a las extintas civilizaciones de la Edad de Piedra. Con él, pudieron arrojar luz sobre las costumbres que guiaban el día a día de nuestros antepasados.
Pero el mito del Hombre de Hielo, no se acaba en la ciencia.
La maldición de Oetzi
Más allá de los increíbles descubrimientos y misterios que se desentramaron gracias al hallazgo del Hombre del Hielo, el paso de los años generó un nuevo y más oscuro capítulo para agigantar su historia. Según varios testigos, además de los cuatro individuos que habría matado hace más de 5000 años, en el último tiempo se cobró siete vidas más.
Si bien los especialistas y expertos científicos desechan la supuesta maldición, un grupo de personas que estuvo en contacto con sus restos sufrieron un fatídico desenlace. El primero de ellos fue Rainer Henn, un patólogo forense que recogió el cuerpo del Hombre de Hielo y lo guardó para sus estudios posteriores. Tras ese contacto, el especialistas murió en un accidente automovilístico mientras se dirigía a presentar los nuevos hallazgos que había realizado con Oezti a los 64 años, en 1992.
Al poco tiempo, el montañista que había acompañado a Henn en las montañas para comenzar con su inspección a los restos, Kurz Fritz, falleció en una avalancha en un zona cercana al descubrimiento de la momia congelada. Al cabo de unos meses, un periodista llamado Rainer Hölz que filmó la extracción de los restos de la momia desde el lago y grabó un documental murió antes del estreno, por un tumor cerebral.
Un final similar sufrió Helmut Simon, uno de las descubridores de Oetzi. A sus 67 años, el conserje de Núremberg estaba realizando una paseo turístico por las montañas de Austria, a 160 kilómetros del lugar donde realizó su hallazgo, y desapareció. Al cabo de ocho días, encontraron su cuerpo que, según el equipo forense, se topó con una tormenta de nieve y cayó desde un acantilado de 240 metros de altura. Tan solo una hora después del funeral de Simon, el comandante del equipo de rescatistas que halló al conserje sufrió un infarto a sus 45 años. Según la familia del difunto Dieter Warnecke, no poseía ningún problema médico.
En abril del 2005, un arqueólogo austríaco que estudió durante años a la momia congelada llamado Konrad Spindler, murió a sus 66 años por un esclerosis múltiple, antes de realizar una nueva presentación sobre la historia de Oetzi.
La última supuesta víctima conocida del Hombre de Hielo fue Tom Loy, que encabezó los análisis del ADN de los restos. Loy fue el encargado de darle personalidad y reconstruir los últimos momentos de la vida de Oetzi. Al poco tiempo de comenzar sus investigaciones, fue diagnosticado con una afección hereditaria que le provocaba coágulos. Después de 12 años, en noviembre del 2005, falleció repentinamente. Según reveló su hermano Gareth al periódico The Australian, la autopsia dio resultado “inconcluyente”.
El epílogo de la historia de Oezti, al igual que el triste final de su vida, estuvieron inmersos en relatos de misterio y tragedia. Sin embargo, su descubrimiento fue fundamental para lo historia de la civilización. “Fue un hallazgo único, nos abrió las puertas a un campo de estudio que jamás habías tenido”, afirmó en reiteradas declaraciones Albert Zink.
A través del Hombre de Hielo, los antropólogos y científicos lograron desentramar muchos de los interrogantes y costumbres de nuestros antepasados que habitaron en la Edad de Piedra.
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